miércoles, marzo 30, 2005

Ellos y ellas no aprenden igual

Durante los últimos treinta años, el sistema educativo ha estado dominado por la idea de que la mejor manera de favorecer la igualdad de sexos era implantar la coeducación universal. Leonard Sax, médico y psicólogo estadounidense, señala que las diferencias de género son importantes, en una entrevista para el diario canadiense "National Post" (24 febrero 2005).


Sax acaba de publicar "Why Gender Matters: What Parents and Teachers Need to Know About the Emerging Education", donde muestra los últimos hallazgos científicos sobre diferencias de género –muy sorprendentes, en algunos casos– y la ignorancia al respecto en el mundo educativo.

En muchos colegios de Estados Unidos, los profesores envían notas a los padres para que un médico evalúe el posible trastorno por déficit de atención de los niños. Desde hace más de diez años, Leonard Sax ha asistido a esa escena cientos de veces, con niños de 6 y 7 años. Sin embargo, concluye que muchas veces no es problema del niño sino de que los profesores han renunciado a aceptar las diferencias naturales de género. De manera que no son capaces de reconocer las diferencias entre chicos y chicas, demostradas ya científicamente, de agudeza auditiva o de desarrollo cognitivo, ni saben por qué hay diferencias en la expresión de sentimientos, en qué ambiente aprenden mejor unos y otras, etc.

Como fruto de sus investigaciones, pero sobre todo de su experiencia profesional, Sax ha publicado numerosos artículos sobre las diferencias de género y el profundo desconocimiento que reina en la escuela estadounidense. También se han convertido en defensor de la enseñanza diferenciada a través de la National Association fon Single Sex Public Education, aunque afirma que el problema no es solo educativo. La prueba es que los últimos treinta años han estado monopolizados por la idea de que si se enseñan a chicos y chicas las mismas materias, a la misma edad y de las misma forma, las diferencias desaparecerán. El paradójico resultado es que muchos estereotipos se han reforzado.

Sax sugiere en su último libro que los educadores han hecho una virtud de no tener en cuenta las diferencias de género, pero insiste en que hay muchos más aspectos además del educativo. Por ejemplo, señala en la entrevista, "uno de los capítulos más largos de mi libro se refiere a las diferencias en el consumo de drogas entre chicos y chicas. Se ha demostrado que un anuncio antidroga que disuade con eficacia a las chicas, anima a los chicos. Así, los anuncios que se centran en los peligros cerebrales son eficaces para las chicas porque temen arruinar su cerebro. Sin embargo, el tipo de chico al que le gusta exponerse a riesgos –que es precisamente quien tiene más peligro de consumir drogas– piensa: 'Hey, las drogas fríen el cerebro. ¿Dónde puedo conseguirlas?'.

"El gobierno de Estados Unidos anunció hace dos años que la campaña de cinco años de duración –que costó 900 millones de dólares– para disuadir a los jóvenes del consumo de drogas había sido un completo fracaso. Los chicos que veían el anuncio eran más propensos a consumir drogas que quienes no lo veían.

"De la misma forma, las chicas que fuman a menudo dicen que lo hacen para perder peso. Los chicos casi nunca dicen algo parecido. Hablar con las chicas de los riesgos del tabaco no tiene efecto a menos que centremos la atención en el peso. Suelo decir a las madres que hagan un pacto con sus hijas: 'te pago la cuota de un gimnasio a condición de que no fumes'.

También hay grandes diferencias entre chicos y chicas –señala Sax– en la actividad sexual. "La autoestima alta reduce las probabilidades de que las adolescentes tengan relaciones sexuales, pero las incrementa en los chicos. (...) Como se ve, hay mucho más allá del simple ángulo educativo".

La entrevistadora pregunta si las chicas son más emotivas: "No. La mayoría de las chicas articulan más sus emociones que la mayoría de los chicos, pero si se mide la emotividad por otros aspectos –más allá de su expresión verbal–, la conclusión es que los chicos son a menudo más emotivos que las chicas.

"Asimismo, los chicos no están naturalmente mejor dotados para las matemáticas y las ciencias que las chicas. Las chicas pueden conseguir los mismos o mejores resultados que los chicos en esas materias si los profesores saben cómo enseñárselas. Y las chicas tampoco están naturalmente mejor dotadas para el arte, la música o la escritura creativa que los chicos. Depende de que los profesores conozcan algunas técnicas para enseñárselas específicamente para que consigan iguales o mejores resultados que las chicas".

A cada sexo, su método pedagógico

Si se pide a un niño o a una niña que hagan algo que exige un desarrollo que aún no han alcanzado lo primero que harán será fallar y lo segundo, desarrollar aversión hacia ello. Así, a los 12 años, nos encontramos con niñas que detestan las ciencias y niños a los que no les gusta leer. Para muchos, ya no hay marcha atrás.

El libro explica algunas diferencias sorprendentes en el desarrollo cerebral de chicos y chicas, en la capacidad auditiva, en cómo está integrado el cerebro, en la reacción al estrés, etc.

El autor se centra en esta última peculiaridad en la entrevista: "Hay demostraciones científicas que avalan que el uso de cierta tensión ayuda a los chicos a aprender, pero no a las chicas. Esto no solo tiene implicaciones en clase sino también en el hogar.

"Pensemos en cómo los padres corrigen a sus hijos. La mayoría de los 'expertos educativos' aconsejan a los padres la técnica conocida como 'inducción', que consiste en plantearse '¿cómo me sentiría yo si alguien me hiciera esto?'. Este método funciona bien con las chicas pero es un completo error con los chicos. Con ellos es más eficaz cierta confrontación, siempre que se haga de manera cariñosa. Incidentalmente, también sirve en clase".

Diferencias de visión

El dibujo es otro tema interesante. "Abro ese capítulo con un estudio de la Universidad de Cambridge en recién nacidos de menos de 24 horas. Les ofrecían mirar a un lado de la cuna una cara humana y al otro lado un objeto sonoro en movimiento. Las niñas miraban la cara y los niños el objeto.

"La explicación de fondo es que el sistema visual, comenzando por la retina, está integrado de forma diferente en los chicos y chicas. En las chicas, el sistema visual deriva de las células P de la retina, diseñadas para detectar el color y la textura. En los chicos, las células M, que están diseñadas para detectar movimiento y velocidad, predominan en la retina.

"Como resultado, las chicas dibujan sustantivos y los chicos, verbos. Así, una niña de cinco años delante de un papel en blanco y una caja de lápices de colores dibuja personas, animales domésticos o flores, y utiliza diez o más colores, con predominio del rojo, naranja, amarillo, verde, beige y castaño. Un niño de la misma edad dibujará acciones, como un cohete estrellándose en un planeta, un extraterrestre devorando a un animal o un impacto entre dos coches, y usará pocos colores, con predominio del negro, gris, plata y azul.

"Las profesoras de preescolar ignoran estas diferencias. Nadie les ha hablado de células P y M. La consecuencia de este desconocimiento es que, irónicamente, se acaban reforzando los estereotipos. Al cabo de un año, en un jardín de infancia mixto, los chicos dirán: 'dibujar es de niñas'. En uno solo para chicos, seguirían disfrutando de sus dibujos".


30-03-2005
032/05

martes, marzo 29, 2005

In memoriam

Antonio Millán-Puelles, un fenomenólogo realista

Luis Sánchez de Movellán de la Riva

29 de marzo. Una vez más surge la esquizofrenia que nos atacó en el siglo XVIII y ha conducido a dividir los valores patrios en dos grupos: el de los afines que hay que exaltar, y el de los otros que hay que desprestigiar o silenciar. Éste es el caso del ilustre filósofo español Antonio Millán-Puelles, cuyo fallecimiento bajo los tañidos penitenciales de la Semana Santa ha pasado desapercibido fundamentalmente por obra del espeso manto de silencio que han vuelto a lanzar los ignaros mandarines de la cultura progre más antañona y reaccionaria.
Nuestro gran metafísico nació en Alcalá de los Gazules (Cádiz) el 11 de Febrero de 1921. Licenciado y Doctor en Filosofía con Premio Extraordinario, ganó por oposición a los treinta años la cátedra de Fundamentos de Filosofía en la Universidad de Madrid. Más tarde alcanzó la cátedra de Metafísica. Su formación fue aristotélico-tomista; pero desde muy joven se interesó por Husserl y adoptó el método fenomenológico, que le acompañará ya siempre en sus posteriores investigaciones filosóficas.Era varón de enjuta figura, de miopía interrogante, de fonética andaluza discretamente atenuada por su dilatada vecindad castellana, y de verbo claro, agudo y veloz. Sorprendía el rigor conceptual y la precisión terminológica en sus sugerentes improvisaciones. Conocedor de las lenguas clásicas y modernas, poseía una inmensa erudición filosófica, especialmente germánica. Supo compatibilizar una profunda y acendrada fe religiosa con una amplia apertura intelectual y una innovadora capacidad creadora.

En una vida consagrada por entero a la filosofía publicó obras imperecederas y de obligada referencia: El problema del ente ideal (1947), Ontología de la existencia histórica (1955), Fundamentos de Filosofía (1955), La función social de los saberes liberales (1961), La formación de la personalidad humana (1963), Economía y Libertad (1974), Sobre el hombre y la sociedad (1976), Léxico filosófico (1984), y su investigación capital, La estructura de la subjetividad (1967), que son más de cuatrocientas páginas de apretada tipografía y densa prosa metafísica.

Millán-Puelles fue un filósofo alineado en la tradición aristotélica, pero no como glosador, sino como un liberal continuador, atento a las vanguardias de su tiempo y empeñado en dotar a la filosofía recibida con nuevas y deslumbrantes aportaciones propias. Su obra la escribió en un castellano sencillo, correcto e, incluso, bello, pero con un nivel de abstracción complejo en su exposición, sobre todo en sus obras de fuerte contenido metafísico. Sus exotismos terminológicos como "consectario", "iteración", "analéptico", "oréctico", "aptitudinal", etc. nos recuerdan a otro gran metafísico español de la pasada centuria, Xavier Zubiri, quien junto al hoy glosado y el gallego Amor Ruibal forman la tríada metafísica española del siglo XX.

lunes, marzo 28, 2005

Mar afuera

El dogma del momento es la defensa a ultranza del «derecho a morir», que como dice el Maestro Sowell, en este caso es más bien «el derecho a matar»

El caso de
Terri Schiavo, la joven con severos daños cerebrales condenada a morir de hambre y sed —eutanasia imaginativa donde las haya— por un tribunal en los Estados Unidos, refleja perfectamente la diferente categoría moral de una clase conservadora, la norteamericana, dispuesta a defender sin complejos los valores sobre los que se asienta su ideario y la europea, convertida a sí misma, tristemente, en el sector moderado de la socialdemocracia.

Los medios de comunicación españoles, que ante la ausencia de competidores que defiendan un punto de vista liberal-conservador (gracias Aznar), ya ni siquiera disimulan el desvergonzado sesgo progre con el que adornan su relato de la actualidad, se han encargado de presentar a Terri Schiavo como una persona en estado vegetativo a quien los políticos republicanos, espoleados por los sectores más ultraderechistas de la sociedad norteamericana, se empeñan en mantener con vida en contra de su voluntad, alargando cruelmente su agonía. Fieles al dictado de lo políticamente correcto —que alguna vez habrá que empezar a llamar por su verdadero nombre: marxismo cultural—, los medios hurtan a su audiencia
el relato de los padres de Terri, que aclaran que su hija «no está muerta cerebralmente, ni está en coma, ni en estado vegetativo; tampoco necesita ningún sistema de soporte vital para mantenerse con vida. Por el contrario, ella ríe, llora, se mueve parcialmente y a veces dice mamá, papá y responde afirmativa o negativamente cuando se le pregunta».

Las televisiones nos abrumarán con el resultado de las encuestas realizadas —Machín, el corresponsal de TVE en Washington, no deja de relatar, entusiasmado, los porcentajes de votos de ciudadanos anónimos que se muestran favorables a dejarla morir; con el tipo de información que se les suministra, opinar en contra les haría quedar como perfectos idiotas—, pero no contarán que el marido de Terri, que es quien ha iniciado el proceso judicial para matar legalmente a su esposa,
convive desde hace años con otra mujer, Jodi Centonze, con la que tiene ya dos hijos. Tampoco harán alusión a las extrañas circunstancias del accidente que dañó irremisiblemente el cerebro de Terri en 1990, que podrían involucrar a su marido incluso criminalmente. En cambio, explicarán que, según los expertos consultados por el New York Times, la muerte por inanición no provoca sufrimiento alguno al paciente. Curiosamente, en un reportaje publicado el dos de diciembre de 2002 sobre una hambruna en India, el mismo periódico relataba la forma atroz en la que la gente moría de hambre, presa de terribles espasmos estomacales. Pero el progresismo rampante no va a permitir que la muerte de una persona inocente, ponga en cuestión los mantras ideológicos que le sirven de coartada en su cruzada a favor de “un orden nuevo”.

Tampoco los movimientos feministas, hipersensibilizados con la dimensión opresora del marido en las relaciones de pareja, encuentran motivo de protesta en la circunstancia (machista donde las haya) de que sea el hombre, a despecho de los padres y hermanos de la víctima, quien decida la muerte de su esposa para legalizar una relación adúltera consumada. El dogma del momento es la defensa a ultranza del «derecho a morir», que como dice el
Maestro Sowell, en este caso es más bien «el derecho a matar»; y si para defenderlo hay que mentir, manipular o desinformar, se hace, pues el principio fundamental del progresismo, destilado grasiento de las viejas categorías marxistas, es que el fin justifica los medios.

En cualquier caso, estos experimentos eugenésicos encierran un riesgo nada desdeñable, pues si hablamos de personas cerebralmente inactivas, probablemente estemos formulando una amenaza nada sutil sobre más de la mitad de nuestro Consejo de Ministros.
Pablo Molina

Un filósofo ruso y la presencia de Dios


Traducir al ruso las homilías del fundador del Opus Dei ha supuesto para Evgeni Pazukhin, ortodoxo y filósofo ruso, descubrir un nuevo mediterráneo espiritual. A lo largo de su testimonio Pazukhin afirma que "las enseñanzas de san Josemaría Escrivá son ecuménicas".


15 de marzo de 2005

Evgeni Pazukhin (San Petersburgo, Rusia) es filósofo y escritor. De su pluma salió la primera biografía de san Josemaría Escrivá en ruso y también ha traducido a esta lengua eslava muchas de las homilías del santo.


“El occidente cristiano no puede existir sin el oriente cristiano y viceversa. El Papa Juan Pablo II habla por eso de los 'dos pulmones de Europa'. Escrivá, pregonando la idea de un materialismo cristiano, une los dos pulmones: espiritualiza la materia, entendida en occidente de una forma tan pragmática, y materializa el espíritu, demasiado espiritualizado en oriente. Por eso digo que la enseñanza de Josemaría Escrivá es, en su esencia, ecuménica.

Cuando mi mujer y yo estábamos traduciendo la colección de homilías de ‘Amigos de Dios’, que en la versión rusa se titula ‘Los más cercanos al Señor’, la primera homilía con la que nos enfrentamos fue la dedicada al trabajo hecho en presencia de Dios.

Mientras avanzábamos en la traducción, nos dábamos cuenta de que el trabajo realizado con la intención de hacerlo del mejor modo a los ojos de Dios, era precisamente el trabajo del que hablaba Josemaría, y que la traducción que estábamos haciendo era obra de Dios.

Así, gracias a Escrivá, y lo digo como ortodoxo y por tanto ligado a una tradición de misticismo, me he dado cuenta de que Dios está presente en todas las situaciones de todos los días”.

Este relato ha sido publicado en el folleto "La alegría de los hijos de Dios", de Alberto Michelini. © 2002 Oficina de Información del Opus Dei.

© 2005, Oficina de información del Opus Dei en Internet

domingo, marzo 27, 2005

Parábola del empleado desleal

por Martín Ibarra Benlloch

El recurso literario facilita la denuncia

Ocurrió una vez que un Empresario poseía una vastísima red de empresas en los cinco continentes, aunque con una distribución desigual. En las últimas décadas, su empresa había crecido mucho en América, África y Asia, pero disminuido en Europa.

Este Empresario había delegado en diferentes gerentes, que eran los responsables de la red de pequeñas empresas de un territorio determinado. En España tenía unos setenta de estos gerentes. La filosofía de la empresa estaba muy bien fijada desde hacía muchos, muchísimos años, y era inalterable. Había dado buenos resultados, que se podían observar en su permanencia, expansión y prestigio. Las cuestiones técnicas, de imagen y marketing habían evolucionado, como es lógico, adaptándose a los tiempos.

Este Empresario tenía un aprecio singular por cada uno de sus empleados, que para él era irrepetible. Cuidaba lo más esmeradamente posible de su formación en todas sus facetas, y deseaba su colaboración e identificación, hasta donde fuera posible con él y con su empresa. Las reuniones solían ser semanales, aunque en ocasiones, si lo deseaba el trabajador, podían aumentar.

En una de estas empresas de España, trabajaban dos empleados, Arturo y Felipe. Ambos eran cumplidores, puntuales, y llevaban muchos años en la empresa. Pero Felipe había comenzado a no asistir a las reuniones formativas semanales. “¡Bah! –decía- ya me lo sé todo, me aburre siempre lo mismo”. Poco a poco había ido plantando cara al gerente en muchas de sus indicaciones, pensando de continuo que se equivocaba. Hubo un momento en que comenzó a pensar si no sería mejor cambiarse de empresa. Por el contrario, Arturo seguía plenamente identificado con el Empresario y su empresa, hacía casos de las indicaciones del gerente y procuraba cumplir lo mejor que podía con su trabajo, haciendo las observaciones que estimara oportunas, por el cauce establecido y sin murmurar contra sus jefes inmediatos, mucho menos contra el gerente o el Empresario-jefe.

Un día, cayó en las manos de Felipe una revista en que se mofaban de su empresa y de su filosofía. Se extendía la burla también al Empresario. Felipe no dejó la lectura, sino que continuó hasta el final. Se guardó dicha revista. Al cabo de dos meses, su curiosidad le llevó nuevamente a leer una revista de la competencia. Después otro libro que ridiculizaba por completo a su empresa. Felipe se divirtió mucho mientras lo leía. Aunque seguía trabajando en la empresa como hace años, cada vez estaba anímicamente más alejado de ella.

Arturo, al que le preocupaba la actitud de su compañero y también amigo, habló con él. Al principio Felipe le escuchó, pero al cabo de un rato le dijo: “Estoy desengañado de esto. Todo esto es muy bonito, pero en otras empresas se andan con menos deontologías, menos exigencias, menos formación. Además, cada vez veo que aquí, en España, la empresa va peor. Antes sí que iba bien y estaba muy bien visto trabajar aquí. Ahora ya no tanto; es muy frecuente que en los medios de comunicación se burlen de ella, de sus gerentes, y también del Empresario-jefe. A mí eso no deja de acogotarme, así que seguramente acabaré dejándola. Si no me voy es por no dar un disgusto a mi mujer”.

Arturo le contestó con sus razones, y concluyó: “Yo estoy muy contento en esta empresa y con este Empresario. Es donde mejor se vive. La tranquilidad del deber cumplido, sabiendo que siguiendo las normas establecidas va todo bien, no se tiene en otros sitios. Yo me quedaré aquí”.

Felipe comenzó a criticar abiertamente a su empresa, a su gerente. Incluso al Empresario. En más de una ocasión, con sus amigos, le calumnió voluntariamente. Disfrutaba leyendo libros en los que se hacía mofa del Empresario y de su filosofía de empresa.

Hubo un momento en que la competencia le ofreció hacer declaraciones a su favor y en contra de la empresa en donde trabajaba. Y Felipe lo hizo.

+ + +

Pregunta 1ª. ¿Podrá estar enfadado Felipe si el gerente de su empresa le amonesta?
Pregunta 2ª. ¿Podrá estar enfadado Felipe si el Empresario, ante su obcecación, no tiene más remedio que despedirle de su empresa?
Pregunta 3ª. ¿Qué excusas pondrá Felipe para su deslealtad?
Pregunta 4ª. ¿Quién ha incumplido sus obligaciones, Felipe o el Empresario?
Pregunta 5ª. ¿Tenía Felipe alguien en quien apoyarse en sus momentos de duda?
Pregunta 6ª. ¿Transmitía el gerente de manera adecuada los objetivos y filosofía propios de la empresa? ¿Conseguía ilusionar a sus empleados?
+ + +

Después de contestar, borre la palabra Empresario y sustituyala por “Dios”. Haga lo mismo con la palabra gerente y coloque “obispo”. Filosofía = “depósito de la fe”. Reuniones semanales = “Santa Misa”. Malas lecturas = Código da Vinci, por ejemplo. Cambiarse de empresa = “apostatar”. Despedir de la empresa = “condenar”

viernes, marzo 25, 2005

El musulmán y el cristianismo

De un forista de Hazteoír:
Recientemente un organista fue a tocar en un funeral y entre los asistentes había un camerunés musulmán que al terminar se acercó a felicitarle por la música. Estuvieron hablando un rato:
-- Vuestra mezquita es cómoda, estáis sentados, en nuestra mezquita estamos de pie o de rodillas en el suelo; vuestra mezquita huele bien, hay flores, en nuestra mezquita huele a pies de la gente descalza; vuestro imán habla de compasión, de solidaridad, de amor, nuestro imán habla de guerra al infiel, de venganza...
-- El organista le espetó: ¿Por qué no te haces cristiano? yo puedo enseñarte el catecismo y ayudarte.
--Eso es imposible, podrían castigarme hasta con la muerte; mi familia de Camerún no tardaría en enterarse, me odiarían y no dudarían en aplicarme la pena por hacerme infiel.

Es Cristo quien vive en mí

“Es Cristo quien vive en mí”
(Ga 2,20)

Yo no quiero seguir a la zaga de tus pasos
ni engrosar el cortejo solemne y luctuoso
a mi ritmo gregario de otras lunas,
al vaivén de mi rutina;
pues me asfixia el rumboso capirote
que hace de mi carne pecadora
carne de procesión.
Ya no seré María Magdalena
ni el súbito recluta de Cirene
ni la fémina piadosa y descarada
que infiltró entre la escolta
el lienzo de la imagen prohibida.

Que me borren del grupo plañidero
que va sembrando perlas tras de Ti;
que me expropien mi nombre y apellidos:
ni siquiera yo mismo quiero ser.
Sólo quiero negarme a mí mismo
y todo aquello que no seas Tú en esta vía:
ver por tus ojos y escuchar contigo
la blasfemia y el lamento,
las plegaria y el martillo;
y sentir los dedos del flagelo intermitente
que pulsa, como arpa, mis costillas,
la garra inexorable del acero
en mis carnes...Y en mi alma,
la punzada abismal del estar solo
entre el cielo y la tierra,

Dame, Señor, la túnica sangrienta,
desgarrada y escupida,
regálame tu leño y tu camino y tu piel.
Disfrázame,
revísteme de Ti, mi Nazareno.

Y podré caminar con mi Padre y con mis cristos -mis hermanos-
en diálogo amoroso y permanente.


El ganador del XXIV Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, ha sido Monseñor Gilberto Gómez González, Obispo Auxiliar de Abancay, quien llegó al Perú desde Tuy Vigo (España) en 1986, para trabajar en esa diócesis, enclavada a 3000 metros sobre el nivel del mar, en pleno corazón de la imponente geografía andina.


jueves, marzo 24, 2005

Mirar a Cristo crucificado : con los ojos del alma

Para dejarse mirar por Él, para que su mirada, humanísima y sublimemente divina a la vez, nos toque el corazón y nos cambie la vida.

Madrid, 23/03/ 05 (Alfa & Omega)

Mirar a Jesucristo clavado en la Cruz con los ojos del cuerpo es una experiencia que el arte y la piedad cristiana nos ha facilitado a todos los que, por gracia, hemos nacido y vivido desde nuestra niñez en países de tradición cristiana.

En la Semana Santa española, con su bellísima tradición de las imágenes de los Cristos flagelados y crucificados, acompañados en los desfiles procesionales de la Virgen Dolorosa, nuestras pupilas se han llenado, año tras año, a lo largo de las diversas etapas de nuestra vida, de la visión conmovedora del rostro santísimo de Jesús clavado en la Cruz por nosotros y por nuestra salvación.

De nuevo, desde el Domingo de Ramos, hasta el Sábado Santo, las calles y plazas de nuestras ciudades y pueblos de España y, ¿cómo no?, también las de Madrid verán pasar al Crucificado, nuestro Salvador, representado en tallas esculpidas por los mejores artistas de todos los tiempos: lo verán las personas de edad, los padres y madres de familia, los jóvenes y, sobre todo, los niños... ¡Qué importante es que lo sepan mirar bien con los ojos del cuerpo, pero, sobre todo, con los ojos de su alma tan sencillamente abierta a las maravillas de Dios!

Mirar a Jesús, con los ojos del alma, mirarle clavado en la Cruz y escarnecido, mirar su cuerpo tan herido, sus afrentas y su muerte... es absolutamente imprescindible para comprenderlo en su más hondo significado; o, dicho con otras palabras, para dejarse mirar por Él, para que su mirada, humanísima y sublimemente divina a la vez, nos toque el corazón y nos cambie la vida.

Mirándole y contemplándole desde lo más profundo de nuestro ser, desde las raíces del alma, caeremos en la cuenta de que en la Cruz nos estaba amando hasta el extremo, hasta el punto de ofrecerse como víctima al Padre por nuestra salvación. Cargado con nuestros pecados, no duda en cumplir la voluntad de su Padre aceptando con todas sus consecuencias la única forma con la que se podía reconciliar al mundo con Dios: abriendo al hombre, a cada hombre y a la Humanidad entera, para siempre e irrevocablemente, el camino del perdón verdadero que integra y desborda las exigencias de la justicia por la vía de la misericordia: el camino del amor misericordioso.

Sin rehuir su mirada

Fijar la mirada del alma en Cristo crucificado, sin rehuir la suya, la que nos dirige a cada uno de nosotros, sólo es posible si, a renglón seguido, la bajamos avergonzados y arrepentidos de nuestra tremenda ingratitud para con Él. No es lo mismo haber pecado antes de conocer a Jesucristo, el Hijo Unigénito de Dios Padre, por el don de la luz del Espíritu Santo, que después de haber creído en Él, haber renacido con Él a la nueva vida de los hijos de Dios y, por lo tanto, después de haber conocido la esperanza en sus promesas de bienaventuranza eterna y de haberle amado y seguido por los senderos más decisivos de la propia historia personal y colectiva.

«El que no está conmigo está contra mí», dijo Él a sus discípulos en uno de esos momentos llenos de dramatismo de su vida pública, donde era preciso optar y decidirse por Él y su Evangelio del reino de Dios. En el pecado, cometido por los cristianos, quiéranlo o no, se asume una posición contraria a la de Cristo, se está en contra de Él.

El cristiano que peca gravemente, menosprecia la sangre derramada por Cristo en el Calvario, responde al sacrificio de su cuerpo y de su sangre, ofrecidos como víctima humano-divina por nuestra salvación, amándonos infinitamente, con el desconocimiento y el rechazo o, en el mejor de los casos, pasando cobardemente de Él.

Si queremos, pues, vivir fructuosamente esta Semana Santa, habremos de seguir el consejo de san Ignacio de Loyola tan emotivamente expresado en el Libro de los Ejercicios, al llegar a la Semana de las meditaciones de la Pasión del Señor (n. 203): el de pedir y sentir lo que «es propio de demandar en la Pasión, dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí».

La conversión de vida en la Semana Santa del 2005, para los cristianos de Madrid, pasa, pues, por el examen sincero y humilde de conciencia que ha de preguntarse de si estamos con Cristo o contra Él. Pregunta que hay que hacerse sin tapujos y falsos pretextos o disculpas hipócritas.

Toda situación de pecado mortal en cualquier ámbito de la vida personal o social, aunque no incluya la negación o el abandono explícito de la fe, entraña siempre un No al Cristo de la Cruz. Un No, sin embargo, reversible que puede, incluso, convertirse en un Sí, abriendo el corazón a su mirada misericordiosa y dejándose amar por Él.

En el sacramento de la Penitencia se encuentra el sitio más certero –¡en definitiva, el único!– donde ese encuentro con el perdón y el amor misericordioso de Cristo, a quien tanto le costó nuestra redención, se da en toda su verdad y se traduce en un nuevo comienzo de la vida y para la vida en Él.

¡Un cristiano, a quien le signifique algo en la configuración de sí mismo y de su existencia diaria la Pascua del Señor, no puede aspirar a su celebración gozosa, hoy como ayer y como mañana, si no busca a la Iglesia y en la Iglesia a Jesucristo, que por el ministerio de los sacerdotes, unidos a su obispo, le mira, le escucha la confesión de sus pecados, acoge sus lágrimas y le perdona con un amor que supera todas las capacidades de amar que creatura alguna, aun la más ensalzada en los cielos, pudiera nunca ofrecerle!

El mayor servicio que la Iglesia y los cristianos podemos prestar a los hombres de nuestro tiempo, encerrados herméticamente en sus pecados hasta el punto de declararse incapaces para reconocer su existencia, es el de la celebración, sentida y piadosa, de la liturgia de los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor con los frutos de verdadera conversión que de ella nacen.

¡Santa María, Madre del Señor y Madre nuestra, Madre de la Iglesia, Virgen Dolorosa, Santa María de La Almudena..., ayúdanos en esta Semana Santa a saber estar a tu lado, junto a la Cruz de tu Hijo, para que nos vea, y su mirada nos traspase el alma, y, así, nos cambie la vida y de pecadores pasemos de nuevo a ser hijos queridos!

+ Antonio Mª Rouco Varela

La Capelleta del Miracle dels Peixets de Almàssera queda destruida tras otro ataque


La Capelleta del Miracle dels Peixets de Almàssera queda destruida tras otro ataque

La Capelleta del Miracle del Peixets de Almàssera ha quedado totalmente destrozada tras sufrir un segundo ataque. La Guardia Civil investiga y, por el momento, no se ha producido ninguna detención. El alcalde de la localidad, Enrique Ramón, ha denunciado lo ocurrido ante la Comandancia y pide el máximo castigo para los autores.
MARÍA JOSÉ CARCHANO/ ALMÀSSERA


La Capelleta del Miracle dels Peixets de Almàssera queda destruida tras otro ataque

Aspecto que presentaba ayer la Capelleta del Miracle dels Peixets de Almàssera tras sufrir un segundo ataque.

“No se han conformado con hacer explosionar la capilla, lo que quedaba de ella ha sido destruido esta noche.’’ El alcalde de Almàssera, Enrique Ramón, confirmó ayer que la Capelleta del Miracle dels Peixets había sufrido durante la madrugada del martes al miércoles otro brutal ataque que hará imposible su reconstrucción.

Los vecinos de la población, conforme iban conociendo la noticia publicada ayer por LAS PROVINCIAS, se acercaban hasta el lugar donde, desde tiempo inmemorial, estaba ubicado el monumento que recuerda el milagro dels Peixets, y que era muy venerado en la población.

De “salvaje ataque” definió ayer el alcalde de Almàssera, Enrique Ramón, la actuación de varias personas desconocidas que han acabado de forma irremediable con la Capelleta dels Peixets de la localidad, que ayer por la mañana encontraron dos agentes de la Policía Local “totalmente destrozada”. Ramón, en nombre del Consistorio, ha presentado una denuncia ante la Comandancia de la Guardia Civil “para que investiguen quiénes fueron los responsables y les apliquen el castigo máximo, porque esto no es una gamberrada”.

Según explicó el alcalde, la Policía Local se había asegurado que no había peligro de derrumbe de lo que quedaba de la capilla después de la explosión del pasado 18 de marzo, por lo que se descarta que se haya desmoronado por los efectos del primer ataque. “Esta segunda agresión demuestra que querían acabar con esta parte de nuestra historia”, se lamentó el máximo edil de Almàssera.

Del mural cerámico que se podía admirar dentro de la construcción no quedan más que pedacitos esparcidos a más de 50 metros de la capilla, y va a ser imposible su reconstrucción. Este mural representaba un acontecimiento relatado en los archivos históricos de la población, que data de 1348. Según cuenta, un párroco cayó en las aguas del Carraixet y perdió dos formas consagradas. Explica la historia que una vez en la orilla y salvado de peligro vio como unos peces las sacaban del barranco.

Muestras de pólvora
La familia que vive en una alquería a 500 metros de la construcción escuchó una explosión sobre las nueve de la noche del pasado día 18. No así en la madrugada del miércoles, por lo que la Guardia Civil investiga cómo se produjo este segundo ataque. Agentes judiciales de este cuerpo de seguridad tomaron muestras de los restos de pólvora que había en los alrededores de la capilla, que quedó esparcida en el campo contiguo.

Fue la Policía Local la que descubrió el segundo ataque ayer por la mañana, cuando fue a comprobar que la Capelleta del Miracle dels Peixets seguía tal y como la habían visto el día anterior.

Vuelan con petardos la Capelleta dels Peixets de Almàssera

La explosión, obra de unos desconocidos, destrozó por completo la pequeña ermita y esparció las paredes y un mural cerámico en un radio de 50 metros
Unos desconocidos hicieron volar por los aires con pólvora la ermita del Miracle dels Peixets en Almàssera. La fuerte explosión hizo temblar paredes de alquerías situadas a más de 500 metros, desde donde alertaron a la Policía Local. La Guardia Civil ha abierto una investigación para esclarecer la autoría de los hechos.
JOSÉ M. ESTEVE/ ALMÀSSERA

Sufrió pintadas hace un año

La capilla del Miracle del Peixets de Almàssera ha sido literalmente arrasada. Durante la Nit del Foc, el pasado 18 de marzo, unos vándalos hicieron volar con pólvora de petardos prensada esta ermita de estilo neoclásico y que está situada junto al barranco del Carraixet.
Los vecinos de una alquería de la huerta situada a 500 metros de ermita fueron los que alertaron pasadas las nueve de la noche a la Policía Local de Almàssera de una fuerte explosión que sacudió la zona. Incluso, explicaron estas personas a la policía que la detonación hizo temblar las paredes de su casa.
Una patrulla de la Policía Local acudió hasta el barranco del Carraixet en busca del lugar donde se produjo la detonación. Uno de los agentes que intervino explicó ayer que, en principio, “nosotros pensamos que había sido en el barranco donde estaba activo un incendio de matorrales, pero al enfocar la luz de la linterna a la capilla vimos los destrozos que habían provocado. No podíamos creernos lo sucedido”.Este mismo policía señaló que los autores “debieron utilizar abundante pólvora de petardos para provocar la detonación, ya que el suelo y las paredes de la capilla estaban esparcidos en un radio de 50 metros”.
El mural cerámico que se encontraba en el interior ha quedado hecho añicos y será imposible su reconstrucción. El techo de teja de la capilla cayó sobre la base al desaparecer los muros.
El Ayuntamiento de Almàssera ya ha calificado este hecho vandálico de “atentado premeditado contra el patrimonio histórico” y la denuncia de los hechos ha sido trasladada a la Guardia Civil.Agentes de la policía judicial del cuartel de la Guardia Civil de Tavernes Blanques realizaron ayer una inspección del lugar y recogieron pruebas, entre ellas una bolsa con restos de petardos, para poder esclarecer la autoría de los hechos.
De momento, la Guardia Civil ya ha interrogado a los que se piensa que pueden ser los autores de estos hechos, ya que desde hace tiempo una pandilla de menores ha realizado ya actos vandálicos en la población. La Capelleta del Miracle dels Peixets, como así la conocen en Almàssera, era todo un símbolo, ya que recuerda el lugar donde hace 655 años se produjo este milagro.En el interior de la capilla había un mural cerámico donde se rememoraba este hecho histórico ocurrido en el año 1348. Cuenta la tradición que un sacerdote cayó a las aguas del Carraixet y perdió tres formas consagradas. Una vez a salvo vio cómo varios peces las sacaban del barranco.

miércoles, marzo 23, 2005

El sufrimiento redentor

Alfa y Omega ofrece un amplio extracto del artículo de Robert Spaemann El sentido del sufrimiento, que acaba de ser publicado en Humanitas, revista de Antropología y Cultura, de la Pontificia Universidad Católica de Chile

La pregunta acerca del sentido del sufrimiento es la pregunta acerca de la experiencia de la falta de sentido, pues justamente en esa experiencia consiste el verdadero sufrimiento. ¿Qué sentido tiene la experiencia de lo sin-sentido? ¿Tiene esa pregunta algún sentido? Es seguro que no apunta hacia ningún tipo de instrucciones para conseguir experiencia (lit. praxis): el sufrimiento es el límite de la praxis. El sufrimiento es aquello contra lo cual yo, al menos de momento, nada puedo hacer. La réplica de quien, hablando del sentido del sufrimiento, afirmase que debe ser combatido allí donde se dé, justifica de hecho el sufrimiento, y no debe ser tenida en cuenta como tal réplica. Porque no se pregunta cómo podemos disminuirlo, sino qué sentido tiene aquella situación en la que todos nuestros esfuerzos para disminuirlo o evitarlo llegan a un límite. Todos experimentamos alguna vez tales situaciones: los esfuerzos humanos llegan a su fin, y sucede lo que no queremos. El tema sentido del sufrimiento es idéntico al tema sentido de lo que no queremos, de lo que nadie puede querer para sí mismo.


Miedo ante el sufrimiento

Si alguien, de quien se pudiera suponer que sufre menos que otros, hablase sobre el sufrimiento, se le podría objetar: «Para ti es fácil hablar; deberías antes pasar por una situación de verdadero sufrimiento: se te acabaría entonces el discurso». Pero ésta no es tampoco una réplica razonable, pues si yo sufriera de manera extrema por un instante, me encontraría entonces, de hecho, en una situación en la que nada podría decir sobre el sentido del sufrimiento. No hay límites exactos entre sufrir y no sufrir; y no los hay, porque al hombre –como dijo Thomas Hobbes– el hambre futura ya le convierte hoy en un hambriento. Tenemos miedo del sufrimiento, y ya ese mismo miedo es sufrimiento.

Pero el sufrimiento es algo distinto del dolor físico. El temor ante el dolor físico es, con frecuencia, peor que el propio dolor. Y siendo esto así, el miedo ante el sufrimiento es con frecuencia miedo del miedo. El temor ante la muerte no es en realidad miedo a estar muerto, sino miedo ante la situación en la que «mi corazón se llenará del máximo temor».

Sufrir es un fenómeno complejo. Hay un grado moderado de dolor físico que de ningún modo podemos denominar sufrimiento. El hambre, por ejemplo, tiene el sentido de mover a un ser vivo a que se preocupe por la comida. Una sensación aguda de hambre no supone ningún sufrimiento para el que sabe que, dentro de cinco minutos, se sentará ante una mesa bien provista. Sin embargo, la misma hambre es un sufrimiento para otra persona que sabe que, en un tiempo razonable, no va a tener nada que comer; esto se convierte entonces en sufrimiento.

El dolor corporal como tal es sufrimiento cuando devora todas las perspectivas positivas o negativas de futuro. Si ese dolor se va, se va de una manera notablemente perfecta. Los dolores desaparecidos gustan en cuanto tales, nada se tiene ya contra ellos; sólo queda la alegría de que han pasado. El mal (moral) pasado, por el contrario, sigue siendo mal, y es objeto de pesar.

Allí donde no se acierta a integrar una determinada situación dentro de un contexto de sentido, allí comienza el sufrimiento. El término alemán sufrimiento tiene, de manera análoga a sus términos correspondientes en otras lenguas, un doble sentido. Significa tristeza (infelicidad, desagrado...), y también sencillamente pasividad (en el sentido de passibilitas), o, por decirlo a la moda, frustración. La pregunta acerca del sentido del sufrimiento es, ante todo, una pregunta paradójica. Apenas es posible darle una respuesta teorética, pues tal pregunta quedaría resuelta si desapareciera, pero no desaparece porque se resuelva.


El sufrimiento en la sociedad moderna y en la primitiva

La sociedad moderna concentra sus esfuerzos en la evitación y en la disminución del sufrimiento. Los métodos y técnicas para evitar el sufrimiento tienen, sin embargo, por desgracia, efectos paradójicos. Tomados en su conjunto no aumentan la felicidad, ya que transforman el horizonte de las expectativas, y no eliminan con ello la discrepancia entre lo que creíamos poder esperar y lo que realmente sucede.

Cuando leemos con frecuencia que algunos colegiales se suicidan porque han llevado a casa malas notas, no cabe buscar la razón simplemente en que el juicio sobre las calificaciones escolares sea en los padres de hoy más severo que en los del siglo XIX. La razón está más bien en un índice más bajo de tolerancia respecto de las sensaciones de frustración. Konrad Lorenz ha hablado del creciente infantilismo que impulsa sin cesar hacia una inmediata satisfacción, y que incapacita por ello para soportar situaciones en las que no se da una satisfacción inmediata. Aquí es donde acaece el verdadero sufrimiento: de una actitud motivada absolutamente por el intento de evitar el sufrimiento. Max Scheler ha mostrado que las formas más altas de felicidad son aquellas que no se pueden alcanzar directamente. Una civilización fundamentada en el lamento, en la que cada uno tiende a compadecerse de sí mismo y a quejarse de su nefasta situación, apenas tiene ya impulso para hacer a los hombres felices. En la literatura psicoanalítica se dicen muchas cosas sobre el triunfo del placer, pero nunca se habla de la alegría. La alegría guarda relación con la experiencia del agradecimiento. Cuando la alegría es vista sólo como exigencia de felicidad, se pone en movimiento un automatismo que imposibilita la felicidad. Cuando se utilizan más los psicofármacos para suprimir molestias normales, para evitar sensaciones de malestar, para disminuir todo temor o nerviosismo, disminuye también, lógicamente, la intensidad de la felicidad.

En las sociedades primitivas hay figuras (el mendigo, la viuda...) relacionadas con el sufrimiento que nosotros hemos perdido. En ellas se cuenta con el sufrimiento que desarrolla su rol, su función. Dicha función hace posible transformar, hasta cierto punto, el propio sufrimiento en actividad, ya que cada rol exige del que lo desempeña un cierto rendimiento. El sufrimiento no es propiamente algo que no debe suceder, y que si sucede convierte al paciente en víctima, en objeto pasivo de auxilios. El sufrimiento está allí previsto. Vivimos en una sociedad dinámica que, a diferencia de las sociedades primitivas, tiende a la abolición del sufrimiento. Pero la realidad es que una tal sociedad con su creciente actividad, cuando llega al límite más allá del cual no puede disminuir el sufrimiento, no tiene ya nada más que decir.

Era propio del primitivo dominio del sufrimiento una particular ritualización de las situaciones extremas. Nuestra sociedad, sin embargo, es incapaz de hacer algo semejante con la muerte, que es desviada hacia el anonimato de las clínicas. En ningún sitio se habla de ella y, desde luego, de ningún modo con los moribundos. Pero, sobre todo, ya no se enseña a morir. Los niños ya no ven cómo mueren los ancianos; no se enseña a morir, y así la mayor parte de la gente se encuentra con la muerte por vez primera en la suya propia. En la sociedad primitiva morir no significaba verse forzado a una actitud de pura pasividad: el morir pertenecía a la plena realización de la sociedad.

La extremada concentración en el puro evitar el sufrimiento, renunciando a cualquier interpretación, es la eutanasia. Cuando ya no se puede detener el sufrimiento, se acaba con la vida, pues una tal existencia ya no tiene sentido. Plantear la pregunta sobre el sentido del sufrimiento en este contexto es un síntoma del aislamiento del hombre, para quien el cosmos ya no es una patria, sino que se siente realmente desprotegido, como solo ante ese silencio del espacio infinito del que habló Pascal.


Materialismo: la apuesta por la praxis

Hay dos maneras de dificultar una respuesta a la pregunta sobre el sentido del sufrimiento. Una de ellas es el naturalismo o materialismo, cuya postura se fundamenta en que el sentido está ligado al obrar del hombre, fuera del cual no existe ningún sentido. El sentido termina allí donde la praxis llega a su término, allí donde tropieza con la invencible naturaleza. El sufrimiento no es un sin-sentido, pues la naturaleza –que no es ni buena ni mala– no guarda absolutamente ninguna relación con el sentido, sino que es el reino de la necesidad. Lo necesario es aquello que no se puede cambiar. Ante ello es absurdo (sin-sentido) preguntar por un sentido.
Algo semejante ocurre con la pregunta sobre Dios. Existe una tendencia en la teología contemporánea a unir el discurso sobre Dios exclusivamente con la praxis. Esa teología no tiene en el fondo nada que decir a quien no tiene capacidad de obrar, a quien sólo padece y cuyo obrar podría consistir, en todo caso, en transformar ese sufrimiento en una relación con Dios, es decir, en oración. Detrás de lo que decimos está la máxima de evitar incondicionalmente el sufrimiento.

Estoicismo y budismo

Los estoicos habían desarrollado una doctrina sobre la evitación del dolor que no estaba ligada con la actividad transformadora del mundo, sino que dejaba al mundo tal como es. Su pregunta sonaba así: ¿qué podemos hacer para que lo que sucede no sea experimentado como sufrimiento, es decir, para que no disminuya nuestra libertad? Si yo consiento desde el principio con la necesidad, si acepto desde el principio voluntariamente lo que no puedo cambiar, entonces no puede sucederme realmente nada adverso. Entonces soy tan libre como Dios. Entonces tampoco Dios puede hacer nada contra mí, porque si yo, desde el principio, ante lo que Él me envía, digo: «Eso es justamente lo que yo quería», entonces Él no puede hacer nada que vaya contra mi voluntad.

Los propios estoicos eran conscientes de que la posesión real del método estoico, de la apatía (la impasibilidad), nunca se ha dado verdaderamente. Además, tampoco podían negar que el dolor físico puede alcanzar tal grado de intensidad, que nos condene contra nuestra voluntad al sufrimiento. Sólo quedaba entonces para ellos un recurso –el suicidio– como último acto de afirmación de libertad.

Una forma aún más consecuente y extrema de evitar el sufrimiento se da en el budismo. Su programa tiende a una anulación del sufrimiento justamente a través de la anulación de la voluntad. Si el sufrimiento es frustración, obstáculo para algo que yo quiero, entonces la solución más segura es, lógicamente, salir al encuentro de lo que de ningún modo quiero. Los estoicos querían afirmar su libertad en el yo. El budismo pone en ese mismo yo la condición de posibilidad del sufrimiento; a través de la praxis meditativa debe desaparecer el yo: entonces se desvanece también el sufrimiento.

En todas estas soluciones se trata siempre de evitar el sufrimiento, y no de plantear la pregunta sobre su sentido, porque el sufrimiento es en sí mismo lo sin-sentido, aquello que yo no puedo asociar a ningún sentido por mí mismo.


La ilimitada totalidad de sentido

La cuestión sobre el sentido del sufrimiento es específicamente bíblica. Presupone la fe en una ilimitada totalidad de sentido. Sólo donde se acepta y se cree en un sentido universal, como sucede en la religión bíblica, llega a ser planteada como tal la pregunta sobre el sufrimiento. La pregunta sobre el sentido del sufrimiento, además, presupone el hecho real de que vivimos en un mundo que nos es común, en el que seguimos los más divergentes fines; y que existe un mundo externo al hombre que es indiferente respecto a los gustos de cada cual y que, por eso, le opone resistencia.

El Nuevo Testamento, en la pasión de Cristo, nos sitúa de manera extrema ante la dolorosa experiencia de la falta de sentido: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Jesús reza un versículo de un salmo, y representa el papel del Siervo sufriente de Dios del Antiguo Testamento. El sentido es la experiencia de la falta de sentido. No cabe ver en esa historia de la Pasión ningún vestigio del heroísmo estoico. La pasión de Jesús está descrita expresamente como algo que se hace contra su voluntad. A ella pertenece el ruego que dice: «Haz que este cáliz pase de mí». Si nos preguntamos por el sentido cristiano del sufrimiento, debemos considerar cómo es interpretada la Pasión de Jesús en el Nuevo Testamento. Hay en él dos pasajes centrales que ofrecen esa interpretación, uno del apóstol Pablo, quien afirma que Jesús se hizo «obediente hasta la muerte», y otro de la Epístola a los Hebreos, en el que de manera aún más fuerte se dice que «aprendió a obedecer a través del sufrimiento»

Sufrimiento y desobediencia

¿Qué significa esto? En esos pasajes se presupone que los hombres en su conjunto viven en un estado que no es el normal. El sufrimiento se manifiesta como el reverso pasivo del mal, que ha sido causado por la desobediencia. El cristianismo enseña que todos nos encontramos en una situación como la descrita. La doctrina cristiana sobre el pecado original no dice sino que todos vivimos en un contexto general de culpa, en el que todos entran a formar parte cuando comienzan a pertenecer a la sociedad humana. No se trata de que cada uno sea sólo una víctima pasiva, sino de que cada uno forma parte del juego, participa en la injusticia que cada uno comete contra los otros.

La desobediencia es no escuchar, no oír el sentido del todo. Sólo puede representar bien su papel quien presta atención a las órdenes del director y escucha el papel de los otros. El tirano monologa: el sentido sólo es para él su sentido. Trata activamente de imponerlo sin consideración al sentido del conjunto, en el que los obedientes proyectos de sentido de los co-actores podrían ser también desarrollados. El culpable debe experimentar cómo se siente la víctima.

La interpretación cristiana del sufrimiento dice, según creo, que los hombres viven en un contexto general de culpa que se caracteriza porque cada uno se ve a sí mismo como el punto central (el ombligo) del mundo. Ese contexto de culpa sólo puede ser eliminado si es experimentado como sufrimiento. Mientras el malo encuentre aceptable y perfectamente en orden vivir a costa de los demás, ¿para qué cambiar la situación? El que sufre se ve obligado a experimentar la falsedad de la situación. Esto se ha puesto de relieve constantemente en la tradición cristiana. Todos los grandes santos y doctores de la Iglesia han entendido el sufrimiento como el irremediable reverso de la arbitrariedad individual, por el que el hombre vuelve a ser conducido a la verdad.

Eichendorff dice: «Tú eres el que destruye dulcemente sobre nosotros lo que construimos, para que miremos al cielo; no me quejo de eso». Aquí se ve de nuevo que, en nuestras reflexiones, no se trata nunca de un sufrir superficial que pudiera ser evitado. Un padecer evitable no tiene ya el carácter de educación en la obediencia en el sentido neotestamentario. El sufrir se experimenta con mucha mayor intensidad justamente allí donde hubo antes una intensa actividad, y esa actividad fracasa. Lutero cuenta la historia de un misionero que no convierte a nadie y combate contra el destino. Dice Lutero: La voluntad de ese hombre no era buena, porque «es señal segura de mala voluntad que no sea capaz de soportar los obstáculos». Cristo está dispuesto a aceptar también el fracaso de sus esfuerzos humanos, como voluntad del mismo Dios que le exige esa actividad.

Allí donde alcanzamos el límite de nuestra capacidad de obrar, allí nos encontramos con el sufrimiento del que aquí hablamos. Además, cualquier discurso sobre el sentido del sufrimiento sólo tiene plenitud de sentido en cuanto discurso sobre el propio sufrimiento. En el sufrimiento ajeno sólo hay para mí una llamada a mitigarlo. No significa esto que –con puras técnicas modernas de disminución del dolor– se le evite a la persona esa situación que le impidiera alcanzar la plena madurez de su humanidad. Eso sólo sería una cómoda huida de la verdadera y profunda solidaridad. La verdadera solidaridad significa ayudar a encontrar el sentido del sufrimiento.


El consuelo del sentido

En el sufrimiento hay siempre un momento de comprensión. Su sentido aparece sólo puntualmente, como «una luz que alumbra lo que piso» (lit. luz para mi pie) y no como iluminación de todo el terreno. Yo he podido ser testigo en Lourdes de cómo un enfermo quedaba curado de una manera incomprensible para la medicina. No fue la curación lo que me produjo la impresión más honda, sino los enfermos que se iban de Lourdes sin haber sido curados. El mayor milagro de Lourdes es la serenidad de los que la abandonan sin ser curados. ¿Cómo puede suceder eso? Tal realidad está relacionada con el hecho de que para ellos la curación milagrosa de alguno les hace entender que el sufrimiento que padecen no es un fatal destino. Si Dios puede curarme, debe tener un motivo para no hacerlo. Un motivo, es decir, ¡un sentido!, y el sentido consuela.
La actividad curativa de Jesús no consistió en sanar a todos los hombres, sino puntualmente a uno o a otro. Su actividad que sana al mundo sólo se hace visible de vez en cuando, lo suficientemente visible para que el creyente sepa en Quién cree y por qué. El sentido del sufrimiento es una paradoja. Él no puede por sí mismo estar lleno de sentido, sino cumplir una función de referencia al sentido. Sólo bajo el presupuesto de que existen Dios y el pecado, puede cumplir el sufrimiento su función. Y el sentido del sufrimiento es, entonces, ayudar al que lo padece a refugiarse en Dios, en Quien podrá encontrar todas las demás posibilidades de felicidad. El escritor inglés C.S. Lewis escribió una vez que es evidente que para Dios no es una desgracia ser el tapa-agujeros. La mayor parte de los hombres se encontrarían maltratados en su dignidad si alguien acudiera a ellos sólo porque no queda más remedio. Dio – decía Lewis– no es tan bueno consigo mismo.
Podría decirse: «La religión es el opio del pueblo». ¿Por qué no? Cocteau escribió que se debe recibir la comunión como una tableta de opio. Los que consumen drogas dicen que tienen el efecto de «aumentar la consciencia». Se dice con ello que alguien, en una situación de extremo vacío, puede agarrarse a algo que le lleva a sentirse como si no tuviese ninguna necesidad. Experimentar la privación es necesario para la vida, es vital. Quien nunca tiene hambre está enfermo, porque el hombre necesita alimento. El hambre es sólo el indicador de que lo necesita. El hombre debe tener hambre.
Si el hombre no alcanza objetivamente su destino sin Dios, la exigencia subjetiva de un sentido absoluto, la necesidad de Dios, es una muestra de salud. Y la no necesidad de Dios, un defecto. Lo que ponga al hombre en la ocasión de descubrir subjetivamente la necesidad de Dios, es un medio para alcanzar la salvación.


¿Todos los que sufren entienden el sentido?

Quedan aún dos cuestiones por tratar. La primera, ¿qué sucede con el dolor al que no le podemos encontrar un sentido?; ¿qué sucede con el dolor de los animales, con el dolor de los niños pequeños? Nos situamos aquí ante una oscuridad que no podemos penetrar. No sabemos qué es el dolor para un ser que no entiende el sentido (incapaz de preguntarse por el sentido), un ser que tampoco experimenta el sin sentido porque se mueve en una perspectiva no trascendente. Para un ser así sólo es puntualmente real el dolor actual. Qué sea el dolor para él no es comprensible para nosotros ni positiva ni negativamente. Sabemos que experimenta el dolor. Lo vemos. Pero no podríamos decir que sufre, porque el sufrimiento es un fenómeno complejo al que le pertenece la experiencia de la falta de sentido, la cual sólo tienen los seres capaces de entender el sentido.
A esto se añade que el dolor no es algo acumulativo a muchos individuos. El dolor es siempre mi dolor, y el dolor de miles de hombres no es ni peor ni mejor que el dolor de uno solo, no es sino el dolor de miles de individuos singulares. El dolor de un solo hombre plantea el mismo problema que el dolor de miles de hombres. Auschwitz no plantea ningún problema de teodicea que no estuviera ya planteado desde Caín y Abel. Todo esto no son sino prólogos a los que no sigue ningún epílogo, porque estamos ante una situación que no sabemos interpretar. La Sagrada Escritura nos dice que el sufrimiento de la criatura tiene su último fundamento en la desobediencia del Príncipe de este mundo, y que será también objeto de una redención.


El sufrimiento vicario

La segunda cuestión, que es central para una interpretación cristiana del sufrimiento, se refiere al sufrimiento vicario, es decir, al sufrimiento de quien en sí mismo no es culpable, sino que padece por otros. Esta noción es insustituible para la tradición cristiana. Para acercarnos a él, imaginemos una familia o un grupo íntimo de personas que sufre una alteración: los unos se enfrentan a los otros agresivamente. Para cada uno sólo los otros son los malos; todo iría bien si los otros fuesen de otra manera. Supongamos ahora que entre ellos existiese uno sano, es decir, uno que no tomase parte en esa situación. Él sólo sufre por ellos. Y supongamos que carga sobre sí mismo las agresiones de los demás, de modo particular las que recibe él mismo. Se convierte en la oveja negra, pero no por ser malo, sino, precisamente, porque no lo es. Su sufrimiento es un reproche para los otros. Y entonces ocurre algo espantoso: es herido y muerto. Podemos imaginar que esa muerte produjera una catarsis; que los otros descubrieran que él había padecido porque ellos habían combatido entre sí. Él había asumido íntimamente aquella situación como sufrimiento. Su padecimiento era sustitutorio, porque realmente eran ellos los que debían haber sufrido. Y así, se produce una transformación de la entera situación. Ahora todos sufren; ante todo por aquella pasión y muerte, pero también porque tal cosa haya sido posible.

Si hablamos del sufrimiento vicario de Jesús, nos situamos ante un sufrimiento que se corresponde al absurdo del mal en toda su profundidad. Lo que Cristo enseñaba era el sentido. Sencillamente, el bien. Enseñaba una situación del mundo tal y como debería ser; y justamente ahí fracasó. El sufrimiento que padeció es el sufrimiento por el fracaso del sentido absoluto: es el sufrimiento absoluto. Ese sufrimiento es comprendido en el Nuevo Testamento como sufrimiento vicario. Y así, en toda la tradición cristiana ha sucedido que los que sufren se han visto en una misteriosa relación con el mundo y sus culpables enredos, y han entendido el sufrimiento como una ayuda para dar la vuelta a esta situación de culpa.

La hora del Gólgota es la hora de la verdad. Cuando el mismo Dios, bajo figura finita, muere, destruye la enemistad en su propia persona, y de ese modo tiene lugar lo que en el Nuevo Testamento se designa como resurrección. Ésa es, ciertamente, la última respuesta del cristianismo a la pregunta sobre el sentido del sufrimiento. Sobre ella se debe hablar, porque sin la supresión del sufrimiento no tiene éste ningún sentido. Sentido del sufrimiento sólo puede significar la integración del sufrimiento en un contexto absoluto, donde al final ya no sea sufrimiento. El sufrimiento aparentemente total sólo alcanza a tener sentido cuando ha sido ya relativizado por una más total alegría.

De eso se habla en el Nuevo Testamento cuando Jesús llama bienaventurados a los tristes, «porque serán consolados». Es posible, como se ha hecho, llamar absurda a esa esperanza, pero sin ella la respuesta al sufrimiento no es una respuesta cristiana. Y debe quedar muy claro que, fuera de esa perspectiva, de ningún modo se puede hablar del sentido del sufrimiento. El sufrimiento sólo puede tener sentido si es relativo, y sólo es relativo si todos los sufrimientos pueden ser suprimidos. El sufrimiento sólo es suprimido cuando el sufrimiento de cualquier hombre se transforme en alegría. De eso se habla en el Apocalipsis, al final del Nuevo Testamento: «¡Mira, ésta es la morada de Dios con los hombres! Él habitará con ellos y ellos serán su pueblo, y el Dios con ellos será su Dios. Enjugará toda lágrima de sus ojos y ya no habrá muerte, ni llanto, ni gritos, ni fatigas, porque lo anterior ha pasado (...) Mira, hago nuevas todas las cosas». Sólo desde esa perspectiva puede hablarse de un significado cristiano del sufrimiento.

Robert Spaemann

De soluciones habitacionales: me encantó

¿Cómo nos regaló Dios el arco iris?

Cuantos días en el campo hemos encontrado una tarde llena de nubes y claros, con fuertes contrastes de luz que dan paso entre ‘chubasca y chubasca’ a unos rayos de sol tan intensos que recrean el alma entre tanto color.
En estas tardes es fácil encontrarnos con el arco iris que aparece en el cielo de forma casi casual y oportuna excitándonos con su belleza. ¿De donde viene este arco de luz y color?.
En primer lugar, hace falta una fuente luminosa que emita radiación electromagnética, como es la luz del Sol, que emite radiaciones en todo el espectro, desde los rayos X, a las ondas de radio y por tanto también en forma de luz visible.
En segundo lugar, la radiación solar, debe pasar a través de la atmósfera terrestre porque está originado por los rayos de luz que entran en una infinidad de gotas de agua y se reflejan internamente antes de salir de la misma, sufriendo una refracción, respecto las leyes de Snell, que relacionan los senos de los ángulos de incidencia y refracción con los correspondientes índices de refracción del aire y el agua. Una vez que se han reflejado en la pared del fondo de la gota, vuelven a salir, produciéndose otra refracción. Después de haber sufrido las dos refracciones y la reflexión en el interior de cada gota, pasan de nuevo a través del aire, hasta el ojo del observador localizándose dichos rayos de luz según el índice de refracción de cada uno de los colores en un Dominio comprendido entre la longitud de onda mayor del color violeta y la menor del violeta, debido al gradiente en la acumulación de energía en cada nivel espectral; es decir la dirección dependerá del color del espectro según el índice de refracción de cada uno de los colores al salir la luz de la gota y es por esto por lo que vemos el arco iris, con todos sus colores producidos por las infinitas gotas de agua sobre las que el rayo del luz solar incide.

Pero ‘Verbati gratia’: ¿Por qué lo vemos en forma de arco y tiene todos los colores? y ¿cuánto mide el arco, ?/4, ?/2 ó 2?? Los rayos después de las dos refracciones y la reflexión en el interior de la gota, al salir, forman un ángulo con una dirección de incidencia específica que va desde los 40º y 15” para la luz violeta (máxima energía de la onda visible) hasta los 42º y 15”para la luz roja (menor energía de la onda visible). Por tanto, todas las gotas situadas entre ambos ángulos reflejarán hacia el observador desde el rojo hasta el violeta pasando por el resto de colores visibles; es decir cada gota reflejará un único color correspondiente con el ángulo de su situación en el cielo, que reflejará la longitud de onda correspondiente. De esta manera vemos en el cielo cada color del arco iris, en forma de arco y todo él, en forma de círculos concéntricos donde cada color siempre se sitúa en la misma posición. Es interesante indicar que, si un observador está al nivel del suelo, como será el caso normal, verá una parte del arco iris, que irá aumentando si va ganando altura. De esta manera, querido lector, si tiene la suerte de divisar algún día este regalo de Dios desde el cielo o viajando en un avión podrá ver que la medida del arco iris es de 2?, es decir una circunferencia o arco completo. Y todo ésto, aunque no lo parezca y algunos desconfíen, no es por casualidad. Es la sucesión de un entremado de leyes que los hombres llamamos naturaleza y que Dios nuestro señor nos regaló para que seamos más felices.

lunes, marzo 21, 2005

Clausurada la fase diocesana del proceso de canonización de Guadalupe Ortiz de Landázuri


Buena noticia!
The image “http://www.opusdei.pl/img/fieles_guadalupe.jpg” cannot be displayed, because it contains errors. MADRID, 19 Mar. (EUROPA PRESS) -El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Rouco Varela, ha presidido el acto de clausura de la instrucción diocesana de la causa de canonización de Guadalupe Ortiz de Landázuri, química e investigadora, perteneciente al Opus Dei.

El acto tuvo lugar en el Colegio Mayor Zurbarán, del que ella misma había sido directora. Durante tres años y medio, cincuenta y cuatro testigos han declarado sus testimonios sobre la sierva de Dios, se han examinado sus escritos y se han recogido pruebas que puedan determinar si vivió heroicamente las virtudes cristianas.

El cardenal arzobispo de Madrid, que abrió el proceso el 12 de noviembre de 2001, destacó "el rigor jurídico de la fase diocesana" y "lo que reporta a la Iglesia y a la sociedad del siglo XXI la vida de la sierva de Dios: feminidad, profesionalidad y afán de santidad vividos en el mundo, buscando la promoción de la mujer, sin reducir su entrega total y radical a Cristo en el Opus Dei".

Rouco recordó el impacto que le produjo a la doctora Ortiz de Landázuri su primer encuentro con san Josemaría Escrivá, el 25 de enero de 1944. "Cambió su vida, vio después de hablar con él que Dios le pedía todo", aseveró el cardenal arzobispo de Madrid.

La documentación recogida tras las cien sesiones celebradas se remitirá ahora a la Congregación para las Causas de los Santos, en Roma. Guadalupe Ortiz de Landázuri fue una de las primeras mujeres del Opus Dei, institución de la que formó parte desde el 19 de marzo de 1944.

Desarrolló su vida profesional en España, México e Italia, países en los que llevó a cabo una intensa evangelización y promoción social, especialmente dedicada a la mujer. Doctora en Químicas con una tesis sobre "Refractarios aislantes con cenizas de cascarilla de arroz", ejerció la docencia en varios centros, como el Instituto Ramiro de Maeztu y la Escuela femenina de Maestría Industrial.

En 1965 recibió en el CSIC el "Premio Juan de la Cierva" de investigación junto a Piedad de la Cierva y Antonia Muñoz. El equipo descubrió que la cascarilla del arroz se podía utilizar como aislante térmico y sacarle el rendimiento oportuno.

En México desarrolló una amplia actividad profesional y apostólica, y colaboró en la creación de residencias universitarias y escuelas de campesinas. Más tarde se trasladó a Roma para colaborar con san Josemaría Escrivá en el gobierno central del Opus Dei.

Tras su muerte en 1975 se puso de manifiesto su fama de santidad entre personas de ambientes muy diversos. Pasados 26 años, la Prelatura del Opus Dei consideró la oportunidad de instar al Cardenal de Madrid el inicio de su causa de canonización.

GETSEMANÍ para escuchart

Mons. Javier Echevarría publica un nuevo libro: ‘Getsemaní’ (Ed. Planeta). El Prelado del Opus Dei fija su atención en las horas que Cristo pasó en el huerto de los olivos, en agonía y oración. Contemplando la súplica de ‘El gran Rezador’, como llama a Jesús, nos enseña a tratar a Dios Padre.

“Getsemaní. Horas de amargura humana para Jesús; horas de paz inefable en el hondón de su espíritu, porque cumple la Voluntad santa de su Padre. Unas horas éstas, las de la oración de Jesús en el Huerto, que llegan muy al fondo del alma del cristiano”. Así comienza Mons. Javier Echevarría la contemplación sosegada del diálogo de Jesucristo con su Padre en las horas previas a la Pasión.

‘Getsemaní’ va desgranando la oración de Jesucristo a lo largo de más de 250 páginas. El autor deja por escrito su oración, en la que alterna la reflexión personal con la invocación directa al Salvador.

Se pueden bajar tres archivos para escuchar.

La carne se viste de seda


Después de unos días sin conexión y del format de mi pc, googleo para localizar mi blog y me encuentro que solo la indexa a través de centroeuropa. Y yo que pensaba que no la visitaba nadie, salvo Jesús -perdón Jesús, perdí tu dirección :( - y alguna más. Copio un artículo que sacó de Aceprensa. Como mujer me identifico plenamente.

La carne se viste de seda

Cultura y Comunicación
El gran público rechaza la pornografía publicitaria, mientras las elites cinematográficas la aceptan.

El cine “sexualmente explícito” consigue cada vez más eludir la denominación de “pornográfico” entre las elites encargadas de criticarlo. Mientras tanto, los estudios de mercado siguen mostrando que el público rechaza la inclusión de pornografía como reclamo publicitario.

La prueba más llamativa de la primera aserción podría ser la película 9 Songs de Michael Winterbottom (ver Servicio Aceprensa 126/04), a la que el organismo encargado de calificar películas en Gran Bretaña (British Board of Film Classification, BBFC), consideró como sólo apta para mayores de 18 años, pero no pornográfica (lo que habría restringido su venta a los sex shops), a pesar de que contiene 35 minutos de “sexo explícito” filmado en primeros planos. El BBFC consideró que la película era “sensual pero no sexual”, asegurando que “la intención de una película sexual es la excitación sexual; y esta no es la intención que subyace en esta película”.

Para Brendan O’Neill (Spiked Liberties, 26.10.2004), hasta ahora el BBFC toleraba las películas pornográficas extranjeras como “sólo para mayores” con un criterio clasista, ya que las consideraba dirigidas a un público de clase media, al que se suponía menos propenso a actos violentos, mientras que las películas británicas iban a los sex shops. Pero Winterbottom es un cineasta británico, y su aprobación muestra, según O’Neill, que la pornografía está de moda entre las elites cinematográficas: “la incapacidad de la sociedad para establecer una distinción clara entre el arte y la pornografía o entre los actos privados y su representación pública es experimentada como algo divertido, audaz, sexy, de modo que los literatos, académicos y galeristas celebran la pornografía, el hardcore o como se le quiera llamar, alegando que dice algo profundo sobre la condición humana. Pero, por mucho que les fascine, lo que revela es algo profundo sobre nuestra cultura atontada y degradada”.

Prueba de esta “moda” podría ser la emisora privada de televisión francesa Canal Plus, que según Jacques Peskine (Le Monde, 4.11.2004) ha perdido toda ambición de ser una cadena innovadora, incluso la de permitir “que los nuevos talentos iconoclastas prueben otras formas de hacer ficción”. Brigitte Lahaie, actriz porno que hoy presenta programas en RMC-Info, reconoce lo que afirmaba O’Neill, dándole, dentro de su lógica, una valoración positiva: “gracias a Canal Plus el porno ha entrado en las costumbres y ha roto muchos tabúes”.

Lo que no ha traído la pornografía es beneficios a los anunciantes. Nicola Mendelsohn, de la agencia Grey de Londres, asegura que “la gente busca cosas que son más reales, más sanas, más puras” (The Economist, 30.10.2004). La publicidad pornográfica es particularmente rechazada por las mujeres: Mendelsohn explica que la máquina más vendida en el último año haya sido una depiladora en cuya publicidad se usaba una silueta “neutral”, porque una imagen sexualizada “es lo último que quieren ver” las mujeres. Incluso Andrew McGuinness, jefe de TBWA, agencia especializada en “asuntos sexuales”, declaraba al mismo semanario británico que “ha habido un cambio. Hemos pasado por una era en la que el sexo era una forma de impactar a los consumidores, y eso ya no funciona”. Según el instituto de Marketing CIM, sólo el 6% de los espectadores se consideran “influenciados positivamente por imágenes sexuales en la publicidad”. Según un estudio de la agencia WPP titulado D_Code, el público juvenil considera que la publicidad sexualmente explícita es “aburrida y repelente”.

Santiago Mata, 11.11.2004, publicado en Aceprensa.

miércoles, marzo 16, 2005

Los profesores García Turza 'devuelven' descifrado a la Academia de la Historia el Códice 31 de San Millán



Los dos investigadores riojanos presentan hoy en Madrid su estudio histórico-filológico de este volumen del siglo X Su trabajo subraya la primacía altomedieval de San Millán
Es «el diccionario enciclopédico latino más original y rico en contenidos de cuantos se conocen en la España altomedieval». El Códice 31 procedente de la Biblioteca del monasterio de San Millán de la Cogolla se custodia en la Real Academia de la Historia, en Madrid, pero son los profesores riojanos Claudio y Javier García Turza los que han descifrado su contenido y entendido su importancia.

Hoy presentan en Madrid el fruto de ocho años de investigaciones: un estudio histórico-filológico de este antiguo volumen y una edición crítica del manuscrito, ambas son publicaciones de Fundación Caja Rioja. Ya fueron presentadas en la capital riojana el pasado mes de diciembre, pero su 'devolución' a la Academia supone el reconocimiento oficial de su trascendencia.

El acto de presentación tendrá lugar esta tarde en la sede de la Academia. En él tomarán parte el director de la misma, Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón , y el presidente de Fundación Caja Rioja, Fernando Beltrán, además de los dos autores.

Los hermanos García Turza son dos de los más eminentes investigadores de los orígenes de la lengua castellana. Su trabajo se enmarca en un amplio programa de investigación orientado a la edición y estudio de las glosas y glosarios hispánicos de la época altomedieval y corresponde a la segunda fase, cuyo objetivo central consiste en editar y estudiar toda la producción glosística procedente de San Millán de la Cogolla.

Junto con los demás glosarios ya estudiados por estos mismos profesores (como los códices emilianenses 24 y 46), su labor contribuye a confirmar la teoría de la primacía cultural de San Millán entre los siglos X y XIII, más allá de la simple y manida ostentación simbólica de cuna del idioma español, que agrada más a los políticos que a los filólogos.

Este nuevo estudio relativo al Códice 31 aporta un volumen más de conocimientos idiomáticos procedentes de San Millán. Como si de un diccionario se tratara y ordenado alfabéticamente como tal, este volumen «recoge gran parte del saber de toda la antigüedad clásica y medieval, la información enciclopédica que una persona podía tener del siglo X al XIII», según los profesores Claudio y Javier García Turza. MIÉRCOLES 16 DE MARZO DE 2005

«El diccionario latino más rico»«El diccionario latino más rico»
El Códice 31 conserva 106 folios; está incompleto, pero en bastante buen estado de las letras A a la S. La mayor parte está escrito por un mismo copista en letra visigótica y debió de ser elaborado en la segunda mitad del siglo X. No se puede concretar más a la hora de fecharlo ni tampoco se conoce con certeza el lugar en el que fue escrito, aunque todas las características apuntan a que tuvo que ser en San Millán de la Cogolla.

En cualquier caso, se da por probado que es «el diccionario enciclopédico latino más rico, más amplio y más pródigo en explicaciones» de cuantos se conocen. Eso le distingue del resto de los existentes en España y le confiere una importancia filológica poco común. El original se custodia en la Real Academia de Historia.

jueves, marzo 10, 2005

¿Es racional oponerse al uso de embriones humanos para fines de experimentación?

Gonzalo Herranz en Diario Médico

Parece claro a todas luces

Desde hace meses, científicos y filósofos, políticos y pacientes, tratan de persuadir a los ciudadanos, a los legisladores y al Gobierno de que ya es hora de autorizar la experimentación con embriones congelados. Los medios de comunicación, casi al unísono, apoyan la demanda. Nos dicen que es cosa urgente, pues hay que disponer cuanto antes de células troncales embrionarias con las que curar a miles y miles de pacientes.

Científicos y medios se expresan con tanta confianza y fuerza persuasiva que disentir de ellos parece una extravagancia. Oponerse al uso de embriones para derivar de ellos esas células curadoras es arriesgarse a que le tachen a uno de persona de corazón duro, incluso de fanático y contrarracional. Tal como está el patio, parece que a un lado se alinean la ciencia, el progreso, el coraje ético y la compasión; y, al otro, la ignorancia, el estancamiento, la falta de redaños morales y la dureza de corazón.

Si total van a morir...

Pero, ¿es eso así? ¿Es justo clasificar a personas y actitudes según ese escaque de blanco y negro, de lucidez y torpeza? ¿Son tan conspicuos los argumentos de un lado y tan estúpidos los del otro?

Empecemos hoy por ver si es inatacable el argumento más usado a favor de la experimentación con embriones sobrantes. Es, sin duda, un argumento muy convincente y directo que dice así: querámoslo o no, existen decenas de miles de embriones sobrantes. Muy pocos, sólo unos centenares, podrían vivir si fueran donados a parejas estériles. Están, por tanto, en su inmensa mayoría, destinados a la muerte. Podríamos dejarlos morir, sin sacar de ello beneficio alguno. Pero mucho mejor sería usarlos en trabajos de experimentación: entonces, no morirían en vano, pues, además de permitirnos descubrir muchas cosas que ignoramos, nos traerán el regalo de las células troncales con las que curar a tantos enfermos. El argumento se centra en la muerte inevitable de los embriones sobrantes.

Vidas que no importan

La idea de emplear individuos abocados a morir para fines de investigación no es nueva. Se recurrió a ella en la antigüedad para justificar la práctica de experimentos en criminales condenados a la pena capital y también en enfermos terminales. En Alemania durante la II Guerra Mundial y fuera de Alemania en los años de la Guerra Fría, se justificó en esas premisas utilitaristas la realización de experimentos mortales, pues, en opinión de sus autores, merecía la pena sacrificar algunos seres humanos que, de todas formas iban a morir, para salvar la vida de otros. Les parecía lógico y defendible, por ejemplo, sacrificar unos cuantos prisioneros de guerra a fin de conocer el mecanismo de la muerte por inmersión en agua fría, pues sólo así se podría investigar cómo rescatar de una muerte segura a los pilotos que eran derribados en las frías aguas del Canal de la Mancha. Todo se reducía a intercambiar unas vidas, que eran estimadas en poco, por las vidas, mucho más valiosas, de unos soldados muy cualificados y difíciles de sustituir. En los Estados Unidos se consideró que proteger a quienes trabajaban en producir isótopos para la defensa nacional era razón suficiente para administrar dosis masivas de plutonio, uranio y polonio a enfermos terminales.

Ingenuidad o cinismo

En los años 40 y 50 del siglo pasado, el argumento era ampliamente aceptado. Kenneth Mellanby, el corresponsal del British Medical Journal en el Juicio de Nuremberg contra los médicos nazis, lo formulaba así: "¿Qué mal había en ello? Los prisioneros podían darse por muertos. La cosa estaba clara: si su muerte podía de paso incrementar los conocimientos médicos y ayudar a otros, esto es cosa que con toda seguridad ellos mismos hubieran preferido". No es fácil saber si detrás del pensamiento de Mellanby se oculta una inocencia ingenua o un cinismo escalofriante. Su observación no está lejos, sin embargo, de la idea, tan repetida hoy, de que los embriones, si pudieran decidir (y los progenitores e investigadores deciden por ellos), escogerían de buena gana, ante su muerte inevitable, inmolarse para bien de otros.

Son hijos como los demás

El núcleo ético del argumento es este: no todos los seres humanos son iguales, pues unos tienen más valor y más dignidad que otros. En concreto, ciertos seres humanos, y los embriones congelados "caducados" se cuentan entre ellos, valen muy poco y podemos intercambiarlos por cosas más valiosas. No tienen nombre, ni son personas como las otras. Están condenados a morir y nadie los llorará ni celebrará funerales por su muerte, inevitable y autorizada por la Ley.

Pero, como demócratas, se ha de replicar que no es justo ni razonable dividir a los seres humanos en grupos de valor diferente. Los embriones sobrantes son, ante todo, hijos, que forman parte de una familia. Formaban parte de un grupo de hermanos. De ellos, unos fueron considerados dignos de ser transferidos al seno de su madre y son ahora niños llenos de alegría de vivir. Pero, por un azar trágico, los otros fueron dejados de lado.

Un paso atrás en la dignidad lograda

La humanidad ha madurado trabajosamente la idea de que a todos los miembros de la familia humana se ha de conferir la misma dignidad, aunque sus ideas o su apariencia difieran radicalmente de las propias. Por encima de ese deber civil, la ética médica impone la obligación cualificada de respetar y proteger a los débiles y vulnerables, independientemente de lo inmaduros, enfermos, envejecidos, dementes o moribundos que estén. La obligación ética de los médicos que crean embriones en sus clínicas está, más allá de respetar obsequiosamente la autonomía y las elecciones de sus clientes, en asumir ante los embriones congelados la abogacía responsable por sus vidas, de las que son fautores, y han de decir a sus progenitores que no pueden bonitamente desentenderse de ellos, que son sus hijos. Eso es lo razonable, como razonable es no volver a producir un solo embrión sobrante.

No valemos porque nos error valoren

Las vidas humanas no valen menos porque nadie las llore. La saturación de tragedias que nos revela el telediario cada día está quemando nuestras reservas de compasión. Nuestra capacidad de comprender y emocionarnos no nos alcanza para conmovernos por los que mueren a consecuencia de catástrofes naturales, accidentes, crímenes terroristas o no, sobre todo si ocurren lejos de nosotros. No se llora por los embriones que se pierden espontáneamente o que son abortados. Pero no ser llorado, no ser conocido o no ser deseado no hace a esos seres menos humanos o menos valiosos. La deficiencia de valor no está en ellos.

Reducidos a simples medios

Total, van a morir... Pero nuestra postura ante su muerte no es asunto indiferente. El modo y las circunstancias de su muerte son asuntos éticamente decisivos. Y una cosa es reconocer lo inevitable de su muerte absurda que pone fin a una existencia todavía más absurda, y otra muy distinta es consentir en su sacrificio en el altar de la ciencia y sentirse redimido y justificado. Su muerte, inevitable, no es pasivamente presenciada, sino que es activamente consentida, programada, usada en beneficio propio. Es reducir a los embriones a la condición de meros medios con los que se satisfacen los deseos de otros: al principio, para cumplir unos proyectos parentales que los han dejado en el frío; después, unos proyectos de investigación que los dejan crecer hasta blastocistos de cinco días para reconvertirlos en células que nada tienen que ver con su propio proyecto de vida.

Recapacitemos

En Bruselas han optado por pensarse un poco mejor donde poner el dinero. Nosotros necesitamos también tiempo para decidir donde ponemos el alma, porque estamos ante una decisión histórica. Paul Ramsey lo dijo muy bien: "La historia moral del género humano es más importante que la historia de la medicina".

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