sábado, octubre 29, 2005

Secretario de Juan Pablo II: «Las palabras todavía secretas de Juan Pablo II»



Entrevista con el arzobispo de Cracovia, monseñor Stanislaw Dziwisz.
El palacio arzobispal, a dos pasos de la plaza del mercado, es una casa abierta a todos. La gente entra y se detiene en el amplio patio a admirar una muestra fotográfica con imágenes inéditas de Karol Wojtyla. Fuera, expone un gigantesco retrato de Juan Pablo II, formado por el rompecabezas de miles de rostros juveniles, que estuvo en Colonia junto al retrato de Benedicto XVI, regalo de la Jornada Mundial de la Juventud. Todo habla todavía de él en este austero edificio. Subiendo por la escalinata de mármol hasta el primer piso, se pasa por la capilla privada y uno se encuentra con don Estanislao. El reciente arzobispo de Cracovia tomó posesión del palacio con su acostumbrada discreción y con mucho temblor. Hace treinta años, recorría estos lugares como un hijo, sombra fiel y disponible del gran Karol. Ahora ha vuelto como padre, testigo de una presencia misteriosa continuada desde la cátedra episcopal. Si hay una frase que no le oirán decir nunca es el conocido: «No tengo tiempo». Porque monseñor Stanislaw Dziwisz tiene tiempo para recibir a todos los que lo desean, desde el estadista occidental hasta el último fiel de un pueblecito de los montes Tatra. No sólo, es él el que se excusa por haber hecho esperar al visitante. Su solicitud y su atención, sobre todo hacia las personas con problemas, era proverbial ya cuando estaba en el Vaticano como secretario del Papa. Ahora es un carisma en su nuevo ministerio pastoral.

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 21 octubre 2005 (ZENIT.org).


Habla en voz baja, sentado de frente a la ventana desde la que solía asomarse Juan Pablo II en sus visitas a Cracovia. Ahora, allí hay una gran cruz: «No se permite a nadie asomarse, sólo el Papa podrá asomarse desde aquí», explica conmovido monseñor Dziwisz, antes de empezar la entrevista, concedida al diario italiano «Avvenire». Habla de sus proyectos y de sus recuerdos. Y revela que conserva un pequeño tesoro, el último mensaje audio del Papa Karol Wojtyla, grabado pocos días antes de su muerte.

Excelencia, Polonia, en estos años, ha festejado el 16 de octubre, aniversario de la elección papal de Karol Wojtyla. ¿Tras la muerte de Juan Pablo II, tiene sentido seguir celebrando esta fecha?

Claro que sí, incluso más todavía. Antes que nada, hay que decir que el Parlamento polaco ha decidido que, de ahora en adelante, el 16 de octubre será la «jornada del recuerdo» de Juan Pablo II en todo el país. Además, desde 2001, la Iglesia en Polonia suele celebrar, el domingo anterior al 16 de octubre, el «Dzien Papieski», el Día del Papa, con muchas iniciativas no sólo litúrgicas sino culturales y caritativas. Se ha constituido la Fundación «Nuevo Milenio» con el fin de construir un gran monumento a Juan Pablo II, no en piedra, sino un edificio espiritual y moral que testimonie y difunda su memoria.

Las obras y los escritos de Karol Wojtyla, ya antes de ser papa, cubrían un amplio horizonte...

Sí, es un gran patrimonio y obviamente no sólo para Polonia sino para todo el mundo. Es una herencia enorme, compuesta por escritos de diverso tipo, que merece ser conservada en su conjunto y transmitida a nuestros descendientes. Estamos pensando en cómo mantener viva esta herencia. Quiero decir que, además del recuerdo de la figura de Juan Pablo II, es importante profundizar en sus enseñanzas en diversos campos: teológico, filosófico, antropológico, social, defensa de la vida y de la dignidad humana. Por esto estamos preparando una nueva fundación internacional que se llamará «¡No tengáis miedo!».

¿Cómo va el proceso de beatificación de Juan Pablo II?

Tiene que preguntar al postulador, no a mí. Sólo puedo decirle que, también aquí, en Cracovia, hemos constituido un sub-tribunal para recoger los testimonios sobre Karol Wojtyla. Será un trabajo infinito, miles de personas han conocido a Karol Wojtyla en esta ciudad...

Pero todos saben ya, están seguros de que es un santo. Y no sólo aquí, en Cracovia o en Polonia. El mundo lo ha visto, lo ha conocido y de hecho lo ha canonizado ya. El proceso permite llegar a una certeza moral. Pero en este caso parece que nadie tiene dudas. Sólo tenemos que esperar la confirmación definitiva de su santidad por parte del Santo Padre Benedicto XVI.

Muchos dicen que Karol Wojtyla podría ser proclamado beato ya el año próximo...

También lo espero yo. El sueño de muchos es que sea proclamado santo inmediatamente.

¿Sería posible?
Puedo decirle que Juan Pablo II pensó en lo mismo respecto a la Madre Teresa de Calcuta.

Excelencia, usted, una vez, aludió a los milagros realizados en vida por Juan Pablo II...

Sí, es verdad. Pero el Santo Padre no quería oír hablar de estas cosas, decía que los milagros son obra de Dios, no de los hombres.
Para la canonización, hace falta un milagro demostrado después de la muerte. Por tanto, ¿se necesitará tiempo para confirmarlo, no le parece?

Conozco diversos casos de curación, producidos en estos últimos seis meses, e inexplicables con criterios médico-científicos. El caso más impresionante tuvo lugar en un convento de Francia. Una religiosa, gravemente enferma, se encontraba ya en una situación gravísima. Las hermanas se reunieron durante largas horas en oración, pidiendo la gracia por intercesión de Juan Pablo II. Cuatro días más tarde, la religiosa estaba completamente curada, los médicos no han encontrado ninguna huella de su terrible enfermedad.
Excelencia, usted vivió cuarenta años junto a Karol Wojtyla, lo acompañó y sirvió hasta el final. ¿Qué palabras de Juan Pablo II le han quedado más grabadas?

Poco antes de entrar en el quirófano del Policlínico Gemelli, el 24 de febrero, para someterse a la operación de traqueotomía, Juan Pablo II grabó, porque se lo pedimos, un mensaje. Sería también el último, porque desde aquel día sólo pudo pronunciar con mucho esfuerzo algunas pocas frases. He conservado la cinta pero todavía no me siento con fuerzas para volver a oírla.

En los días siguientes a la muerte de Juan Pablo II, toda Polonia se encontraba rezando, viviendo una experiencia extraordinaria de unidad y fraternidad. ¿Fue un momento de conmoción o un sentimiento que ha cambiado profundamente su país?

Yo creo que aquél día tomó fuerza la nueva evangelización a la que Juan Pablo II dedicó todo su ministerio. Parecerá extraño pero muchos grupos de oración nacieron justamente aquel 2 de abril, no sólo en Polonia sino en todo el mundo. Son, sobre todo, jóvenes que se reunieron de modo espontáneo y decidieron seguir reuniéndose en el nombre de Karol Wojtyla.

viernes, octubre 28, 2005

Descubrir la pobreza cristiana

Maryline y Pascal Forti son profesores de Geografía e Historia en un colegio público de Lyon. Desde allí procuran encontrar a Dios en medio del mundo. Maryline es supernumeraria del Opus Dei.

11 de octubre de 2005

«Mi madre –explica Maryline- trabajaba en las labores de limpieza en un centro del Opus Dei. Mi tía atendía la recepción del inmueble. De esa forma, conocí el Opus Dei a los diecisiete años».

¿Comenzó entonces a frecuentar ese centro del Opus Dei?

Mi madre deseaba que yo participase en las clases de apoyo escolar que se organizaban los fines de semana, para preparar así mi bachillerato.

¿Qué le pareció aquello?

Me gustaba la bondad de las personas que vivían allí, su sonrisa, su amabilidad. También, el oratorio que había en la casa me parecía muy bonito. En esa casa estaba contenta. Podía hablar de todo. Me ayudaban con mis tareas, y me abrían los ojos a un nuevo mundo: al cristianismo. Me sentía completamente libre, lejos de las críticas.

¿Por qué pidió ser admitida en el Opus Dei?

Porque pensé que ese era mi camino en la Iglesia para ir hacia Dios. Tenía 21 años, y acababa de hacer mi primera comunión y mi confirmación. Lo que me enseñaban me venía bien, aunque se me proponía un modelo de vida exigente. Me atraían el carisma del Fundador y sus palabras. Tenía una convicción profunda de que era lo mío: el Opus Dei me ayudaría a perseverar en la Iglesia.

Puede decirse que los compromisos espirituales de una persona del Opus Dei (asistir a Misa, hacer oración a diario, rezar el Rosario, etc.) son importantes. ¿No es una carga demasiado pesada?

Se aprende a rezar poco a poco. A través de la oración me acerco a Dios. De eso se benefician, en primer lugar, mi familia y mi trabajo. Es una elección de vida. Otros invierten su tiempo libre en otras ocupaciones. Yo lo dedico a encontrar la paz y sentirme feliz por saberme cerca de Dios.

¿Y si no quisiera continuar en el Opus Dei?

Mi marido quedaría decepcionado. Y mi experiencia es que, cada vez que me alejo de Dios, me siento más cansada, soy más egoísta... Si deseara abandonar la Obra, espero que alguien me aconsejara lo contrario, pero sé que respetarían mi decisión.

¿Qué hace con su dinero?

Procuro no malgastarlo y no caer en las trampas de la sociedad de consumo. Por otro lado, entrego una pequeña suma al Opus Dei, de igual manera que si diese dinero en la colecta dominical o a alguna asociación.

Para usted, ¿que supone pertenecer al Opus Dei?

Formar parte de una de las muchas familias de la Iglesia. Compromete mucho ya que en adelante, ya nada me deja indiferente: el sufrimiento, la ignorancia, la felicidad del mundo.

¿Ha cambiado su forma de ser?

Sigo siendo yo misma: mismas virtudes, mismos defectos. Pero mi manera de ver y tratar a los demás ha cambiado. ¡Es millones de veces mejor!

¿Le molesta que les etiqueten de "católicos ultra"?

Todo el mundo tiene una etiqueta. Esa me indica que no estoy muy lejos de Cristo.

¿Los miembros del Opus Dei están obligados a hacer apostolado?

Todo creyente –cristiano, musulmán o judío- tiene la necesidad de transmitir su fe, pero es Dios quien la da. Yo, por mi parte, deseo que la Obra se expanda y que muchas otras personas compartan mi alegría y mis convicciones. Es normal, ¿no? También me gusta el fútbol y animo a otros a que vengan conmigo al estadio.

¿Y que piensa cuando oye que el Opus Dei es rico?

Puedo hablarle del centro de Lyon en el que trabajaba mi madre. Ciertamente, está bien situado y decorado con gusto, pero los muebles siguen siendo los mismos desde hace muchos años. Mi madre me explicaba lo que preparaba allí para comer: era siempre algo simple y no se desperdiciaba nada. Cuando se trabaja en un centro de la Obra, se descubre fácilmente qué significa vivir la pobreza cristiana.

¿Las personas del Opus Dei se mortifican?

Mortificarse es tomar sobre sí cosas no muy agradables para mejorar y acercarse a Dios. La mortificación forma parte del día a día de todos: aguantar y sonreír a alguien que nos molesta, levantarse por la mañana para trabajar aunque no se haya dormido bien... Uno aprende así a controlarse para llevar a otros la paz y la alegría.

Pascal [el marido], ¿no te preocupó saber que tu mujer pertenecía al Opus Dei?

No. Jamás había oído hablar de la Obra. Cuando mi esposa me habló de algunas críticas que sufría esta institución, comencé a documentarme. Leí un libro en el que se realizaban acusaciones sin fundamento y absurdas.

¿Qué opina sobre las "riquezas" del Opus Dei?

He podido constatar que los numerarios viven sin ningún tipo de lujo. Creo que se dice que la Obra es rica porque se suma el número total de centros que posee en el mundo. Pero individualmente, es todo muy normal.

Encontrar a Dios en el México indígena

Mujeres indígenas mazahuas del estado de México aseguran que pertenecer al Opus Dei transformó sus vidas y les ha traído beneficios en su relación familiar. Reproducimos el artículo publicado en el periódico El Universal de México que cuenta la vida de estas mujeres.


Periódico El Universal. Por: Guillermina Guillén; fotografías: Pedro Mera.
17 de octubre de 2005

Desde niñas y hasta su edad adulta, mujeres mazahuas del estado de México han sufrido los golpes de los padres y los esposos; nunca, en su infancia, tuvieron una muñeca para jugar, y fueron muchas las noches que durmieron con el estómago vacío en el frío piso de tierra. Los ingresos de los varones han sido destinados principalmente para pulque.

Hoy se dicen transformadas y buscan la santidad. Son las mazahuas del Opus Dei, prelatura de la Iglesia católica que ha sido vinculada con hombres y mujeres de poder político y económico; e incluso, se le liga con actividades secretas. Poco se sabe, sin embargo, de la actividad social que realiza con los pobres y el impacto que ha causado en sus vidas.

Para estas indígenas mexicanas La Obra (como le llaman) fue un “parteaguas” porque transformó sus vidas. Ya no se enojan, no maltratan a sus hijos y soportan a sus esposos… hay quienes aseguran que, por medio de la oración, han logrado cambiar a varios de ellos.

La Obra, aseguran, ha sido su salvación y han hecho un pacto con Dios: sólo muertas podrán dejarla.

Toxi: la casa de la abuela

En una hacienda ubicada en Atlacomulco, municipio del estado de México considerado la cuna de políticos influyentes que dominan el panorama nacional y que están ligados con el Partido Revolucionario Institucional, se reúnen semanalmente las mazahuas para rezar el rosario y después, escuchar las pláticas de las más experimentadas.

En este lugar también funciona una escuela-albergue para señoritas, donde se imparte la carrera de hotelería, hay bazar, clases de alfabetización, repostería, y de corte y confección.

Sentada en el pasto, Sixta Cruz González una de las indígenas con más antigüedad en el Opus Dei en esta región platica con una mujer y le recomienda: "No dejes a tu marido aunque te moretee (golpee). Ya estamos casadas, ¿a dónde vamos a ir? No nos queda más que rezar. Perdónalo, ponte a rezar, ¡platica con él, que eso está mal!". "Yo no les aconsejo que dejen al esposo porque es meterlas en más problemas, y en ese caso ¿cuál es mi apoyo, entonces? ¿Qué vine a aprender?", expone.

La hacienda de Toxi fue propiedad de Teresa Ortiz de la Huerta de Orvañanos, una de las primeras integrantes del Opus Dei, desde su fundación en México en 1949. Ella donó su propiedad para que ahí se realizaran actividades apostólicas en 1959, con la instalación de un dispensario atendido por médicos y enfermeras del Opus Dei.

Ahí los indígenas monolingües, en su mayoría recibieron las primeras consultas, vacunas, medicinas, estudios radiológicos y operaciones de la época, porque no había clínicas ni hospitales para ellos. Para llegar hasta acá, hay quienes tienen que caminar por espacio de una o dos horas desde sus viviendas.

"El número de pacientes aumentó y los médicos consiguieron donativos de alimentos para esa población desnutrida. Les dieron leche en polvo, frijol, harina y galletas de animalitos (las preferidas de los niños mazahuas). Comenzaron también las clases de higiene, nutrición, primeros auxilios, costura, tejido y cursos de alfabetización, hasta llegar a los cursos de catecismo y formación cristiana", señala Consuelo Montelongo, de la Oficina de Información del Opus Dei en México.

Mazahuas en ‘La Obra’

"Mi ingreso al Opus Dei fue hace 15 años, apenas tenía un año de casada y mi suegra me invitó. Yo no sabía nada de Dios, ni de confesiones, ni del santo rosario. Nada de eso", recuerda Adela López González, habitante de San Juan de los Jarros, pueblo ubicado a 15 minutos de Toxi.

Adela señala que ella es cooperadora. Ofrece rezos por el Opus Dei, hace sacrificios económicos y los otorga a la prelatura de la cual todavía no forma parte. Será miembro en el momento que elija adquirir un mayor compromiso con su fe y con Dios. Entonces sería supernumeraria.

"De mi casa para acá puedo venirme en taxi, pero elijo ahorrar ese dinero y mejor camino. Esa cantidad que ahorré la doy como cooperación, y se hace cada mes", explica. "Eso para mí es no darle gusto a mi cuerpo, es mortificarlo un poco, no darle todo lo que quiere, y esto me ha ayudado a cambiar. Antes era muy agresiva. Era de las que decían: `Yo mando, yo digo´, y creo que eso no es correcto. Más bien, es tener paciencia". "Entonces, en mi rato de oración pido a Dios la virtud de la paciencia, no le pido dinero ni otra cosa más que eso: la sabiduría para entender a mi esposo, porque solamente a través de eso, podremos hablar mucho de Dios. Si no transmitimos el ejemplo, no tendría sentido. Ser cristiana no sería coherente", asegura Adela.

¿Tu esposo también está en esto?

"No, porque aquí no ha habido medios de formación para varones, pero sí le gustaría venir. Sólo cuando yo llego de la hacienda me pregunta; le digo que nos hablan de cómo cuidar al esposo, la alimentación a la hora, porque si no, es pecado. Tampoco debemos usar anticonceptivos porque es una falta muy grave a Dios. Tenemos que controlarnos por el método natural, siempre que el matrimonio esté de acuerdo".

"He sentido que también él ha cambiado porque platicamos mucho. Ésa es la base del matrimonio. Sin diálogo, fracasa".

¿Cómo es que el Opus Dei ha cambiado tu vida?

"Venir a los medios de formación, hablar de Dios, de nuestros defectos, llevar dirección espiritual con el sacerdote, es lo que ha hecho cambiar mi vida y que lo que viví de mi niñez, prácticamente ya lo he olvidado".

"Es lo más bonito que ha sucedido en mi vida. Estoy aprendiendo a perdonar porque tenía mucho rencor, porque mi mamá me golpeaba al grado de que casi me deja sin nariz. Me pegaba con su zapato. Al estar con mi suegra y venir a los medios de formación ha sido... no sé, encontrar la paz".

El sexto mandamiento

Lorena Segundo Félix tiene 16 años de casada, 32 de edad, y tres hijas a las que ya inició en estas actividades: la mayor de ellas acude a visitar enfermos y las otras dos van a un club llamado Ondare, donde cada sábado reciben cursos de danza, artesanías y cocina.

Por ahora, esta joven madre de familia ofrece pláticas a las mujeres que recién se inician en La Obra de Dios.
Esta semana, el tema fue el “Sexto mandamiento”.
No fornicarás señalamos. Ella asienta con la cabeza.

¿Cómo se lo vas a explicar a las señoras?

"Pues que el cuerpo no es malo, pero que traten de valorarlo porque a lo mejor pueden caer en tentación. Además, Dios es amor y si creó al hombre y a la mujer, es para que se amen; pero dentro del matrimonio. Ambos tienen que ser fieles”.

¿Y si alguno de tus hijos decidiera vivir en unión libre, lo aceptarías?

"No, no es lo que Dios quiere; pero siempre estaré con ellos, ¿quién soy para no perdonar?"

Y si tu esposo te fuera infiel, ¿lo perdonarías también a sabiendas de que puede repetir la traición?

Lorena duda. Piensa y asienta: “Es que tengo dignidad ¿no?... Y si vienen dos o tres engaños más, ¿qué caso tiene vivir juntos?... No sé. Yo haría todo por salvar mi matrimonio, haría oración y pediría mucho a Dios por él”.

La duda, sin embargo, queda en la joven al suponer que, si deja al marido infiel, podría ser mal vista por sus compañeras y verse obligada a salir del Opus Dei, abandonar la experiencia que considera la “más bella de su vida”. A diferencia de ella, Sixta Cruz, con más de 30 años en el grupo, contesta que ya consultó al sacerdote y le dijo que puede seguir en el Opus Dei porque la falta no es de ella. Aún así, tiene advertidos a sus hijos que si le fallan, ella no podrá seguir yendo a la hacienda, con todo y lo feliz que la hace, porque sentirá que fracasó.

Antonia González Romualdo es la más antigua de las mazahuas integrantes del Opus Dei. Ella es supernumeraria. No sabe su edad y sólo atina a decir que forma parte de La obra desde sus inicios en este lugar, hace 45 años. Aprendió a leer con el catecismo. Escribir no sabe, pero Antonia tiene ánimos para aprender y enviar cartas de su puño y letra al padre que las asesora. Mujer inteligente y bonachona, refiere que todos los días se levanta a las 5:30 de la mañana para ir a misa. Regresa a su casa por el nixtamal y sale al molino para volver de nuevo y preparar sus tortillas.

Limpia su vivienda, va a casa de su nuera, para ayudarla con los nietos, porque está enferma de lupus, regresa a la una de la tarde para iniciar puntual su oración, hace una lectura de cinco minutos y, más tarde, el santo rosario. Sin embargo, dice que le pide a la Virgen para que le ayude a ganar tiempo al tiempo y estar en la hacienda a las cinco de la tarde todos los jueves para el catecismo. Al término de esto, sube a su vivienda para preparar la comida, antes de que el marido llegue: tortillas y quintoniles.

"No más me da risa -dice- que mi esposo también ha cambiado… casi no me hace caso, pero un día me preguntó qué le di porque es menos enojón. No hice nada, fue por pura oración", concluye sonriente Antonia González Romualdo.

© 2005, Oficina de información del Opus Dei en Internet

jueves, octubre 27, 2005

Cohabitación, ruina prematrimonial

Según el estudio "Cohabitation and Marriage: How Are They Related?", publicado por el Instituto Vanier de la Familia (Ottawa), la cohabitación tiene, a pesar de su popularidad, altos costes sociales y emocionales. La agencia Zenit (15 octubre 2005) se hace eco de este informe.
La autora del estudio, Anee-Marie Ambert, reúne los resultados de cientos de investigaciones sobre los efectos sociales, emocionales y financieros de la cohabitación y el matrimonio. En Canadá y Estados Unidos, el número de parejas de hecho ha aumentado notablemente. En 2000, cohabitaban más de 4,1 millones de parejas heterosexuales en Estados Unidos (8,2% de las parejas) y 1,3 millones en Canadá (16%). En Quebec el nivel ha alcanzado el 30%, la misma proporción que en Suecia.

El estudio muestra que la cohabitación previa al matrimonio provoca luego índices de divorcio más altos. Según la Encuesta Social General Canadiense, en el grupo de edad de entre 20 y 30 años, el 63% de las mujeres cuya primera relación había sido de cohabitación se había separado en 1995, en comparación con el 33% de las mujeres que se casaron en su primera relación.
Entre las causas, Ambert observa que algunas personas escogen la cohabitación porque no requiere fidelidad sexual. Los datos indican que la experiencia de una cohabitación de menor compromiso conforma el comportamiento marital posterior. Así, "algunas parejas siguen viviendo su matrimonio a través de la perspectiva de inseguridad, separación de ingresos, bajo nivel de compromiso e incluso falta de fidelidad". Y está comprobado que la falta de fidelidad lleva a índices más altos de rupturas matrimoniales.

Algunos estudios muestran que las parejas que han cohabitado tienen un comportamiento menos positivo a la hora de resolver problemas y, por lo general, se apoyan menos el uno al otro. Las parejas que habían cohabitado antes del matrimonio tienen índices más altos de violencia doméstica, otro factor relacionado con el divorcio.

Por lo general, quienes cohabitan aprueban más el divorcio como solución a los problemas matrimoniales. Además, las parejas que cohabitan son menos religiosas que quienes se casan sin haber convivido. En este punto hay varios estudios que indican una correlación entre religiosidad y felicidad matrimonial así como estabilidad.

Otra característica de la cohabitación es su naturaleza inestable. Más de la mitad de las uniones de hecho se disuelven en los primeros cinco años. En Quebec, el nivel de disolución de las relaciones de hecho es más bajo que en otras provincias, pero aún así tienen un índice de rupturas significativamente más alto que los matrimonios. La tendencia apunta hacia una mayor inestabilidad. En los 70, cerca del 60% de las parejas que vivían juntas se casaban con su pareja antes de tres años. Pero a principios de los 90 esta cifra bajó al 35%.Peor para los niños
No son sólo las parejas quienes sufren. En 2001, el 8,2% de los niños canadienses de menos de 14 años vivían en hogares de parejas de hecho, excluyendo a Quebec donde la cifra alcanzaba el 29%. En Estados Unidos se estima que un 40% de los niños vivirán con su madre soltera (nunca casada o divorciada) y su novio en algún momento antes de cumplir los 16 años.

Ambert comenta que a pesar de la creciente aceptación social de la cohabitación, hay poca información directa sobre los efectos en los niños. Para los hijos, la cohabitación significa un mayor riesgo de vivir en una estructura familiar inestable, especialmente cuando su madre cohabita con un hombre que no es el padre del niño. Algunas familias incluso hacen frente a una situación de "puerta giratoria", con una serie de parejas a lo largo de los años. Estos niños tienen resultados escolares inferiores y más problemas de comportamiento.

En cuanto a la situación económica familiar, cuando una madre soltera comienza a cohabitar, la pobreza puede reducirse un 30%. Aunque esto beneficia económicamente a los hijos a corto plazo, la otra cara es que la pareja de una relación de hecho normalmente gana menos que un hombre casado. El respiro financiero no dura mucho debido a la fragilidad de estas uniones.
Otros problemas afectan a la capacidad de la madre para dar una atención adecuada a sus hijos, ya que su pareja no suele estar vinculado a los niños.

Los abusos físicos son también más frecuentes; los niños corren más riesgos de ser maltratados por el novio de su madre que en las familias biológicas. Las chicas, por su parte, corren más riesgo de abusos sexuales. "Compromiso y estabilidad están en la base de las necesidades de los hijos; no obstante, en una gran parte de las parejas que cohabitan estos dos requisitos están ausentes", observa Ambert.

Mucha gente sostiene que el matrimonio simplemente es una cuestión de elección de forma de vida y que es equivalente a la cohabitación. "En estos momentos la investigación no apoya este punto de vista". Al contrario, muestra que el matrimonio tiene muchos beneficios tanto para los esposos como para los hijos. Una conclusión que los legisladores deberían tomar en consideración.

El amor quiere eternidad

CUANDO un ser realmente querido muere, la muerte deja de ser un acontecimiento social, nos interpela directamente y nos golpea con violencia, nuestra propia instalación en el mundo se ve alterada. Las cosas no presentan el mismo color, los matices cálidos y brillantes giran a fríos y oscuros. La euforia vital se contrae, se atenúa la alegría de vivir, nuestros proyectos se reducen y se hacen relativos. La muerte no es ya una remota posibilidad, ha cobrado presencia, es una realidad que también a mí me afecta: las letras del tiempo se presentan en plazos inexorables.

Cuando un ser querido muere, nuestro entorno queda empobrecido, el tejido de relaciones que daban sentido a nuestra vida sufre un desgarrón, se hunde parte de nuestro mundo. Agustín de Hipona, en sus 'Confesiones', relata en tonos dramáticos la pérdida de un amigo en plena juventud: las tinieblas inundaban su corazón, la muerte aparecía por doquier, su recuerdo se volvía tortura al saberlo perdido, por todas partes lo buscaba y no lo encontraba. Le faltaba la mitad de su alma. Tenía tedio de la vida y miedo a la muerte. Y nos da la razón: «Había muerto aquél a quien yo amaba como si no hubiera de morir. Había amado a aquel hombre que había de morir como si fuese inmortal». Le sorprendió que muriera el que consideraba inmortal, porque lo había amado como si realmente lo fuese.

Pero el amor siempre procede así, quiere durar eternamente. En el entusiasmo del amor, estimamos a la persona amada como inmortal y pretendemos que la situación feliz permanezca perpetuamente. Bien lo expresó Nietzsche: «Toda alegría quiere eternidad ¿Profunda, profunda eternidad!». Y Unamuno: «La sed de eternidad es lo que se llama amor entre los hombres; y quien a otro ama es que quiere eternizarse en él». Junto con él, unido a él, anhela permanecer en una dicha eterna. Por eso el amor es atisbo y vislumbre de un mundo distinto cuya ley sea la libertad. Del mismo modo, Gabriel Marcel: «Amar a uno es decirle: Tú eres inmortal». Tú no morirás, continuarás viviendo conmigo, en la unidad del nosotros, como persona, en tu verdadera realidad. «Aunque no pueda tocarte ni verte, yo sé que estás conmigo».

Una vez más, se adelantó Platón: «El amor es deseo de inmortalidad». El amor no se conforma con una posesión temporal del objeto amado, quiere que lo bueno nos pertenezca siempre. Por eso, en el amor, descubrimos la inmortalidad: en su dimensión profunda, tiene un no sé qué de perennidad, el amor se jura eterno. Y la deseamos. Pretendemos que nuestros seres queridos vivan eternamente, no nos resignamos a su total extinción. Ni a la nuestra, en el amor entrevemos nuestra vocación más auténtica.

Este hambre de inmortalidad se ha manifestado siempre a través de los tiempos. Ya el neandertal enterraba reverentemente a sus muertos -orientados al Sol naciente, en posición fetal- los teñía con ocre rojo, símbolo de la vida, y los dotaba de utensilios que facilitasen su actividad en el más allá. En los albores de la historia, la primera obra maestra de la literatura universal nos narra la epopeya de Guilgamesh, que parte animoso en busca de la inmortalidad. La religión irania, desarrollando la antigua concepción indoeuropea, no sólo nos describe el viaje del alma después de la muerte, sino que proclama la resurrección de los cuerpos y el juicio final. El culto a los antepasados es testigo de la creencia china en la vida de ultratumba, en el confuciano Libro de los Ritos se lee que el alma espiritual y su fuerza vital vuelven al cielo, mientras que el cuerpo y el alma sensitiva permanecen en la tierra. Sin duda alguna, debemos incluir el ansia de pervivencia entre los más antiguos, intensos y apremiantes deseos de la humanidad.

Porque resulta claro que la muerte definitiva convierte la vida en un sinsentido. La conciencia reflexiva no puede ser simplemente un relámpago entre dos eternidades de tinieblas. Es impensable que vengamos del silencio y retornemos al silencio. Es violento y antinatural quebrar una vida que quiere seguir viviendo. «No hay muerte natural su presencia hace problemático el mundo» (Simone de Beauvoir). Por ello, se comprende la actitud: si tenemos que perecer, perezcamos; pero no sin resistencia, no hagamos que la nada sea una justicia.

Ahora bien, el mundo no es producto de la necesidad, sino del amor. Dios no es menesteroso, no tenía necesidad alguna de crearlo. Nos ha puesto en la existencia como personas, no como simples instrumentos. ¿Tiene sentido que un Dios bondadoso cree al hombre con ansias de infinito para dejarlo caer en el abismo del no ser? ¿Es comprensible que le haya dado conciencia de su existencia en el mundo simplemente para sienta la angustia de la muerte y se precipite en la nada? «Un Dios que no otorgara la inmortalidad no sería un verdadero Dios» (L. Feuerbach).

Si estuviera en nuestras manos, el ser amado nunca dejaría de existir. Pero Dios sí que puede hacerlo, y no se arrepiente de sus obras: el deseo de inmortalidad, tenaz en el hombre, equivale a una promesa implícita. Ante la muerte, podemos, pues, confiar en la bondad de Dios, y refugiarnos en la esperanza: «Tú, el Dios leal, me salvarás» (Salmo 30,6).

Antonio Álamos Olmos/Profesor de Filosofía

Sí, Antonio, «amar es decir: tú no morirás»

martes, octubre 25, 2005

Historia de Rosa Parks, que se negó en 1955 a ceder su sitio en el autobús a un blanco

Una reportera de Yo Dona viajó hasta este estado norteamericano para recordar la historia de Rosa Parks, que se negó en 1955 a ceder su sitio en el autobús a un blanco
MARÍA RAMÍREZ (YO DONA)

Parks llega al Juzgado el 24 de febrero de 1956. (Foto: AP)
Parks llega al Juzgado el 24 de febrero de 1956. (Foto: AP)

En 1955, Rosa Parks se negó a ceder su asiento a un blanco, como obligaba la ley del Sur, y su resistencia acabó con la segregación racial. Cincuenta años después, sus herederos hablan entre la nostalgia y la apatía. Ésta es la crónica de un viaje por esa América herida donde los negros han dejado de luchar.

Al final de una avenida polvorienta a las afueras de Montgomery, 156 casas de ladrillo rojo carcomido por el sol con ventanas destartaladas se agrupan en hileras idénticas. Este complejo de subvención estatal, Cleveland Court, no ha cambiado, sólo ha envejecido desde 1941, el año de su construcción en la capital de Alabama. Decenas de niños, todos negros, corretean descalzos con las piernas melladas por los cardenales y las picaduras de las hormigas, que se amontonan en enormes nidos repartidos por una hierba áspera donde apoyar las rodillas tan sólo unos segundos equivale a un sarpullido inmediato. Los pequeños gritan: «¡La policía! ¡La policía!» cada vez que escuchan una sirena, aunque ocasionalmente sea de los bomberos, y rodean cualquier coche que hunda sus ruedas en el barro de la explanada del project (los inmuebles de protección oficial en versión estadounidense).Pero la experiencia les ha enseñado a evitar a algunos de los que derrapan con frecuencia delante de ellos: los ruidosos y desconchados descapotables de los veinteañeros que maldicen con la música a todo volumen. «Traen drogas y peleas, viven cerca y vienen a armar jaleo aquí», cuenta la gestora de Cleveland Court, Yvonne Payton, una mujer solitaria que confiesa con ojos tristes su frustración por no haber conseguido escapar de Alabama.

La modista que se rebeló

Entre las docenas de viviendas, indistinguibles las unas de las otras desde fuera a no ser por el número que las identifica, una permanece siempre vacía. En la entrada grisácea del 634 sólo queda un frigorífico que aún funciona. Esta casa de apariencia insulsa, con las mismas ventanas oxidadas y los mismos ladrillos descoloridos que el resto, alojó a la mujer que rompió el apartheid del profundo Sur hace ahora 50 años, pero la mayoría de los residentes ni siquiera lo sabe. «Hey, ¿dónde vivía Rosa Parks?», pregunta Yvonne a un adolescente que sale de la puerta de al lado vestido con pantalones anchos y una gorra al revés. El joven señala confundido hacia la otra punta del project. «¡Era tu vecina!», le corrige ella. «Oh, ¿de verdad? Guay», contesta él con desgana antes de seguir su camino.

Un empleado del Sheriff D.H. Lackey recoge las huellas de Parks en Montgomery el 22 de febrero de 1956. (Foto: AP)
Un empleado del Sheriff D.H. Lackey recoge las huellas de Parks en Montgomery el 22 de febrero de 1956. (Foto: AP)

La tímida modista mulata de 42 años que cosía entre esas paredes cambió su existencia y la de Alabama el 1 de diciembre de 1955.Yvonne, que nació ese año y pasó su infancia en Cleveland Court, la recuerda como «una persona muy tranquila», que apenas hacía ruido al andar y solía «susurrar». Acostumbrada de niña a dormir con la ropa puesta por si tenía que salir corriendo en mitad de la noche por un asalto del Ku Klux Klan, Parks creció marcada por las humillaciones debidas al color de su piel. Sus ganas de lucha se acentuaron por la frustración de no poder votar a Franklin D. Roosevelt -en el mejor de los casos, los negros tenían derecho a papeleta si pagaban una tasa especial y pasaban un examen, habitualmente amañado para que suspendieran-. «No era una líder, sino una abnegada trabajadora, perfeccionista hasta el más mínimo detalle», explica Gale Matthews, prima de Rosa y una de sus jóvenes acólitas. Parks fue elegida secretaria del NAACP (hoy, el mayor lobby negro) casi por casualidad, una noche que faltaban miembros del grupo. «Era demasiado tímida para rechazar el puesto», relata Rosa en su autobiografía.

Pero una tarde de invierno la callada costurera cambió la historia con el simple gesto de no moverse de su asiento en el autobús.En la Alabama de los años 50, la misma que había luchado un siglo antes contra el Norte para mantener la esclavitud y la misma donde aún hoy es fácil encontrar blancos que mencionan con orgullo la bandera confederada, símbolo racista, los negros quedaban confinados en las escuelas, los lavabos y los transportes a los sitios para colored. No se trataba de mera segregación, sino de discriminación por ley, donde los peores barrios, los peores servicios, las peores casas y hasta las peores sillas les tocaban a quienes tenían la piel más oscura. En el autobús, se escenificaba cada día la humillación. Los asientos de delante correspondían a los blancos, las últimas filas a los negros y las de en medio, en teoría, a quien llegara primero; en la práctica de Montgomery, también a los blancos. Los conductores empujaban a los negros e insultaban a las mujeres por sádica diversión. James Blake, que conducía el autocar en diciembre del 55, obligaba a entrar a los pasajeros negros por la puerta de atrás después de haber pagado en la de delante y, mientras caminaban hacia la trasera, solía pisar el acelerador. Llamaba putas a las afroamericanas y ya había echado a Rosa de su autobús 10 años antes. El 1 de diciembre, después de un largo día de trabajo en los grandes almacenes del centro, Parks viajaba en la zona intermedia del autobús.

Rosa no se movió de su asiento en el autobús. Estaba harta de una vida de abusos por su color

A la tercera parada, ya había un blanco de pie. «¡Moveos todos, necesito esos sitios!», gritó el conductor a Rosa y a las otras tres personas negras de su fila. Los blancos no se sentaban junto a personas de color ni aunque los separara un pasillo. Tras varios alaridos furiosos del conductor, los compañeros de Rosa se movieron en silencio hacia atrás, pero ella permaneció inmóvil en su asiento, mirando por la ventanilla el cine de enfrente, donde proyectaban el western A Man Alone (Un hombre solo). Blake se puso delante de ella y, amenazante, le espetó: «¿Te vas a levantar?». Rosa tan sólo contestó: «No». Blake, impaciente, estridente, aunque algo confundido, replicó: «Voy a hacer que te arresten». Y ahí llegó la respuesta de Rosa, decidida, pero con su inglés más formal: «You may do that» («Podrías hacerlo»).

La noticia de la detención durante dos horas de una tímida mujer madura, correcta, educada y mulata se propagó aquella noche por toda la ciudad. Y la indignación se transformó en la forma de protesta más eficaz, la que tenía un impacto sobre las cuentas públicas: el boicot a los autobuses. La iglesia baptista de Dexter Avenue, donde predicaba un entonces joven y casi desconocido reverendo llamado Martin Luther King, se llenó de feligreses dispuestos a la acción.

Rosa Lee Parks, en el autobús donde empezó a cambiar la historia. (Foto: AP)
Rosa Lee Parks, en el autobús donde empezó a cambiar la historia. (Foto: AP)

Boicot y solidaridad

«Rosa estaba cansada, pero no por la jornada laboral, sino por una vida de abusos. No podía soportarlo más», dice Gale Matthews en la casa que poseen a las afueras de Montgomery los pocos familiares que quedan de Parks en la ciudad. Aquella noche de diciembre, Gale, de entonces 16 años, vagó en la oscuridad con su madre para repartir papeletas que explicaban el último arresto -Parks era la tercera mujer detenida en pocos meses- y llamaban al boicot a los autobuses.

«Íbamos de puerta en puerta. Uno de nuestros papeles cayó en las manos de una mujer blanca con conciencia que decidió publicar nuestro anuncio del boicot en el Montgomery Advertiser. Topar con la persona adecuada desencadenó todo», explica Gale, que al día siguiente se levantó pronto para ver pasar el autobús. Cuando llegó con sólo dos pasajeros, los negros aplaudieron. Durante esos meses, el salón del 634 de Cleveland Court perdió su habitual aspecto impecable. Zapatos de todas las tallas tapizaban el pavimento. «Se necesitaban para la gente que tuviera que ir caminando al trabajo. Rosa los recolectaba», explica Jen Stinson, hermana menor de Gale. Durante 381 días los autocares avanzaron vacíos por las calles de Montgomery, mientras los negros iban a pie o en coches privados, ayudados por unos pocos blancos solidarios. El caso de Parks y de las otras dos mujeres arrestadas antes que ella por negarse a ceder su asiento -Mary Louise Smith y Claudette Colvin- llegó al Tribunal Supremo, que en 1956 proclamó inconstitucional cualquier división en los autobuses por el color de la piel de los pasajeros.

Montgomery parece ahora el decorado de un 'western' de Hollywood

«Todos nos bajamos del autobús. Fue el acto de toda una comunidad», dice Georgette Norman, directora del Museo Biblioteca Rosa Parks, erigido en la parada donde la modista dijo su suave pero firme no. Norman lleva grabadas en el subconsciente las humillaciones sufridas. «Aún hoy, tengo la obsesión de ir al baño antes de pisar la calle. Me acostumbré de niña, porque fuera de casa nunca sabías cuándo encontrarías uno para negros», explica en su despacho, decorado con un collage africano y pósters en blanco y negro con fotos históricas. La directora y profesora universitaria, que lleva un pin en la solapa en el que se lee Soy una mujer, estoy cansada, soy invencible, recuerda que los principales actos de resistencia en los 50 fueron obra de mujeres. Además de ser las primeras que no quisieron ceder su asiento en Montgomery, también hubo un grupo de mujeres blancas ilustradas que ayudó a la causa. Entre ellas, Virginia Durr, para quien trabajaba Parks.

Parks llega a la Corte de Alabama con E.D. Nixon, el entonces presidente de la NAACP en el estado. (Foto: AP)
Parks llega a la Corte de Alabama con E.D. Nixon, el entonces presidente de la NAACP en el estado. (Foto: AP)

«Aunque el feminismo de estas mujeres aún está por explorar, ellas fueron clave. Es cierto que podían permitirse actos que, si hubieran sido hombres, les habrían costado un linchamiento», comenta Norman, que optó por regresar a su Montgomery natal con la esperanza de rehabilitarla, aunque ella misma reconozca la apatía general de la población ante la miseria en la que viven.

Una ciudad fantasma

El centro de la capital de Alabama podría ser el decorado abandonado de un viejo western de Hollywood. La abarrotada avenida donde Parks trabajaba es ahora una sucesión de edificios de piedra semidestruidos y tiendas cerradas. La máxima concentración que se encuentra en hora punta es una cola de cinco personas delante del banco, un rascacielos con los cristales del tejado rotos.Las pocas personas que se cruzan durante el día, habitualmente cerca del Tribunal Supremo del Estado -donde un juez luchó el año pasado por mantener en la puerta el texto de los Diez Mandamientos-, siempre saludan a los extraños. Los vagabundos se pasean frente a los murales que cubren los negocios clausurados con las escenas más sangrientas de la Biblia. La mayoría de los habitantes pasa fugaz dentro de sus camionetas, rumbo a los centros comerciales o a las casas de los suburbios.

Las viejas fotos en blanco y negro de una ciudad activa parecen ahora un espejismo. Una ilustración de los años 40 que hay en el despacho de Yvonne Payton muestra una amplia fuente rodeada de casas de aspecto impoluto. «Una pena», comenta ella. «Aquí vivía gente de clase media, profesionales», recuerda Ruth Craig, prima de Parks y, con 89 años, su familiar más anciana. Ruth vivió su propio episodio de resistencia. Una tarde, a punto de coger el autobús, guardaba fila justo detrás de dos mujeres blancas cuando un hombre le dio un empujón para apartarla del grupo.«Estaba llorando, pero reaccioné, subí y, cuando intentó agredirme otra vez, le arañé, le dejé mis dedos marcados en el cuello», recuerda animada. «Cuando Rosie no se levantó de ese asiento, habló por todos nosotros.»

Parks fue fichada por la Policía el 22 de febrero de 1956. (Foto: AP)
Parks fue fichada por la Policía el 22 de febrero de 1956. (Foto: AP)

Pero hasta su adorada prima dejó de ser la misma hace ya unas décadas. Durante un tour para promocionar su autobiografía como heroína de los derechos civiles, Parks paró en Montgomery con todo su séquito de abogados y representantes. La controlaba en todo momento Elaine Steele, una amiga convertida en su guardiana y que, ahora que Parks padece demencia senil y no puede salir de casa ni comunicarse con el resto del mundo, decide por ella.«Quería hablar con Rosie y que me firmara el libro, pero ni siquiera me dejaron acercarme. Me quedé muy decepcionada», cuenta Ruth.«Elaine la ha manipulado. Muchas veces llamábamos y no le pasaba nuestros mensajes», explica Jen Stinson, indignada, como el resto de sus familiares, por la reciente querella millonaria de Steele contra un grupo de rap que utilizó el nombre de Rosa Parks en un estribillo. «Rosa nunca habría formulado esa denuncia. La culpa es de Elaine, que la ha aislado de la gente y ha logrado monopolizarla», se queja. El carácter discreto de Parks la hizo presa perfecta de Elaine.

La personalidad casi apocada de la heroína despierta la duda histórica de por qué se alzó como líder y símbolo aquella tarde de diciembre. La izquierdista Gale explica la reacción de Rosa recurriendo a Dios, como buena sureña nacida en una ciudad donde hasta el servicio de taxi se llama Limusina Milagro. «No elegimos, nos eligen. El doctor King fue elegido, como Gandhi, como Rosa», susurra.

"Los jóvenes han tirado a la basura el legado de Rosa", dice Gale, maestra y prima de Parks

Algunas heridas siguen abiertas para la familia, que recordó las viejas humillaciones con motivo de la muerte en 2002 de James Blake, el conductor del autobús, «lleno de odio hasta el final de sus días», según Georgette Norman. La comunidad negra sufre todavía por el pasado. Un tribunal acaba de condenar, después de más de 40 años, al asesino de tres activistas por los derechos civiles en el vecino Mississippi, el caso real que inspiró la película Arde Mississippi. A pesar de las conquistas, la familia de Parks no esconde su decepción ante el resultado de su lucha 50 años después. Gale, profesora, lamenta que ni sus alumnos ni los demás maestros afroamericanos conozcan la historia de los derechos civiles. «Es como si se avergonzaran, como si quisieran olvidar para sentirse más cómodos con sus amigos blancos», dice, y añade: «Los jóvenes han tirado a la basura el legado de Rosa y de los que lucharon por ellos.No ven ningún valor en la moralidad. No eres un ciudadano de segunda hasta que te lo crees. Ahora la pasividad está derivando en la pérdida de derechos. Está claro que los negros ocupan cargos antes inaccesibles, pero yo sé que el doctor King lloraría si viera cómo está ahora la comunidad, marcada por la apatía e invadida por las drogas».

Sin esperanzas

La segregación legal pertenece ya al turismo histórico de Alabama, pero la fractura social y económica sigue siendo el presente.El índice de pobreza entre los negros alcanza en algunos condados el 70% y su salario medio llega, con suerte, a la mitad del de los blancos. En el resto de EEUU, las peores escuelas y los peores servicios quedan confinados al gueto negro, ahora también hispano.El abstencionismo supera el 50%. Alabama, además, les pone más trabas para ejercer el derecho al voto que cualquier otro estado.

Pero la preocupación de la mayoría es la supervivencia. Bernard Hoboly, un cuarentón que huyó de Newark, en New Jersey, porque cada día se producía un tiroteo en su barrio, lleva una década tratando de salir adelante en Montgomery, donde su padre le dejó tierras en herencia. «Esta ciudad está muerta. Odio Alabama.Es muy pobre y no hay esperanza, porque la gente no lucha ni lo intenta», cuenta Hoboly en un descanso mientras construye una caseta. Baja por un terraplén rocoso, lleno de cristales e infestado por un torbellino de mosquitos, y señala a varias familias que están acampadas debajo de un puente. «Esto es Alabama, un desastre», dice. Campo a través, se abre paso entre los matorrales hasta la orilla del río, cuyas corrientes de agua turbia podrían arrastrar a cualquiera.

«También esto solía estar lleno de gente, pero los metieron a todos en la cárcel», farfulla. «No puedo soportar Estados Unidos. Quiero irme a vivir a Francia, a Europa, porque aquí cada día tengo que elegir entre pagar la casa o comer», dice mientras cruza las vías del tren, por las que ya sólo pasan unos pocos vagones de mercancías.

El olvido de la primera mujer que dijo 'no'

Por CLAUDETTE COLVIN

Aún hoy, frente a un plato combinado en un restaurante del Bronx, Claudette Colvin sólo dibuja una sonrisa tímida cuando alguien se refiere a su valentía de hace cinco décadas en Alabama. La camarera, también afroamericana, la trata con cierta impaciencia y nadie parece impresionado al escuchar su nombre.

El 2 de marzo de 1955, Colvin fue la primera que, con sólo 15 años, se atrevió a no levantarse de su asiento para cedérselo a un blanco en un autobús de Montgomery. También ella fue arrestada, como Rosa Parks, pero ningún abogado quiso utilizarla en principio para denunciar la injusticia. «Lo puedo entender», cuenta ella, con su fuerte acento sureño, «era muy joven, podía ser imprevisible, venía de un barrio muy, muy pobre y tenía la piel muy oscura. Debería ser un motivo de orgullo, no tengo ni una gota de sangre blanca, pero no fue así». La joven, de familia humilde, pero brillante y enérgica estudiante, sufrió la discriminación de los propios negros, que consideraban el tono de piel más claro como símbolo de un estatus más alto y preferían a una mujer madura, silenciosa y casi mulata. Por si fuera poco, Colvin se quedó embarazada y, mientras Parks recibía todos los honores, ella fue repudiada.«Lo que nunca pude entender es cómo Rosa jamás habló de mí ni de las otras mujeres que resistieron y ayudaron al boicot. No recuerdo que jamás hiciera ni la más mínima mención», dice Colvin, recién jubilada a los 65 años.

Huyó a Nueva York en busca de libertad, pero incluso allí mantuvo su acto heroico en secreto. «A los negros de Harlem sólo les importaba Malcom X, no la resistencia no violenta de Alabama», recuerda. Su dura vida es la habitual de cualquier afroamericana en EEUU. Madre soltera, para sobrevivir trabajó en el turno de noche de un hospital, donde ni sus colegas sabían su historia. Su primogénito murió de una sobredosis de crack. Ahora su otro hijo, que trabaja en Atlanta, a dos horas en coche de Montgomery, trata de convencerla para que se mude con él. «Debo pensarlo, ya no soy del Sur», dice.


Reportaje publicado en la revista Yo Dona el 9 de julio de 2005.

Rosa Lee Parks habla en la iglesia baptista Ebenezer, en Montgomery (Alabama). (Foto: AP)

Rosa Lee Parks habla en la iglesia baptista Ebenezer, en Montgomery (Alabama). (Foto: AP)

La estabilidad matrimonial es superior en Europa, pero la cultura del matrimonio y de familia está más viva en EE.UU

Un canonista dice que la estabilidad matrimonial es superior en Europa, pero la cultura del matrimonio y de familia está más viva en EE.UU.


Según el experto Javier Otaduy, profesor de la Universidad de Navarra

Cabe el peligro de que todos los matrimonios parezcan nulos, cuando se pretende que el consentimiento matrimonial sea perfecto; así no queda ningún matrimonio válido porque ese consentimiento nunca existe.

No hay hombres y mujeres perfectos. Si se saca de quicio la libertad y la responsabilidad que merece el acto de contraer matrimonio podemos no encontrar ninguno suficiente. Así lo aseguró hoy el canonista Javier Otaduy, profesor de la Universidad de Navarra , en el XXIV Curso de Actualización en Derecho Canónico La Instrucción Dignitas Connubii sobre los procesos de nulidad matrimonial. El encuentro, organizado por la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, reúne esta semana a 150 profesionales y especialistas.

La diferencia entre matrimonio nulo y divorcio es completa. Matrimonio nulo quiere decir matrimonio que no se constituyó, que en el momento en que se realizó tenía una grave anomalía que no le permitía nacer como matrimonio. El juez lo que hace es declarar esa nulidad. No disuelve nada. Son procesos de declaración de la nulidad. El divorcio no tiene nada que ver con esto como concepto: Es la ruptura del vínculo matrimonial por voluntad de las partes.

El canonista Otaduy consideró que en Europa se llevan a los tribunales eclesiásticos aproximadamente una tercera parte de las causas que se presentan en Estados Unidos. Porque la estabilidad matrimonial quizá sea superior en Europa, pero la cultura del matrimonio y de familia está más viva en EEUU.

Rupturas debidas a la pérdida del sentido del compromiso

Al hablar del aumento de las rupturas matrimoniales el especialista explicó: Es muy importante la detección precoz. Cuando una ruptura es definitiva hay poco que hacer. Lo importante es resolver las pequeñas dificultades, o grandes, pero cuando están en situación de decepción, no de fracaso. Frecuentemente -continuó- se identifica hoy fracaso matrimonial con nulidad porque la gente no sabe muy bien lo que es una cosa y otra.

Pero aseguró que también hay que tener en cuenta que la felicidad es consecuencia de una vida de entrega y de virtud. Muchas rupturas se deben a esto, a que hemos perdido de vista el compromiso y la grandeza del peso de la vida.

Sobre el modo de evitar o disminuir el número de rupturas y nulidades matrimoniales comentó que no es lo mismo una ruptura que una nulidad. Se trata de estimular una cultura de la unión y desprestigiar la ruptura. Así como está desprestigiada la violencia doméstica debería desprestigiarse la violencia contra el matrimonio, según el profesor de la Universidad de Navarra.

Al hablar de iniciativas legislativas que favorecen el divorcio rápido, aseguró: Una ley que establece que el pacto matrimonial dura lo que decidan los contrayentes, cada uno por su cuenta, debilita y se ríe de los conceptos de matrimonio y de familia.

domingo, octubre 23, 2005

Reconciliación y sentido del pecado: tema clave en mensaje del Sínodo de los Obispos


La Eucarístia: Pan vivo para la paz del mundo

Queridos hermanos obispos,
queridos sacerdotes y diáconos,
amados hermanos y hermanas,

1. “¡La paz esté con vosotros!”. En nombre del Señor que irrumpe en el Cenáculo de Jerusalén al atardecer de la Pascua, repetimos: “La paz esté con vosotros!” (Jn 20, 21). ¡Que el misterio de su muerte y resurrección os consuele y dé sentido a toda vuestra vida! ¡Que Él os guarde en la alegría de la esperanza! Porque Cristo vive en su Iglesia; según su promesa está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20). En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, Él mismo se nos entrega y con Él nos dona la alegría de amar como Él ama, pidiéndonos que compartamos su Amor victorioso con nuestros hermanos y hermanas del mundo entero. Este es el mensaje de gozo que os anunciamos, queridos hermanos y hermanas, al final del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía.

Bendito sea Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo que nos ha reunido nuevamente, como en el Cenáculo, con María, Madre del Señor y Madre nuestra, para hacer memoria del don supremo de la Santísima Eucaristía.

2. Convocados a Roma por Su Santidad el Papa Juan Pablo II, de venerable memoria, y confirmados por Su Santidad Benedicto XVI, hemos llegado desde de los cinco continentes para rezar y reflexionar juntos sobre la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia. La finalidad del Sínodo ha sido ofrecer al Santo Padre algunas propuestas útiles para actualizar la pastoral eucarística de la Iglesia. Hemos podido experimentar lo que la sagrada Eucaristía significa desde los orígenes: una sola fe y una sola Iglesia, alimentada por un mismo Pan de vida y en comunión visible con el sucesor de Pedro.

3. El diálogo fraterno entre obispos e invitados-oyentes, así como el diálogo con los representantes ecuménicos, ha renovado nuestra convicción de que la Sagrada Eucaristía no sólo anima y transforma la vida de nuestras Iglesias particulares de Oriente y Occidente, sino también las múltiples actividades humanas en los muy diversos medios en los que vivimos. Experimentamos una profunda alegría al constatar la unidad de nuestra fe eucarística dentro de la gran variedad de ritos, culturas y situaciones pastorales. La presencia de tantos hermanos obispos nos ha permitido experimentar de forma todavía más directa la riqueza de nuestras diferentes tradiciones litúrgicas. Una riqueza que hace resplandecer la profundidad del único misterio eucarístico.

Os invitamos a rezar con más fervor, hermanos y hermanas cristianos de todas las confesiones, para que llegue el día de la reconciliación y de la plena unidad visible de la Iglesia, en la celebración de la Santa Eucaristía, en conformidad con la oración del Señor la víspera de su muerte: “Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17, 21).

4. Profundamente agradecidos a Dios por el pontificado del Santo Padre Juan Pablo II y por su última encíclica Ecclesia de Eucharistia, seguida de la carta apostólica Mane nobiscum Domine, que abría el Año eucarístico, pedimos a Dios que multiplique los frutos de su testimonio y de su enseñanza. Nuestra gratitud va también a todo el pueblo de Dios cuya proximidad y solidaridad hemos percibido durante estas tres semanas de oración y de reflexión. Las Iglesias particulares en China, y sus obispos que no han podido unirse a nuestros trabajos, han ocupado un lugar especial en nuestros pensamientos y oraciones.

A todos vosotros, obispos, sacerdotes y diáconos, misioneros del mundo entero, hombres y mujeres consagrados, fieles laicos y también a vosotros hombres y mujeres de buena voluntad, responsables de los medios de comunicación: ¡En nombre de Cristo Resucitado: paz y alegría en el Espíritu Santo!

En escucha del sufrimiento del mundo

5. La Asamblea Sinodal ha sido un tiempo intenso de intercambios y testimonios sobre la vida de la Iglesia en los diversos continentes. Hemos tomado conciencia de las situaciones dramáticas y de los sufrimientos causados por las guerras, el hambre, las diferentes formas de terrorismo y de injusticia, que afectan a la vida cotidiana de centenares de millones de seres humanos. Las explosiones de violencia en Medio Oriente y en África nos han sensibilizado ante el olvido que sufre el continente africano en la opinión pública mundial. Los desastres naturales, que parecen hacerse más frecuentes, obligan a considerar la naturaleza con más respeto y a reforzar los lazos de solidaridad con las poblaciones afectadas.

No hemos permanecido en silencio ante los graves problemas causados por la secularización, presente sobre todo en Occidente, que conducen a la indiferencia religiosa y a varias manifestaciones de relativismo. Hemos recordado y denunciado las situaciones de injusticia y de pobreza extrema que proliferan por todas partes pero especialmente en América Latina, en África y en Asia. Todos estos sufrimientos claman a Dios e interpelan la conciencia de la humanidad. Ante ellos nos preguntamos: ¿en qué se transforma la aldea global de nuestra tierra, con un ambiente amenazado que corre el riesgo de ir a la ruina? ¿Qué hacer para que, en esta era de globalización, la solidaridad triunfe sobre el sufrimiento y la miseria? Nuestro pensamiento se dirige también a los que gobiernan las Naciones, para que, con diligencia, aseguren a todos el bien común y promuevan la dignidad de cada persona, desde su concepción hasta su muerte natural. Les pedimos que promuevan leyes respetuosas del derecho natural respecto al matrimonio y a la familia. Por nuestra parte continuaremos a a participar activamente en el esfuerzo común para crear las condiciones duraderas de un progreso real para toda la familia humana, en el que a nadie falte el pan de cada día.

6. Hemos llevado estos sufrimientos y problemas a la celebración y a la adoración eucarísticas. En nuestros debates, escuchándonos con hondura los unos a los otros, nos ha emocionado y conmovido el testimonio de mártires en varios puntos de la tierra que, como en toda la historia de la Iglesia, no faltan en nuestros días. Los Padres sinodales han recordado que, gracias a la Santísima Eucaristía, los mártires han encontrado el vigor necesario para vencer el odio con el amor y la violencia con el perdón.

“Haced esto en conmemoración mía”

7. La víspera de su pasión, “Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: ‘Tomad, comed, esto es mi Cuerpo’. Después, tomando una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: ‘Bebed todos de ella; porque esta es mi sangre, sangre de la alianza, que va a ser derramada por la multitud en remisión de los pecados’” (Mt 26, 25-28); “Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19; 1 Cor 11, 24-25). Desde el inicio la Iglesia hace memoria de la muerte y resurrección de Jesús con sus mismas palabras y sus mismos gestos en la Última Cena, pidiendo al Espíritu Santo que transforme el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre del Señor. Con la Tradición constante de la Iglesia creemos firmemente y enseñamos que las palabras de Jesús que el sacerdote pronuncia en la Misa, por el poder del Espíritu, realizan lo que significan. Realizan la presencia real de Cristo resucitado (CCC 1366). La Iglesia vive de este don supremo que la reúne, la purifica y la transforma en un solo Cuerpo de Cristo animado por un solo Espíritu (cf. Ef 5, 29).

La Eucaristía es el don del Amor del Padre que ha enviado a su Hijo único para que el mundo se salve por medio de Él (cf. Jn 3, 17); amor de Cristo que nos ha amado hasta el extremo (cf. Jn 13, 1); amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (cf. Rm 5, 5), que clama en nosotros “¡Abbá, Padre!” (Ga 4, 6; Rm 8, 15). Así pues, al celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, anunciamos con gozo la salvación del mundo proclamando la muerte victoriosa del Señor hasta que venga; y al comulgar de su Cuerpo, recibimos las “arras” de nuestra resurrección.

8. Cuarenta años después del Concilio Vaticano II, hemos querido verificar en qué medida los misterios de la fe se expresan y celebran adecuadamente en nuestras asambleas litúrgicas. El Sínodo reafirma que el Concilio Vaticano II ha puesto las bases necesarias para una reforma litúrgica auténtica. Es importante cultivar sus frutos positivos y corregir los abusos que se hayan introducido en la práctica litúrgica. Estamos convencidos de que el respeto del carácter sagrado de la liturgia pasa por una fidelidad auténtica a las normas litúrgicas de la autoridad legítima. Que nadie se considere dueño de la liturgia de la Iglesia. La fe viva, que reconoce la presencia del Señor, constituye la primera condición para una celebración bella que culmine con el Amén para gloria de Dios.

Luces en la vida eucarística de la Iglesia

9. Los trabajos del Sínodo se han desarrollado en una atmósfera de alegría y de fraternidad, alimentada por la discusión abierta de los problemas y el testimonio espontáneo de los frutos del año eucarístico. La escucha y las intervenciones de nuestro Santo Padre Benedicto XVI han sido para todos nosotros un ejemplo y una ayuda preciosa. Muchos testimonios nos han hablado de hechos positivos y consoladores. Por ejemplo la toma de conciencia de la importancia de la Misa dominical; el aumento de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en varias partes del mundo; la experiencia fuerte de las Jornadas Mundiales de la Juventud que han culminado en Colonia, Alemania; el desarrollo de numerosas iniciativas para la adoración del Santísimo Sacramento prácticamente en todo el mundo; la renovación de la catequesis del Bautismo y de la Eucaristía a la luz del Catecismo de la Iglesia Católica; el crecimiento de movimientos y comunidades que forman misioneros para la nueva evangelización; el aumento de grupos de monaguillos que dan la esperanza de nuevas vocaciones; y muchas otras experiencias que suscitan nuestra acción de gracias.

En fin, los Padres sinodales desean que el Año eucarístico sea un inicio y un punto de apoyo para una nueva evangelización, a partir de la Eucaristía, de la humanidad en vías de globalización.

10. Deseamos que el “estupor eucarístico” (EE 6) lleve a los fieles a una vida de fe cada vez más fuerte. Con este fin, las tradiciones orientales, ortodoxas y católicas, celebran la Divina Liturgia, cultivan la oración de Jesús, el ayuno eucarístico, mientras que la tradición latina propone una “espiritualidad eucarística” que culmina en la celebración e incluye también la adoración del Santísimo Sacramento fuera de la Misa, las bendiciones eucarísticas, las procesiones con el Santísimo Sacramento, y otras sanas manifestaciones de la piedad popular. Esta espiritualidad será sin duda de lo más fecundo para sostener la vida cotidiana y reforzar nuestro testimonio.

11. Damos gracias a Dios porque en varios países donde los sacerdotes estaban ausentes o confinados a la clandestinidad, la Iglesia puede ahora celebrar libremente los Santos Misterios. La libertad de evangelizar y los testimonios de renovado fervor despiertan poco a poco la fe en zonas profundamente descristianizadas. Saludamos con afecto y alentamos a los que aún sufren persecución. Pedimos también que donde los cristianos son minoría puedan celebrar el Día del Señor con toda libertad.

Retos para una renovación eucarística

12. La vida de nuestras Iglesias está marcada también por sombras y problemas que no hemos eludido. Pensamos ante todo en la pérdida del sentido del pecado y en la crisis persistente de la práctica del sacramento de la penitencia. Es importante que se redescubra su sentido profundo: es una conversión y un remedio precioso dado por Cristo resucitado para la remisión de los pecados (cf. Jn 20, 23) y el crecimiento en el amor a Dios y a nuestros hermanos.

Es interesante subrayar que un número creciente de jóvenes, habiendo recibido una catequesis adecuada, practican la confesión personal de los pecados y muestran una sensibilidad a la reconciliación requerida para recibir dignamente la santa comunión.

13. Por otro lado, la falta de sacerdotes para celebrar la Eucaristía del domingo nos preocupa enormemente y nos invita a rezar y a promover más activamente las vocaciones sacerdotales. Algunos sacerdotes se ven obligados a multiplicar las celebraciones y los desplazamientos de un lugar a otro para responder lo mejor posible a las necesidades de los fieles, al precio de grandes fatigas. Merecen nuestra estima y solidaridad. Nuestro agradecimiento se dirige también a los numerosos misioneros cuyo entusiasmo en el anuncio del Evangelio permite seguir siendo fieles al mandato del Señor de ir al mundo entero y bautizar en su Nombre (cf. Mt 28, 19).

14. Por otro lado, estamos preocupados porque la falta del sacerdote impide la celebración de la Misa, el Día del Señor. En los distintos continentes que padecen esa falta de sacerdotes existen diferentes formas de celebraciones dominicales. Por otra parte, la práctica de la “comunión espiritual”, muy apreciada por la tradición católica, ciertamente se podría y debería promover y explicar mejor, tanto para ayudar a los fieles a mejorar la comunión sacramental, como para dar un verdadero consuelo a los que, por diversas razones, no pueden recibir la comunión del Cuerpo y Sangre de Cristo. Creemos que esta práctica ayudaría a las personas solas, en particular a discapacitados, ancianos, prisioneros y refugiados.

15. Conocemos la tristeza de los que no pueden recibir la comunión sacramental por causa de una situación familiar no conforme con el mandamiento del Señor (cf. Mt 19, 3-9). Algunas personas divorciadas y vueltas a casar aceptan con dolor no poder comulgar sacramentalmente y lo ofrecen a Dios. Otras no entienden esta restricción y viven una gran frustración interior. Aunque no estemos de acuerdo con su elección (cf. Catecismo de la Iglesia Católica 2384), reafirmamos que no son excluidos de la vida de la Iglesia. Les pedimos que participen en la Misa dominical y escuchen frecuentemente la Palabra de Dios para que alimente su vida de fe, de caridad y de conversión. Deseamos decirles que estamos cercanos a ellos con la oración y la solicitud pastoral. Juntos pedimos al Señor obedecer fielmente a su voluntad.

16. Hemos constatado también en ciertos ambientes una disminución del sentido de lo sagrado que afecta no sólo a la participación activa y fructuosa de los fieles en la Misa, sino también a la manera de celebrar y a la cualidad del testimonio de vida que los cristianos están llamados a dar. Tratemos de reavivar, a través de la Sagrada Eucaristía, el sentido y el gozo de pertenecer a la comunidad católica, ya que en ciertos países se multiplican los abandonos. La descristianización reclama una mejor formación a la vida cristiana en las familias, para que la práctica de los sacramentos se renueve y manifieste realmente el contenido de la fe. Invitamos pues a los padres, pastores y catequistas a movilizarse en un gran trabajo de evangelización y de educación a la fe al inicio de este nuevo milenio.

17. Ante el Señor de la historia y ante el futuro del mundo, los pobres de siempre y los nuevos, las víctimas de injusticias, cada vez más numerosas, y todos los olvidados de la tierra nos interpelan, nos recuerdan a Cristo en agonía hasta el final de los tiempos. Estos sufrimientos no pueden ser extraños a la celebración del misterio eucarístico, que compromete a todos nosotros a obrar por la justicia y la transformación del mundo de manera activa y consciente, a partir de la enseñanza social de la Iglesia que promueve la centralidad y dignidad de la persona.

“No podemos engañarnos: es por el amor mutuo y, en particular, por la solicitud que manifestaremos a los que están en necesidad por lo que seremos reconocido como verdaderos discípulos de Cristo (cf. Jn 13, 35; Mt 25, 31-46). Este es el criterio que probará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas” (Mane nobiscum Domine 28).

Seréis mis testigos

18. “Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1). San Juan revela el sentido de la Institución de la Santísima Eucaristía por medio de la narración del lavatorio de los pies (cf. Jn 13, 1-20). Jesús se abaja a lavar los pies de sus discípulos como signo de su Amor supremo. Este gesto profético anticipa su abajamiento del día siguiente en la muerte de la cruz, que redime el pecado del mundo y lava nuestras almas de toda mancha. La Sagrada Eucaristía es el don del Amor, un encuentro con Dios que nos ama y una fuente que mana vida eterna. Obispos, sacerdotes y diáconos somos los primeros testigos y servidores de este Amor

19. Queridos sacerdotes, hemos pensado mucho en vosotros en estos días. Conocemos vuestra generosidad y vuestros retos. En comunión con nosotros vuestros obispos lleváis el peso del servicio pastoral cotidiano al lado del pueblo de Dios. Anunciáis la Palabra de Dios procurando introducir a los fieles en el misterio eucarístico. ¡Qué espléndida gracia la de vuestro ministerio! Rezamos con vosotros y por vosotros para que juntos seamos fieles al amor del Señor; os pedimos ser, con nosotros y siguiendo el ejemplo del Santo Padre Benedicto XVI, “humildes obreros de la viña del Señor”, con una vida sacerdotal coherente. Que la paz de Cristo que dais a los pecadores arrepentidos y a las asambleas eucarísticas, resplandezca sobre vosotros y sobre las comunidades que viven de vuestro testimonio.

Con gratitud recordamos el empeño de los diáconos permanentes, de los catequistas, de los agentes de pastoral y de numerosos laicos que activamente trabajan en favor de la comunidad. ¡Pueda vuestro servicio ser siempre fecundo y generoso, apoyados por una plena comunión de intenciones y de acción con los Pastores de la comunidad!

20. Amados hermanos y hermanas, cualquiera que sea el estado de vida en el que somos llamados a vivir nuestra vocación bautismal, revistámonos de los sentimientos de Cristo Jesús (cf. Fil 2, 2) y compitamos en humildad los unos con los otros a ejemplo de Jesucristo. Nuestra caridad mutua no es solamente una imitación del Señor, es una prueba viva de su presencia activa en medio de nosotros. Saludamos y damos las gracias a todas las personas consagradas, porción escogida de la viña del Señor, que testimonian gratuitamente la Buena Nueva del Esposo que viene (cf. Ap 22, 17-20). Vuestro testimonio eucarístico de seguimiento de Cristo es un grito de amor en la noche del mundo, un eco del Stabat Mater y del Magnificat. Que la Mujer eucarística por excelencia, coronada de estrellas e inmensamente fecunda, la Virgen de la Asunción y de la Inmaculada Concepción, os mantenga en el servicio de Dios y de los pobres, en la alegría de Pascua, para la esperanza del mundo.

21. Queridos jóvenes, el Santo Padre Benedicto XVI os ha dicho e insistido que no perdéis nada dándoos a Cristo. Repetimos sus palabras fuertes y serenas de la Misa de comienzo de su ministerio que os orientan hacia la verdadera felicidad, respetando por completo vuestra libertad: “¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida”. Confiamos en vuestras capacidades y en vuestro deseo de desarrollar los valores positivos del mundo y de cambiar lo que es injusto y violento. Contad con nuestro apoyo y nuestra oración para que juntos nos enfrentemos con el reto de construir el futuro con Cristo. Sois los “centinelas de la aurora” y los “exploradores del futuro”. No dejéis de beber en la fuente de la fuerza divina de la Sagrada Eucaristía para realizar las transformaciones necesarias.

A los jóvenes seminaristas que se preparan para el ministerio sacerdotal y que comparten con su generación las mismas esperanzas para el futuro, les deseamos que su vida de formación esté impregnada de una auténtica espiritualidad eucarística.

22. Queridos esposos cristianos y familias, vuestra vocación a la santidad, como iglesia doméstica, se alimenta en la Mesa de la Eucaristía. En el sacramento del matrimonio vuestra fe transforma la unión conyugal en un templo del Espíritu Santo, en fuente fecunda de nueva vida que engendra los hijos, fruto de vuestro amor. Hemos hablado a menudo de vosotros en el Sínodo, porque somos conscientes de las fragilidades y de las incertidumbres del mundo presente. No os desaniméis en el esfuerzo por educar vuestros hijos en la fe. Sois el semillero de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. No olvidéis que Cristo habita en vuestra unión y la bendice con todas las gracias que necesitáis para vivir santamente vuestra vocación. Os animamos a conservar la costumbre de participar en familia en la Eucaristía dominical. Alegráis así el corazón de Jesús que dijo: “Dejad que los niños se acerquen a mí” (Mc 10, 14).

23. Deseamos dirigir una palabra especial a todos los que sufren, especialmente a los enfermos y discapacitados que están unidos al sacrificio de Cristo por su sufrimiento (cf. Rm 12, 2). Por el dolor que sentís en vuestro cuerpo y en vuestro corazón participáis de manera singular en el sacrificio de la Eucaristía, como testigos privilegiados del amor que de ella deriva. Estamos seguros de que en el momento en el que experimentamos la debilidad y nuestros propios límites, la fuerza de la Eucaristía puede ser una gran ayuda. Unidos al misterio pascual de Cristo, encontramos la respuesta a las cuestiones candentes del sufrimiento y de la muerte, sobre todo cuando la enfermedad toca a niños inocentes. Nos sentimos cercanos a todos vosotros pero especialmente a los moribundos que reciben el Cuerpo de Cristo como viático para su último paso al Reino.

Que todos sean uno

24. El Santo Padre Benedicto XVI ha reiterado el compromiso solemne de la Iglesia con la causa ecuménica. Todos somos responsables de esta unidad (cf. Jn 17, 21), pues somos miembros de la familia de Dios por nuestro bautismo, hemos recibido la misma gracia y dignidad fundamental y compartimos el inestimable don sacramental de la vida divina. Todos sentimos el dolor de la separación que impide la celebración común de la Santa Eucarístia. Queremos intensificar en las comunidades la oración por la unidad, el intercambio de dones entre las Iglesias y las comunidades eclesiales, así como los contactos respetuosos y fraternos entre todos, para conocernos mejor y amarnos, respetando y apreciando nuestras diferencias y nuestros valores comúnes. Normas precisas de la Iglesia determinan cómo hay que conducirse respecto a la comunión eucarística de los hermanos y hermanas que no están todavía en plena comunión con nosotros. Una sana disciplina impide la confusión y los gestos precipitados que pueden obstaculizar aún más la verdadera comunión.

25. Como cristianos nos reconocemos muy cercanos a todos los otros descendientes de Abraham: a los judíos, herederos de la primera Alianza, y a los musulmanes. Al celebrar la sagrada Eucaristía, nos consideramos también, como dice San Agustín, “sacramento de la humanidad” (De civ. Dei, 16), voz de todas las oraciones y súplicas que suben de la tierra hacia Dios.

Conclusión: una paz llena de esperanza

Amados hermanos y hermanas,
26. Damos gracias a Dios por esta XI Asamblea Sinodal, que nos ha hecho volver a la fuente del misterio de la Iglesia, cuarenta años después del Concilio Vaticano II. Terminamos así felizmente el Año de la Eucaristía, confirmados en la unidad y renovados en el entusiasmo apostólico y misionero.

A comienzos del siglo cuarto, el culto cristiano aún estaba prohibido por las autoridades imperiales. Los cristianos del norte de África, vinculados con fuerza a la celebración del Día del Señor, desafiaron la prohibición. Murieron mártires declarando que no podían vivir sin la celebración dominical de la Eucaristía. Los 49 mártires de Abitinia, unidos a tantos santos y beatos que han hecho de la Eucaristía el centro de sus vidas, interceden por nosotros al inicio del nuevo milenio. Nos enseñan la fidelidad al encuentro de la Nueva Alianza con Cristo resucitado.

Al final de este Sínodo, experimentamos la paz llena de esperanza que los discípulos de Emaús, con el corazón encendido, recibieron del Señor resucitado. Se levantaron y volvieron apresuradamente a Jerusalén para compartir su alegría con sus hermanos y hermanas en la fe. Os deseamos que vayáis alegremente a su encuentro en la Santa Eucaristía y que experimentéis la verdad de su palabra: “Y yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).

¡Queridos hermanos y hermanas, la Paz esté con vosotros!

El Papa explica la Eucaristía a miles de niños de Primera Comunión


El Sínodo de los Obispos entra en su fase final


Roma. El encuentro de Benedicto XVI con ciento cincuenta mil personas, en su mayoría niños, acompañados de padres y catequistas, puso una nota festiva al Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía, que se clausurará en Roma el próximo 23 de octubre. La Eucaristía fue precisamente el tema del diálogo del Papa con los pequeños, la mayoría de los cuales acaban de hacer la Primera Comunión o se preparan para ella.


Lo que al principio se planeó como una iniciativa circunscrita a la diócesis de Roma, acabó reuniendo a miles de muchachos y muchachas de todas las regiones italianas y de algunos países cercanos. Así, la tarde del 15 de octubre el ambiente de la plaza de San Pedro recordaba el de las grandes reuniones de Juan Pablo II con gente joven. La novedad es que Benedicto XVI prescindió de un texto escrito y respondió en vivo a las preguntas sobre la Eucaristía que le dirigieron los chicos. El acto, transmitido en directo por el primer canal de la RAI, se cerró con una breve adoración eucarística: unos minutos en los que lo sorprendente fue esta vez el silencio.

Las respuestas del Papa a las seis preguntas de los niños reflejaron, en un tono sencillo y catequético, algunos de los temas de los que se ocupa el sínodo, en el que participan 252 obispos de todo el mundo. Benedicto XVI comenzó recordando su propia primera comunión, que tuvo lugar en 1936. "Estaba realmente lleno de alegría por el hecho de que Jesús había venido a mí, y comprendía –a los nueve años– que había comenzado una nueva etapa en mi vida. Desde entonces, he prometido al Señor: querría estar siempre contigo, pero –sobre todo– Tú tienes que estar siempre conmigo".

Sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía, el Papa dijo que "no lo vemos, pero hay muchas cosas que no vemos y son esenciales: por ejemplo, nuestra inteligencia o el alma, pero existen porque podemos hablar y pensar. Tampoco vemos la electricidad, pero percibimos sus efectos, la luz eléctrica". Del mismo modo, "tampoco vemos con nuestros ojos al Señor resucitado, pero vemos que con Jesús los hombres cambian, son mejores, hay una mayor capacidad de paz y de reconciliación".

A propósito de la necesidad de la confesión, el Papa explicó que no es necesario confesarse antes de cada comunión si no se han cometido pecados graves, "pero es muy útil confesarse con una cierta regularidad para tener el alma limpia". A pesar de que nuestros pecados "son siempre los mismos", añadió aludiendo a las palabras usadas por una niña en su pregunta (cuyo tono le arrancó casi una carcajada), "también limpiamos nuestras casas al menos una vez a la semana, aunque la suciedad es siempre la misma. Si no se hace, se corre el riesgo de que la suciedad no se vea, pero tal vez se acumula. Lo mismo sucede con nuestra alma".

La misa dominical también estuvo presente en las preguntas, pero enfocada desde la perspectiva de los niños. "Los padres, con frecuencia, no nos acompañan a misa porque el domingo duermen", dijo con desparpajo una pequeña. El Papa le recomendó que hablara con ellos con gran amor y respeto, y les dijera: "Querida mamá, querido papá, ¿sabes que hay algo muy importante para nosotros, también para ti?: encontrarnos con Jesús".

Los temas del Sínodo

Evidentemente, las discusiones de las dos primeras semanas en el aula del Sínodo han sido mucho más complejas que las referencias que hizo el Papa a los niños. Entre los temas tratados se habló, en efecto, de la misa dominical, de la dignidad de la liturgia, de la centralidad del misterio de la Eucaristía en la vida de la Iglesia. Y también de situaciones concretas, que fueron las que encontraron mayor eco en la prensa: especialmente, la comunión a los divorciados vueltos a casar, el celibato sacerdotal y la celebración común del sacramento de la Eucaristía con otras confesiones cristianas. Tampoco han faltado algunos testimonios sobre la vida de los cristianos en países, como Arabia Saudita, que no reconocen la libertad religiosa.

En la última semana, los padres sinodales, que proceden de 118 países (se confirmó la ausencia de los delegados chinos), presentarán al Papa una lista de propuestas. Con ese material, el Pontífice escribirá una exhortación apostólica. Al menos, esa ha sido la praxis seguida hasta ahora y no hay indicios de que vaya a cambiar. Benedicto XVI sí introdujo una modificación en la estructura de la asamblea: una hora al día de discusión libre, sin texto previamente escrito, lo que ha otorgado a la reunión un dinamismo particular.

Si siempre ha sido difícil cubrir informativamente un Sínodo de Obispos, esa libre discusión ha introducido una nueva variable. Y no solo por las parciales restricciones informativas que lo rodean, motivadas –según se repite periódicamente– por la necesidad de dejar que el debate sea verdaderamente libre, sin la presión de que el intercambio de opiniones se convierta al día siguiente en titulares de prensa.

El problema es también periodístico. Como la primera fase del Sínodo consiste en breves intervenciones personales, que confluyen después en las propuestas más organizadas, la información que se ofrece es muy fragmentada. El resultado es que falta síntesis y, sobre todo, el contexto. Desde la prensa se suele estimular que haya debate dentro de la Iglesia. Pero cuando lo hay, la misma prensa tiene dificultades para presentar el debate como debate. Habitualmente, se entiende en clave de enfrentamiento.

Esa tendencia se ha notado especialmente en los tres temas mencionados (divorciados, celibato, intercomunión). En todo caso, la confrontación que se llevó a cabo en el aula sinodal muestra que no existen temas "tabú". Lo que resulta más discutible es que algunos medios informativos se enfaden porque el Sínodo no apruebe las reformas que ellos proponen.

Firmante: Diego Contreras
19-10-2005
118/05

viernes, octubre 21, 2005

Guadalupe Ortiz de Landázuri: una mujer del Opus Dei


Ayer se presentó oficialmente la biografía en DVD de Guadalupe Ortiz de Landázuri. Este reportaje audiovisual resume la vida de esta mujer del Opus Dei, madrileña e investigadora química, de la que hace unos meses se cerró en Madrid la primera fase de su Proceso de Canonización.

21 de octubre de 2005

El documental “Guadalupe Ortiz de Landázuri” fue presentado ayer en el salón de actos del Centro Superior de Investigaciones Científicas (calle Serrano 113). Acudieron al acto: Mercedes Eguíbar, escritora de la biografía de Guadalupe Ortiz de Landazuri publicada en Palabra, Andrés Barbé, productor ejecutivo del documental, Víctor Manuel Fernández, profesor de investigación del CSIC, y María Marcos, directora del Colegio Mayor Zurbarán.

Ofrecemos a continuación una breve reseña de esta numeraria del Opus Dei.

Guadalupe: el camino a la santidad de una mujer del siglo XX

Nace en Madrid, el 12 de diciembre de 1916. En 1932, termina el bachillerato e inicia la carrera de Ciencias Químicas. Cursa sus estudios con brillantez, aunque los interrumpe en julio de 1936, al estallar la guerra civil.

En 1941, terminados sus estudios, comienza a dar clases, para sostener las necesidades económicas de su familia. En 1944, conoce a san Josemaría Escrivá de Balaguer, el Fundador del Opus Dei, quien le ayuda a descubrir que el trabajo profesional y la vida ordinaria son el lugar de encuentro con Cristo. Poco tiempo después, pide la admisión en el Opus Dei.

A partir de entonces, Guadalupe Ortiz de Landázuri se entrega sin condiciones a buscar la intimidad con Dios y participa en diversas actividades apostólicas en varias ciudades de España. De vuelta a Madrid, en octubre de 1947 se encarga de la dirección de la Residencia Universitaria Zurbarán.

Guadalupe en Montefalco (México)
Por su generosidad, su fortaleza y alegría, en 1950 el Fundador la invita a comenzar el trabajo apostólico de las mujeres del Opus Dei en México. El 5 de marzo parte hacia su nuevo país. Allí dirige otra residencia para universitarias, a las que anima a ampliar su formación humana y cristiana, y a poner sus conocimientos al servicio de los demás a través de su profesión y en varias iniciativas de promoción en el ámbito rural y de asistencia a los necesitados.

Al mismo tiempo, busca la colaboración de mujeres profesionales y madres de familia, a las que trata de contagiar su fe cristiana.

En 1956, Guadalupe se traslada a Roma; un año después vuelve a España: se le ha manifestado una seria dolencia de corazón y es operada de una estenosis mitral.

Se recupera, obtiene el doctorado con la máxima calificación, el Premio, Juan de la Cierva de Investigación y, tras dos cursos de profesora interina en el Instituto Ramiro de Maeztu, obtiene por oposición la plaza de profesora titular de Ciencias en la Escuela de Maestría Industrial, hoy Instituto Santa Engracia. A la vez, atiende tareas formativas y de dirección en el Opus Dei.

Hasta el final, Guadalupe Ortiz de Landázuri, desarrolló su vida profesional como investigadora en el ámbito de la química aplicada; primero, en la búsqueda de materiales refractarios aislantes, con el objetivo de disminuir el consumo de energía, y más tarde en el sector de textiles.

Al mismo tiempo, llevó a cabo una intensa labor de evangelización y promoción social con el anhelo que inundó su vida: acercar a Dios a quienes le rodeaban, con su ejemplo de alegría y su amistad.

El 16 de julio de 1975 falleció en Pamplona, con fama de santidad.

La primera fase del proceso de canonización de Guadalupe Ortiz de Landázuri concluyó el pasado 22 de marzo, tras tres años y medio de trabajo. El tribunal recogió la declaración de 54 testigos, examinó numerosos documentos y reunió las pruebas para determinar la heroicidad de su vida cristiana.

En el acto de clausura, el Cardenal-Arzobispo de Madrid, Mons. Antonio María Rouco Varela, destacó “lo que reporta a la Iglesia y a la sociedad del siglo XXI la vida de esta sierva de Dios es feminidad, profesionalidad y afán de santidad, vividos en el mundo, buscando siempre la promoción de la mujer, sin reducir su entrega total y radical a Cristo”.