miércoles, marzo 29, 2006

Los niños de la calle, un problema social en Kenia

El trabajo de ayudarlos a readaptarse a una vida normal es obra, sobre todo, de grupos religiosos

Martyn Drakard


Nairobi.Su ropa está mugrienta; nunca se lavan; su pelo es una maraña; despiden un olor rancio; sus ojos presentan ligeras vetas de sangre porque fuman cannabis y aspiran pegamento; su aspecto mueve a lástima, lo que en ocasiones provocan ellos deliberadamente; suelen agruparse en bandas, y se les puede hallar cerca del centro de la ciudad, donde cobran a los conductores por guardarles un estacionamiento, o en los centros comerciales de los alrededores. Son los niños de la calle.


Escarban en los montones de desperdicios de los restaurantes o en los vertederos municipales en busca de comida, y duermen en cualquier lugar que encuentren. Ni van a la escuela, ni están bajo la autoridad paterna, ni tienen que lavarse, ni cambiarse de ropa ni hacer tarea. ¡Todo un sueño para muchos chavales!

Y se dirigen a Nairobi desde todos los rincones del país, a menudo como polizones en un camión. Se pelean entre sí; roban dinero o, a veces, teléfonos móviles; pero se cuidan mutuamente practicando una especie de tosca camaradería. Cuando uno de ellos enferma o resulta herido o atropellado por un coche, se hacen con un carrito de mano y, todos ellos, lo llevan al hospital más próximo y allí esperan hasta que recibe tratamiento.

La gran mayoría de la gente los considera una auténtica vergüenza y trata de vivir como si no existieran o quisiera que anduviesen por otra parte. Algunos, imprudentemente, les dan un dinero que probablemente se gastarán en pegamento o en cannabis. Es más aconsejable darles comida, entablar conversación con ellos, convencerles para que acudan a un centro de acogida para niños de la calle o incluso llevarles hasta allí.

A falta de una definición precisa de niño de la calle y dado que hay tantos muchachos que huyen de sus casas, no resulta fácil evaluar su número; pero se cuentan por millares, quizá por cientos de miles, en cualquier momento. ¿Cómo nació el fenómeno? Se cree que comenzó en los años cincuenta del siglo XX, durante el alzamiento del Mau Mau contra el poder colonial, cuando la mayoría de las familias "kikuyu" de Nairobi y sus alrededores y de la Provincia Central fueron desplazadas y enviadas a campos de concentración; las familias se dividieron y sus miembros se dispersaron.

La respuesta del gobierno

Su número ha crecido durante los últimos 20 ó 25 años como consecuencia del aumento del desempleo y la pobreza entre las clases menos instruidas; de la epidemia de sida y del elevado índice de madres solteras. Debido a una cierta depresión que atraviesa el sector agrícola, y a la escasa paga que perciben los obreros no cualificados, numerosas familias o madres solteras apenas pueden sobrevivir. Desesperados, muchos hombres, incluso algunas mujeres, se entregan al alcohol. En tales circunstancias, los padres, o lo que es peor, los padrastros, pueden volverse muy crueles con sus hijos o hijastros. La mayoría de los niños de la calle huyen del maltrato físico, o en ocasiones sexual, que padecen en casa.

El gobierno y el mundo empresarial han reaccionado con lentitud ante el problema. El enfoque del gobierno consistía simplemente en reunir a los muchachos en grandes centros sociales y enviarlos por tandas a una especie formación militar –llamada Servicio Nacional de la Juventud– donde aprendieran un oficio. La formación ha tenido éxito en algunos casos, pero no en todos.

Por bien intencionado que fuera el plan de hacer una redada con los chicos, no se tuvo en cuenta que no podría funcionar con grandes grupos de jóvenes adictos al cannabis y al pegamento, y que estaban al cuidado de unas pocas personas sin la debida capacitación. A la primera oportunidad, los chicos se escaparían para volver al pegamento y a las drogas, y a la "dulce vida" de las calles.

La respuesta del mundo empresarial ha adoptado la forma de donaciones esporádicas de dinero y comida,y algunas acciones de voluntariado. Pero no pasa de ser un gesto.

La labor de la Iglesia

El trabajo de buscar a los chicos y llevarlos a los albergues, entrar en contacto con sus familias y ayudarlos a adaptarse o readaptarse a una vida normal y estable ha sido llevado a cabo –y sigue siéndolo de forma admirable– por grupos religiosos, principalmente por parroquias o comunidades religiosas católicas. Cuando los religiosos los toman a su cuidado, tratan de crear un entorno más hogareño; nombran "supervisores de residencia" para hacer un seguimiento de cada muchacho y entrar en contacto con sus padres.

Los muchachos siguen un plan diario o semanal que comprende oraciones y clases de catecismo, deportes y comidas como en familia, asistiendo la mayoría de ellos a una escuela primaria cercana. Se ha descubierto que la formación y las actuaciones y representaciones deportivas, artísticas o musicales ayudan considerablemente a librar a los chicos de traumas y a devolverlos a la normalidad.

Uno de esos centros, llamado Shangilia Watoto Africa (¡Alegraos, Hijos de África!), dirigido por ciudadanos de principios cristianos, y que se especializa en ejercicios de acrobacia, ha logrado que algunos de los niños viajen al extranjero para ofrecer actuaciones. Para alguno de ellos bien pudiera ser la forma de salir de la pobreza.

Los muchachos cuya adicción a las drogas y al pegamento es más grave exigen una rehabilitación especial y ello resulta difícil dado lo oneroso del tratamiento, cuyo precio es de alrededor de 25 dólares diarios, y que debe prolongarse durante al menos tres meses. (Los kenianos que se encuentran bajo el umbral de la pobreza, como éstos, sobreviven con un dólar al día o con menos). Algunos, a pesar de la ayuda, no tienen remedio: su desarrollo físico se ha detenido; vagan a la deriva yendo de un empleo ocasional o de un lugar de formación a otro; pueden morir jóvenes. Otros, también a pesar de la ayuda que reciben, acabarán en el crimen y la prostitución; o en prisión o abatidos por la policía.

Los más afortunados regresarán al seno de sus familias, se asentarán y puede que, con ayuda de aquí y de allá, incluso lleguen a la universidad o reciban formación de asistentes sociales. En Nairobi existe al menos una asociación de antiguos niños de la calle cuya finalidad es la de ayudar a compañeros a los que conocen, que están sin empleo y que no han tenido el golpe de suerte del que ellos sí se han aprovechado.

domingo, marzo 26, 2006

Un lienzo con historia

La Asociación de Inmigrantes Latinoamericanos “Nuestra Señora de Guadalupe” ha donado un cuadro de San Josemaría a la parroquia de San José de Campolongo de Pontevedra.

24 de marzo de 2006
José Estévez. Diario de Pontevedra

José Antonio Fernández Recuna bendijo ayer la pintura que muestra al fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, con una imagen del Niño Jesús en brazos.

El lienzo, que queda expuesto al culto de los fieles en uno de los laterales del templo parroquial fue pintado por artista ecuatoriano Arturo Guerrero, autor de otras obras pictóricas existentes en diversos países sudamericanos y de otros continentes.


La bendición tuvo lugar ayer, jueves 23, tras el funeral de aniversario por monseñor Álvaro del Portillo (primer sucesor del fundador del Opus Dei).


El cuadro se puede contemplar en unas estampas que distribuirá la parroquia de San José (donde tiene su sede la Asociación de Inmigrantes “Nuestra Señora de Guadalupe”). En el reverso figura un texto en el que se explica que “San Josemaría manifestó siempre una gran devoción a la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo; perfecto Dios y perfecto hombre”.

Señala que “en concreto, en el tiempo de Navidad, cogía la imagen del Niño Dios en sus brazos y lo besaba, le cantaba, le decía palabras de cariño… Después daba a besar la imagen y bendecía con ella a los presentes”.

Según ese mismo texto, San Josemaría Escrivá aconsejó muchas veces, de palabra y por escrito: “Que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo”.

sábado, marzo 25, 2006

Caridad bien ordenada...

¡Bien por Pilar! :)


Estamos satisfechos de nuestra sociedad occidental, aunque a cada uno le gustaría modificar alguna cosa, porque no es posible que todos estén contentos con lo mismo. Pero existen unas bases para una convivencia pacífica. Nos regimos por unos principios basados en los derechos humanos y protestamos y hacemos compañas en contra de costumbres que chocan frontalmente con el modelo de sociedad que deseamos: el mal trato a la mujer, el burka, el velo, las mutilaciones. Estoy de acuerdo con ello. Sin embargo, veo que no se pone el mismo interés en asuntos más transcendentales que se están permitiendo en nuestra sociedad: el respeto a la vida humana, primero de los derechos humanos.

A estas alturas nadie ignora que un embrión es un ser humano con todas sus características personales, al que solamente hay que dejarle crecer, para llegar al nacimiento y luego seguirá su curso, pasando por la infancia, juventud, madurez, y ancianidad, al igual que nos ha ocurrido a cada uno. Todos hemos comenzado siendo un embrión, al que han dejado seguir su curso vital.

La utilización en embriones humanos como material de estudio y experimentación para curar algunas enfermedades, es despreciar la vida de humana, matar -aunque suene fuerte, es así- un ser humano para salvar a otro. Esto es demasiado serio para tomarlo con ligereza y admitirlo «en aras del progreso», que en realidad es el mayor retroceso del hombre. ¿Es que hay seres humanos cuya vida vale más que la de otro? Alguien lo ha definido como un crimen contra la humanidad y nos quedamos impasibles.

Pienso que antes de limpiar la casa ajena, debemos limpiar la nuestra.

Pilar Lázaro Torres

En la Anunciación




Dios te salve, anunciación,
morena de maravilla,
tendrás un Hijo más bello
que los tallos de la brisa.

Mensaje de Dios te traigo.
El te saluda, María,
pues Dios se prendó de ti,
y Dios es Dios de alegría.

Llena de gracia te llamo
porque la Gracia te llena;
si más te pudiera dar,
mucha más gracia te diera.

El Señor está contigo
aún más que tú estás con Dios;
tu carne ya no es tu carne,
tu sangre ya es para dos.

Y bendita vas a ser
entre todas las mujeres,
pues, si eres madre de todos,
¿quién podría no quererte?

¿Adaptación de Federico García Lorca, 1928?




martes, marzo 07, 2006

Luces, cámara... ¡Acción!

Griffin, actor de cine canadiense, casado y padre de siete hijos, uno de ellos autista, habla del Opus Dei en una entrevista para un programa de televisión, emitido en numerosos países.

Cuando estaba en el colegio participé durante unos años en unas actividades para estudiantes en Montreal. Así conocí el Opus Dei. A los 31 años volví a interesarme por la dirección espiritual que ofrecía la Obra y eso me acercó de nuevo a la fe. En la actualidad estoy colaborando en la búsqueda de fondos para las actividades apostólicas.

Ser cooperador del Opus Dei me ayuda en mi lucha por vivir la presencia de Dios en mi trabajo.

La Santa Misa diaria, el retiro mensual y el círculo son el alimento de mi vida espiritual, y me impulsan a tener mayor intimidad con Cristo y a tratar de hacer lo que Él espera de mí en cada momento. En una palabra, le han dado "unidad" a mi vida. Y aunque no conocí a San Josemaría, siento cómo cada día me alienta y me anima diciéndome: "¡Vuelve a empezar!

Para algunos esto de ser actor y padre de familia numerosa resulta incompatible. La gente me mira como si tuviese una doble personalidad y se pregunta cómo puedo ser tan irresponsable (ríe)...Pero el hecho es que tengo una mujer muy dulce, que me ayuda de muchas maneras, comenzando por la oración.

Estamos afrontando juntos diversos desafíos: el primero es mi hijo Joey, que es autista. Gracias a él he vuelto a rezar de nuevo y de verdad.

Este nuevo encuentro con Dios me ha llevado, como dice san Josemaría, a hacerme niño desde el punto de vista espiritual, y ahora siento como Dios me ayuda a abandonarme, a ponerme en sus manos.

Es algo parecido a lo que les pasa a mis hijos pequeños: cuando los tomo en brazos y los lanzo al aire, jugando, no piensan en que se pueden caer. Sencillamente me miran y se ríen. Lo niños tienen esa confianza plena: creen en ti.
Lo mismo nos sucede cuando nos abandonamos totalmente en las manos de Dios. Él nunca me ha dejado solo, y he visto cómo va actuando en mi vida, por diversas vías, pero siempre de forma sencilla, natural, cotidiana.

Por eso me parece que el mensaje de San Josemaría es tan actual para este tiempo nuestro tan complicado; y tan rico también en santidad escondida: una santidad desconocida por muchos. La realidad es que la gente necesita a Dios y acaba descubriendo su Presencia en todo lo que hace.

viernes, marzo 03, 2006

Vittorio Messori: Urge una ‘Liga de antidifamación católica'


Vittorio MESSORI
«Por ejemplo, desmentir rotundamente el aburridísimo caso Galileo, que ni fue torturado, ni encarcelado, ni se le prohibió trabajar»


En septiembre de 2002 señalaba en el «Corriere della Sera» los errores históricos y las mentiras de una película inglesa, «Las hermanas de la Magdalena», proyectada aposta para dar una imagen odiosa de la educacion católica (quien quiera leerlo o releerlo, puede encontrarlo en el sitio de internet www.vittoriomessori.it

Viendo al público aplaudir al término de la proyección de aquel cúmulo de calumnias me di cuenta de que la culpa no era suya, sino de la falta de información, una información que nadie se había preocupado de darles. No sabían cómo ocurrieron de verdad las cosas en aquellas cárceles femeninas de la Irlanda de los años cincuenta, dependientes del Estado y gestionadas por monjas; tomaron por verdadera la tendenciosidad del director y por «valiente denuncia» la típica perspectiva del típico ex seminarista que decide vengarse de su pasado. Por tanto, su aplauso era justificado, creían que habían visto una historia verdadera. Confirmé entonces -así lo escribí en el periódico- que el catolicismo necesita hoy más que nunca de una «Antidefamation League» (Liga de Antidifamación) a imagen y semejanza de la (a menudo implacable) «League» que tienen los judíos desde hace tanto tiempo.

No tengo la tentación, faltaría más, de coartar o intimidar la libertad de expresión de nadie, pero sí una «tolerancia cero» ante las mentiras, las imprecisiones interesadas, los errores de hecho. Debemos contrastar, por tanto, no las opiniones, sino las falsedades históricas sobre las cuales se basan demasiado a menudo esas opiniones. Por poner un ejemplo, entre los muchos posibles: a propósito del eterno, aburridisimo «caso Galileo», no podemos dejar de desmentir precisa y rotundamente a quien afirma que Galileo Galilei fue torturado, que fue encarcelado, que se le prohibió trabajar. Y(por citar otro lugar común) quien afirma que las víctimas de la Inquisición fueron millones y otras tantas las que fueron quemadas en la hoguera por brujería, o los homosexuales quemados por orden eclesiástica, debe ser puesto de inmediato ante la realidad de los hechos.

Réplica a la mentira. Es lo que yo, y otros muchos que escriben en éste y otros periódicos, hemos hecho y seguimos haciendo: pero como algo privado, aislado, sin posibilidad de replicar a todo. Lo que necesitaríamos es una estructura. Pero, por favor, no otra burocracia eclesial más, sino algo pequeño, ágil, motivado, informado, en condiciones de replicar (o de hacer replicar) punto por punto a todas las noticias falsas que cada día nos llegan desde los medios de comunicación. ¿Por qué sólo a la Iglesia y su historia pueden ser difamadas sin que nadie intervenga para desmentirlo? La Iglesia católica (a pesar de todo) no carece de historiadores informados, de personas de indudable valor cultural, en condiciones de aclarar, de precisar y de desmentir.

La deseada «Liga» debería servir como instrumento de acuerdo para intervenir en primera persona o, más a menudo, para hacer intervenir oportunamente a la persona adecuada. El «staff» debería estar flanqueado por un equipo de buenos abogados. Porque muchos creen que los desmentidos sobre datos importantes son confiados al buen corazón o a la honestidad de la dirección de los periódicos cuando, en realidad, existen leyes precisas que dan derecho de réplica y establecen la visibilidad con la que los desmentidos deben ser publicados: no es necesario pedir nuevas leyes, se trata de conocer bien y aplicar las que ya existen.

La mentira, cuando es demostrable como tal, no tiene derecho de ciudadanía ni aunque lo pida el legislador estatal. Está claro que, si la estructura tuviera que comenzar en Italia, podría actuar solo a nivel nacional, pero podría servir de ejemplo y de estímulo para la creación de organizaciones parecidas en todos los países. La ganancia no sería solo para los creyentes y para la honorabilidad de la Iglesia, sino para la verdad «tout court», la verdad que es condición indispensable para hacernos libres a todos, también a los no creyentes y a los no cristianos. Y la ganancia sería también para los muchos que siempre escriben y hablan por hablar: saber que alguien vigila e interviene -como nos enseña la «Antidefamation League» judía- inspira prudencia y lleva a informarse mejor.

Iniciativa propia. La Iglesia no ha sido nunca -y no lo será, gracias a Dios- como los regímenes comunistas o fascistas de infausta memoria, donde todo venía de lo Alto -el Estado, el partido el Gobierno- y los súbditos obedecían pasivamente. En la Iglesia católica ha estado siempre activo aquel «principio de subsidiariedad» que ahora Europa ha descubierto y que lleva a los individuos a hacer todo lo que puedan hacer solos y que sea útil al bien de la comunidad. ¿Acaso los santos, empezando por aquellos llamados «sociales», han esperado a que se moviese «el Vaticano» para proyectar, fundar, gestionar sus obras extraordinarias? De la jerarquía esperaban sólo la aprobación, o en el peor de los casos, esperaban que no les pusieran trabas (cuando no persecuciones).


Apoyo económico. Por tanto, también la Liga de la que hablo puede -quizá debe- nacer por iniciativa «privada», como obra de un grupo de creyentes. Pero la intervención de la Iglesia puede ser decisiva, al menos en los primeros momentos, para exhortar, aconsejar, y quizá también ayudar económicamente. El voluntariado no basta para una obra de semejante calibre y delicadeza. Desde hace años se oye hablar mucho de un «proyecto cultural» cuyos contenidos concretos escapan a muchos, quizá por su culpa, o quizá por una información demasiado difusa. De ese «proyecto», que me dicen que será costoso, ¿no podría formar parte también la atención a una Roman Catholic Antidefamation League?

La Iglesia en la India produce una película para prevenir SIDA

NUEVA DELHI, 03 Mar. 06 (ACI).-El pasado mes de febrero la Iglesia Católica en India estrenó con bastante éxito la película "¿Aisa Kyon Hota Hai?" (¿Por qué ocurre esto?) con el fin de concientizar a la población para que vivan la abstinencia y la fidelidad por ser ambas las mejoras armas para luchar contra el SIDA

Según reveló el guionista del film y portavoz de la arquidiócesis de Nueva Delhi, P. Dominic Emmanuel, la cinta producida por primera vez por la Iglesia busca “aprovechar el formato de cine tan popular en India para abordar el tan proclamado tema del sexo seguro y mostrar además la armonía que existe entre distintas religiones“.

“La película hablada en idioma hindi costó alrededor de 450 mil dólares y ha tenido muy buena aceptación desde su estreno a mediados de febrero”, agregó el sacerdote.

La película, protagonizada por Rati Agnihotri y Aryan Vaid, cuenta la historia de Vaid, quién habiendo tenido relaciones sexuales con diversas mujeres contrae el VIH y contagia el virus a una de ellas. Luego es discriminado en su ciudad por ser portador del virus.

Con 5,13 millones de casos, India ocupa el segundo lugar después de Sudáfrica en el número de personas infectadas con VIH. Además, las personas infectadas se enfrentan a muchos problemas para ser aceptados en escuelas y hospitales que se niegan a tratarlos.