sábado, abril 22, 2006

Ha fallecido Cristina Kaufmann - Carmelita Descalza

«Cuando Tú me hablas
salen calladas
naves cargadas
del puerto
nadie canta
la despedida
ignoran la carga:
tesoro de luz
crecido en grutas albas
de toda aurora
siguen Tu brújula
saben
el Norte
mientras en el puerto
se afianza la muerte de mis días."

Cristina Kaufmann - Carmelita Descalza

jueves, abril 20, 2006

El teléfono se acerca al implantado de cóclea

Una buena noticia, aunque no veo muy claro cómo oír música como música y no como ruido. por mucho que la escuche


Un equipo del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital de La Paz, en Madrid, está estudiando cómo oyen la telefonía y la música los implantados cocleares y los modos de mejorar su rehabilitación.


Las personas que han recibido un implante coclear pueden oír bien en entornos silenciosos, pero esto a veces no basta para conseguir una buena calidad de vida: se necesita más. Javier Gavilán, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital de La Paz, en Madrid, y Luis Lassaletta, de la misma unidad, han realizado un estudio en el que han analizado las formas de mejorar la audición telefónica y musical de personas con implante coclear.

"Prácticamente el 70 por ciento de nuestros pacientes son capaces de hablar por teléfono sin ninguna adaptación", afirma Lassaletta. "En los últimos años los resultados de los implantes cada vez son mejores, no sólo porque la tecnología mejora, sino porque se trabaja en equipos multidisciplinares que unen cirugía, ingeniería, logopedia y rehabilitación". El equipo de La Paz, del que también forman parte Alejandro Castro, MIR de ORL, y Marta Bastarrica, ingeniero electrónico, ha estudiado cómo hablan por teléfono los sordos con implantes. Se han efectuado test de calidad de vida y se han analizado diferentes terminales y adaptadores: "Hay modelos que se conectan directamente al implante que permiten aislar el ruido externo y consiguen una audición muy buena; sin embargo, a los enfermos no les suelen gustar mucho por el engorro de conectar el teléfono al implante e, incluso, algunos se agobian al no oír su propia voz al utilizarlos".

Para usar el teléfono móvil sin adaptación los especialistas ofrecen algunos consejos a los implantados: "El entrenamiento se realiza hablando mucho, aunque también deben acostumbrarse a escuchar de forma distinta. Normalmente, cuando se usa el móvil se coge rápidamente; si un implantado hace eso oirá un ruido muy molesto dependiendo de la distancia a la que se encuentre de la antena de telefonía más cercana. Nosotros aconsejamos esperar unos segundos antes de acercarse el móvil, no a la oreja, sino al micrófono del implante".

El equipo investigador también ha analizado cómo perciben la música las personas que han recibido un implante: "Un 50 por ciento de los pacientes nos dicen que disfrutan con la música. Además, les hemos realizado pruebas de tono, ritmo e intentamos que traten de identificar melodías sin letra. Queremos integrar los ejercicios con música en la logopedia y en la rehabilitación como un modo de mejora de la calidad de vida".

"El implante coclear es una tecnología muy útil y eficaz cuando se le pone a la persona adecuada", afirma Javier Gavilán, que cree que no es una política correcta colocar el dispositivo a todo el que fisiológicamente puede recibirlo. "Hay que ser estricto con las indicaciones y con los pacientes. Hay dos clases de enfermos a los que beneficia mucho: el niño que nace sordo y el adulto que pierde la audición cuando es mayor y que ya había adquirido el lenguaje. En ambos casos la mejora de su calidad de vida es similar. No es aconsejable implantar a los adultos que no oyen desde niños y que están integrados en un mundo de sordos".

Para ser estrictos en la elección del candidato se realizan tres tipos de estudios: audiológico (ver si el paciente se puede beneficiar de otras opciones); técnico (se estudia la cóclea, el caracol y se comprueba que el problema está en el oído y no en el cerebro), y psiquiátrico, en el que se explica al paciente qué puede esperar del implante y que sea consciente de la importancia de la rehabilitación.

Pese a la efectividad del implante, aún quedan muchos campos en los que se puede mejorar: "Una línea de investigación consiste en aumentar la capacidad del implantado para elegir la conversación que quiere oír en un entorno ruidoso", afirma Lassaletta. "También se está trabajando en la fabricación de dispositivos totalmente implantables que superen a los actuales, que llevan un procesador y un micrófono externos".

El objetivo es mejorar la calidad de vida del sordo: "Hasta el momento los implantados sólo oían. A partir de ahora se pretende que alcancen el placer de escuchar*", sentencia Gavilán.
*Digo yo de oír. Todavía no distinguen entre el oír y el escuchar ;).
Alberto Bartolomé

martes, abril 18, 2006

Discriminaciones laicistas

Lo encontré en La Rioja:

Hay un tópico muy difundido en el debate democrático: ¿Nadie debe imponer sus convicciones a los demás! Con frecuencia, se dice: «Si a usted le parece mal, no lo haga, pero permita que los demás lo hagan si les parece bien». Expresión que se concreta en frases como: «¿Yo te impido a ti hacer matrimonios estables? Pues hazlos. Y si yo quiero hacer matrimonios por tres meses ¿por qué me lo vas a impedir?». Con el bombardeo de este sofisma uno se pregunta: «¿Quién soy yo para decir a los demás cómo deben organizar sus vidas?».

Y hay otro tópico: afirmar que quien discrepa de esas conductas permisivas puede vivir según su opinión -pues no está obligado a llevarla a cabo-; de igual manera, a quien aprueba esas conductas se le permite vivir también según su opinión. Se afirma, por ejemplo: «Si tú no quieres la eutanasia, pues no la hagas, pero comprende que somos débiles y permite, al que quiere aplicársela, que la haga».

Muchos ciudadanos no se identifican, de igual manera, con su realidad social por cuestiones de gran relevancia ética, como el rechazo y la aceptación del divorcio express, del aborto, de las relaciones homosexuales o de la eutanasia, dando lugar a una latente y soterrada sociedad fragmentada. Quienes aprueban esas prácticas ven satisfechas sus expectativas. Quienes discrepan son considerados, muchas veces de modo hostil, como intolerantes; y, por coherencia, no les queda más posibilidad que no practicar las ideas de sus contrarios.

Legalizada una conducta, que uno considera inmoral, se impondrá por ley y presión social. De tal forma, que no podrá excluir de su entorno -el profesor de su hijo, un colaborador en el trabajo, etc.- a quienes practican esa conducta. Y, además, debe permanecer mudo ante la proclamación abierta de tal comportamiento. Lo contrario se califica como una intolerable discriminación. A quien discrepa de una conducta legalizada se le exige permitir a los demás practicar lo que él juzga inmoral. Y también se le exige, quizás no por ley, pero sí de hecho por la presión de grupos organizados, recluir sus opiniones en el ámbito silencioso e insignificante de lo estrictamente privado.

La legalización de lo que unos aceptan y otros rechazan por razones éticas, no es equivalente en su realización. Aceptar la legalización de lo reprobable, en razón del sofisma «si a usted le parece mal, no lo haga...», es aceptar una sociedad como si aquello fuera bueno y respetable en sí. Y las ideas (unas ideas que no sintonizan con la nueva ley) de quienes discrepan se consideran, con muy poco respeto, ridículamente tolerables. Casi como si lo legalizado fuera bueno, pero no tan bueno como para ser obligatorio.

Legalizar una determinada conducta no supone sin más que sea justa, pues la equidad de una acción es anterior a su legalización. Despenalizar el aborto o matar una cigüeña, legalizar el divorcio express o prohibir fumar en un lugar público, tienen una relevancia ética de muy distinto rango. Sin embargo, legalizar una conducta sí facilita la repetición de dicho comportamiento: se invita a practicar lo legalizado al juzgarlo socialmente positivo.

Es insuficiente solventar los problemas de gran impacto ético-social sólo por el imperio de 'democracias' aritméticas. Cuando la fuente del Derecho es la mayoría, en ocasiones, puede no haber diferencia entre derecho y abuso. La pena de muerte; la guerra sucia antiterrorista; la poligamia, que es real, aunque se encubra inscribiendo sólo a una de las mujeres en el registro civil; la pregunta sobre si la ablación es delito, etc. son cuestiones que exigen, previamente, una postura ética (la ética como la ciencia o el arte no se establece en sus fundamentos por medio de consensos democráticos) y no admiten soluciones neutras al margen de su equidad. Todas las cuestiones, en las que se juega tanto la persona o la sociedad, requieren instituir, jurídicamente, unos valores acordes con la dignidad humana.

Carlos Moreda de Lecea

lunes, abril 10, 2006

Encontrado en Carmelitas de Calahorra




LOS OJOS DE JESÚS

Linces de lo profundo y escondido,

balcones del amor, cetros gloriosos,

alegres palmas, triunfos victoriosos,

piedras toques del oro más subido.

Espesas selvas donde me he perdido,

floridos paraísos deleitosos,

pozos de ciencia, senos misteriosos,

y dulce suspensión de mi sentido

Sentencias de la muerte y de la vida,

cristales do se ve mejor el mundo,

soles que solos quitan mis enojos,

y refugios del ánima afligida.

Blancos do mi afición segura fundo:

son de Jesús los apacibles ojos.

miércoles, abril 05, 2006

Todos necesitamos de todos

Pedro Trevijano

Hace unos días tuve una pequeña discusión sobre el valor de la vida de enfermos graves y sin solución, como pueden ser los que padecen alzheimer.

Pienso que los políticos pueden hacer mucho por ellos, construyendo residencias que estén debidamente atendidos. Pero lo que tengo cada vez más claro es que estos enfermos lo que necesitan sobre todo, y eso ya no pueden darlo los políticos, es atención y cariño. Por supuesto mientras pueden expresarse, manifiestan el mismo apego a la vida que cualquier otro, aunque sí sus sentimientos los tienen más a flor de piel, y son muy sensibles a cualquier demostración de cariño.

Por ello quiero rendir homenaje a sus familiares. Supongo que habrá quien les dará la espalda y se despreocupe de ellos, pero a esos no se les ve y en cambio hay muchos familiares e incluso amigos que con una enorme abnegación les cuidan en sus casas. O cuando ya no es posible les ingresan en residencias, pero en cuanto tienen cinco minutos libres, van a estar con sus seres queridos.

Y cuando se da amor, como les pasa a estas personas, también ellos reciben mucho de sus enfermos y las consecuencias son un crecimiento en bondad y un enriquecimiento de su personalidad. Ante esta realidad, uno no puede por menos de pensar que todos necesitamos de todos y que incluso los seres más desvalidos, y tal vez precisamente por ello, aportan mucho a los demás.

Los que vemos las cosas desde fuera nos damos cuenta que el ser humano con frecuencia vale la pena. Al fin y al cabo es la conclusión a la que llegó Dios enviándonos a Jesucristo.