Hace unos días tuve una pequeña discusión sobre el valor de la vida de enfermos graves y sin solución, como pueden ser los que padecen alzheimer.
Pienso que los políticos pueden hacer mucho por ellos, construyendo residencias que estén debidamente atendidos. Pero lo que tengo cada vez más claro es que estos enfermos lo que necesitan sobre todo, y eso ya no pueden darlo los políticos, es atención y cariño. Por supuesto mientras pueden expresarse, manifiestan el mismo apego a la vida que cualquier otro, aunque sí sus sentimientos los tienen más a flor de piel, y son muy sensibles a cualquier demostración de cariño.
Por ello quiero rendir homenaje a sus familiares. Supongo que habrá quien les dará la espalda y se despreocupe de ellos, pero a esos no se les ve y en cambio hay muchos familiares e incluso amigos que con una enorme abnegación les cuidan en sus casas. O cuando ya no es posible les ingresan en residencias, pero en cuanto tienen cinco minutos libres, van a estar con sus seres queridos.
Y cuando se da amor, como les pasa a estas personas, también ellos reciben mucho de sus enfermos y las consecuencias son un crecimiento en bondad y un enriquecimiento de su personalidad. Ante esta realidad, uno no puede por menos de pensar que todos necesitamos de todos y que incluso los seres más desvalidos, y tal vez precisamente por ello, aportan mucho a los demás.
Los que vemos las cosas desde fuera nos damos cuenta que el ser humano con frecuencia vale la pena. Al fin y al cabo es la conclusión a la que llegó Dios enviándonos a Jesucristo.
Pienso que los políticos pueden hacer mucho por ellos, construyendo residencias que estén debidamente atendidos. Pero lo que tengo cada vez más claro es que estos enfermos lo que necesitan sobre todo, y eso ya no pueden darlo los políticos, es atención y cariño. Por supuesto mientras pueden expresarse, manifiestan el mismo apego a la vida que cualquier otro, aunque sí sus sentimientos los tienen más a flor de piel, y son muy sensibles a cualquier demostración de cariño.
Por ello quiero rendir homenaje a sus familiares. Supongo que habrá quien les dará la espalda y se despreocupe de ellos, pero a esos no se les ve y en cambio hay muchos familiares e incluso amigos que con una enorme abnegación les cuidan en sus casas. O cuando ya no es posible les ingresan en residencias, pero en cuanto tienen cinco minutos libres, van a estar con sus seres queridos.
Y cuando se da amor, como les pasa a estas personas, también ellos reciben mucho de sus enfermos y las consecuencias son un crecimiento en bondad y un enriquecimiento de su personalidad. Ante esta realidad, uno no puede por menos de pensar que todos necesitamos de todos y que incluso los seres más desvalidos, y tal vez precisamente por ello, aportan mucho a los demás.
Los que vemos las cosas desde fuera nos damos cuenta que el ser humano con frecuencia vale la pena. Al fin y al cabo es la conclusión a la que llegó Dios enviándonos a Jesucristo.
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