Antonio Millán-Puelles, un fenomenólogo realista
Luis Sánchez de Movellán de la Riva
29 de marzo. Una vez más surge la esquizofrenia que nos atacó en el siglo XVIII y ha conducido a dividir los valores patrios en dos grupos: el de los afines que hay que exaltar, y el de los otros que hay que desprestigiar o silenciar. Éste es el caso del ilustre filósofo español Antonio Millán-Puelles, cuyo fallecimiento bajo los tañidos penitenciales de la Semana Santa ha pasado desapercibido fundamentalmente por obra del espeso manto de silencio que han vuelto a lanzar los ignaros mandarines de la cultura progre más antañona y reaccionaria.
Nuestro gran metafísico nació en Alcalá de los Gazules (Cádiz) el 11 de Febrero de 1921. Licenciado y Doctor en Filosofía con Premio Extraordinario, ganó por oposición a los treinta años la cátedra de Fundamentos de Filosofía en la Universidad de Madrid. Más tarde alcanzó la cátedra de Metafísica. Su formación fue aristotélico-tomista; pero desde muy joven se interesó por Husserl y adoptó el método fenomenológico, que le acompañará ya siempre en sus posteriores investigaciones filosóficas.Era varón de enjuta figura, de miopía interrogante, de fonética andaluza discretamente atenuada por su dilatada vecindad castellana, y de verbo claro, agudo y veloz. Sorprendía el rigor conceptual y la precisión terminológica en sus sugerentes improvisaciones. Conocedor de las lenguas clásicas y modernas, poseía una inmensa erudición filosófica, especialmente germánica. Supo compatibilizar una profunda y acendrada fe religiosa con una amplia apertura intelectual y una innovadora capacidad creadora.
En una vida consagrada por entero a la filosofía publicó obras imperecederas y de obligada referencia: El problema del ente ideal (1947), Ontología de la existencia histórica (1955), Fundamentos de Filosofía (1955), La función social de los saberes liberales (1961), La formación de la personalidad humana (1963), Economía y Libertad (1974), Sobre el hombre y la sociedad (1976), Léxico filosófico (1984), y su investigación capital, La estructura de la subjetividad (1967), que son más de cuatrocientas páginas de apretada tipografía y densa prosa metafísica.
Millán-Puelles fue un filósofo alineado en la tradición aristotélica, pero no como glosador, sino como un liberal continuador, atento a las vanguardias de su tiempo y empeñado en dotar a la filosofía recibida con nuevas y deslumbrantes aportaciones propias. Su obra la escribió en un castellano sencillo, correcto e, incluso, bello, pero con un nivel de abstracción complejo en su exposición, sobre todo en sus obras de fuerte contenido metafísico. Sus exotismos terminológicos como "consectario", "iteración", "analéptico", "oréctico", "aptitudinal", etc. nos recuerdan a otro gran metafísico español de la pasada centuria, Xavier Zubiri, quien junto al hoy glosado y el gallego Amor Ruibal forman la tríada metafísica española del siglo XX.
Millán-Puelles fue un filósofo alineado en la tradición aristotélica, pero no como glosador, sino como un liberal continuador, atento a las vanguardias de su tiempo y empeñado en dotar a la filosofía recibida con nuevas y deslumbrantes aportaciones propias. Su obra la escribió en un castellano sencillo, correcto e, incluso, bello, pero con un nivel de abstracción complejo en su exposición, sobre todo en sus obras de fuerte contenido metafísico. Sus exotismos terminológicos como "consectario", "iteración", "analéptico", "oréctico", "aptitudinal", etc. nos recuerdan a otro gran metafísico español de la pasada centuria, Xavier Zubiri, quien junto al hoy glosado y el gallego Amor Ruibal forman la tríada metafísica española del siglo XX.
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