miércoles, abril 20, 2005

Reflexiones de un buen amigo

Estamos viviendo la continuidad de un gran capítulo de la Historia de la Iglesia que se abrió con el Vaticano II, que explicitó Juan Pablo II en su intenso y gran Pontificado y que ahora puede completar y coronar el Papa Benedicto con el suyo.

Y propongo estemos muy alertas para neutralizar las arremetidas contra el Papa, haciendo resaltar en cada momento sus cualidades y virtudes como gran teólgo, pastor y hombre de Iglesia.

Ha sido, sin duda, la personalidad más eminente que entró en el cónclave del que ha salido elegido. Rara vez se contradice esa sentencia romana que predice que el que entra papa en el cónclave, sale de él cardenal... Pero ha ocurrido lo que con Pacelli en el 39: que entró Papa en el Cónclave y salió Pio XII, como Ratzinger entró y ha sido proclamado Benedicto XVI. Sólo con personalidades de esa talla y en cónclaves con gran conciencia de su trascendencia y oportunidad histórica, se suelen dar estas coyunturas tan significativas.

Nadie medianamente informado puede dudar de la manifiesta personalidad del Papa electo, uno de los grandes teólogos del siglo XX, con una preclara trayectoria de fidelidad y cumplida entrega a la Iglesia.

Sin duda que la elección le ha supuesto la abnegación personal de entregarse al muy alto pero muy sacrificado Ministerio Papal, a él, que en todos sus años de servicio a la Iglesia como Prefecto de la SgdªCongregación para la Doctrina de la Fe, ha dado muestras de una exquisita discreción.

Su fama y presencia en los medios, ha sido consecuencia de sus significativas, acertadas y valientes intervenciones en defensa y clarificación de la Fe y el Dogma Cristiano. Jamás ha buscado el aplauso, el facil reconocimiento o la popularidad vana. Al contrario, se ha reafirmado como uno de los hombres más sólidos en la comprensión y la explicitación pastoral y teológica de la gran obra del Vaticano II.

Teólogo del Vaticano II y su gran valedor y promotor doctrinal durante los años de Juan Pablo II, nadie en la Iglesia actual cuenta con las capacidades y referencias del nuevo Papa Benedicto XVI para perfeccionar la obra de aquel Concilio y del pontificado de Juan Pablo Magno.

Es momento de conjuntar entusiasmos y esfuerzos, para que el don que su elección ha supuesto quede confirmado con la adhesión responsable de todos los que somos conscientes del valor de tan feliz elección a la Suprema Cátedra.

Pretendo animar a la cordial cooperación con Benedicto XVI desde el más personal y convencido entusiasmo. Es la causa por la Fe en unión de estrecha labor con el Pastor que el Señor se ha escogido para defenderla y propagarla en el Milenio recién estrenado.

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