martes, mayo 31, 2005

El tráfico de órganos, una realidad en Nampula


Es de hace tiempo pero siguen de actualidad:

Las Siervas de María llegaron a Nampula, en Mozambique, para atender y educar a los niños desfavorecidos. Ahora luchan para que las mafias internacionales no maten a estos pequeños ni trafiquen con sus órganos.


La monja turolense Juliana Calvo, de 61 años, se ha propuesto liderar un movimiento internacional para denunciar el tráfico de órganos y seres humanos, tras vivir de cerca, en Mozambique, las dos vertientes de un "submundo degradante o degradado", que, en parte gracias a su valentía, ha pasado del ámbito de la rumorología, los sueños o el cine al de la justicia y la política internacional.

Están en juego su vida y la de sus hermanas de la comunidad, por delatar casos y personas concretas, aunque asegura que "no he abandonado ni abandonaré el país. Estoy dispuesta a morir, no tengo problema".

Hace dos años la hermana Juliana, superiora del monasterio que las Siervas de María tienen desde hace 31 años en Nampula, al norte de Mozambique, conseguía llamar la atención de la prensa internacional y que se pusieran en marcha varios procesos judiciales por tráfico de órganos. Y aunque no confía en los resultados, continúa con su lucha.

En su última visita a Europa, para recibir el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2004, otorgado por los Misioneros Combonianos, ha llevado su denuncia por diversos foros: Salamanca, Valladolid y el Parlamento italiano, entre otros.

Sor Juliana no se amedrenta al emplear expresiones como "carnicería organizada, casas de engorde de niños o trailers cargados de órganos" para describir lo que ha conocido en los últimos años en Nampula, tras seguir los pasos de las mafias organizadas que operan en la zona, muy cerca del centro en el que su congregación se encarga de atender y educar a pequeños desprotegidos.

Cadáveres vacíos
De las primeras desapariciones que se comenzaron a oír de forma esporádica en 1996 se ha pasado a "un continuo goteo de cadáveres vacíos y niños desaparecidos desde 2001".

Sor Juliana ha narrado un ejemplo significativo: "Sólo entre septiembre y diciembre de 2003, la radio de la zona anunció la desaparición de 52 menores, sin contar los casos de las familias que no tienen medios para costear el anuncio y la desaparición de unos cien niños de la calle". Como autores de estos crímenes, la hermana Juliana apunta a mafias internacionales unidas al tráfico de armas y drogas.

El caso de los órganos "es el más lucrativo de todos" y tiene un doble operativo. Por un lado, secuestran a pequeños que viven en la calle o que aun teniendo familia se dedican a la venta ambulante en caminos o carreteras. Por otro, hay nativos que se dejan seducir por las suculentas cifras que ofrecen las mafias.

El precio de un niño, según Sor Juliana, está en torno a los 4.000 euros (unos 80 millones de meticales, la moneda del país). "Los cuerpos más valorados son los de edades comprendidas entre los 12 y 16 años: es frecuente que aparezcan enterrados y con el cuerpo vacío".

Problema internacional
Los traficantes pertenecen a distintas nacionalidades, entre las que destacan "brasileños, sudafricanos, jóvenes nativos y blancos que aún no están muy bien identificados", ha señalado la religiosa, convencida de que "son muchos los países implicados en este tráfico con seres humanos". En este sentido, ha explicado que existen varios corredores. Entre ellos ha resaltado Brasil, Sudáfrica e Israel. Los fines de estos "crímenes organizados y protegidos son diversos, desde la adopción hasta el turismo sexual, pasando por los trasplantes de órganos, las investigaciones científicas y las prácticas de magia o de sectas satánicas".

Los estrictos controles que rigen la donación y el trasplante en muchos países desarrollados, según ha indicado la religiosa, nada tienen que ver con las normas de otros países, en los que a las mafias "no les cuesta nada montar quirófanos, disponer de personal sanitario o utilizar para fines delictivos hospitales o clínicas".

Sus denuncias no responden a oídas, sino que ha asegurado que están basadas en lo que su comunidad ha vivido muy de cerca desde el 2001. Ese año llegó a la zona un matrimonio integrado por un irlandés y una danesa, procedentes de Sudáfrica. "Compraron 300 hectáreas con la excusa de montar algún tipo de industria agroalimentaria, pero enseguida nos dimos cuenta de que ésos no eran los fines. La casa se convirtió en un ir y venir constante de coches y de reuniones nocturnas".

Los terrenos de los nuevos vecinos curiosamente están situados junto a un aeropuerto. "En una de las pistas, que habitualmente no se utiliza, veíamos cómo aterrizaban y despegaban avionetas por la noche. En un principio pensábamos que se trataba de droga. Entregamos las matrículas de los vehículos a la policía, pero no nos hicieron ni caso".

Poco después, y en el terreno de las religiosas, apareció el cadáver de una joven de unos 15 años completamente abierta y vacía. Era el comienzo de una escena que se iba a repetir con frecuencia, siempre con un inconveniente añadido: "La indiferencia de las autoridades políticas y policiales, que se negaban a investigar. Nos acusaban a nosotras de inventar bulos e historias y decían que la gente hablaba mal de los extranjeros para evitar su entrada en el país".

Altas esferas
Ante la indiferencia local, la hermana Juliana y su comunidad iniciaron un movimiento de denuncia ascendiendo de estamento en estamento, hasta llegar a la Presidencia de Derechos Humanos en Mozambique y al Fiscal General del Estado. El resultado hasta el momento ha sido la emisión de un informe oficial en el que el fiscal ha asegurado que "el tráfico de personas y órganos es una realidad, no sólo en Nampula, sino en todo el país".

Además, se han abierto más de diez procesos judiciales, uno de ellos contra el matrimonio vecino de las religiosas.


23 de noviembre de 2004
Maxi Puertas. Salamanca

jueves, mayo 26, 2005

El País pide perdón por "una publicidad homófoba"

El anuncio, firmado por Padres y Madres de España, salió publicado ayer



"El anuncio, que viola abiertamente las normas establecidas por el periódico, fue publicado por un fallo en los sistemas de control", explica hoy el diario El País en una información a dos columnas en las páginas de Sociedad. "Este anuncio no volverá a aparecer en las páginas de El País", afirman. ¿A qué anuncio se refieren? A una publicidad contra la ley de matrimonio homosexual titulada "Alerta" y enviada por la asociación Padres y Madres de España. Afirmaba, entre otras cosas, que si la ley se aprueba “los niños adoptados por parejas homosexuales quedarán vulnerables”; que “el sida y otras enfermedades de origen homosexual proliferarán” y que “gays de todo el mundo buscarán refugio en España”. El texto animaba a pedir a los senadores que se opongan al proyecto, que está pendiente de debate por la Comisión de Justicia del Senado (se verá el 14 de junio) y que votará el Pleno el 21 de junio. En el anuncio se daba un teléfono del Senado para protestar.

martes, mayo 24, 2005

Entrevista a Anthony Babafemi Ogunsaya


Anthony Babafemi Ogunsanya nació en Lagos hace 33 años. Estudió en el Saint Gregory College, donde unos compañeros católicos “despertaron mi interés por la fe”. Mañana, 21 de mayo de 2005 será ordenado sacerdote en la Basílica de San Eugenio en Roma, por el Prelado del Opus Dei.


20 de mayo de 2005

Hijo de padre anglicano y madre católica, Anthony Babafemi Ogunsanya nació en Lagos hace 33 años. Estudió en el Saint Gregory College, donde unos compañeros católicos “despertaron mi interés por la fe”. Más tarde estudió Ingeniería en la Obafemi Awolowo University y una vez licenciado, en 1997, hizo las maletas y dejó Nigeria. Primer destino España, y más tarde Roma, con el propósito de estudiar filosofía y teología.


¿A quién debe su vocación sacerdotal?

Como es lógico, al Señor. Toda vocación parte de la infinita misericordia de Dios. No cabe duda, por otra parte, de que el Señor se sirve normalmente de muchas personas cuando quiere llamar a un hijo suyo a una entrega especial. El fundador del Opus Dei, que ha jugado un papel decisivo en mi vocación, decía que el 90% de ella la debemos a nuestros padres, queriendo expresar de un modo gráfico que el agradecimiento a los padres debe ser muy alto. Además, observando la historia de mi familia, que durante unos años ha llevado una vida agnóstica, puedo decir que la Virgen ha estado siempre presente a través de mi abuelo materno. Yo sabía que rezaba todos los días el rosario, y cuando íbamos a verle nos invitaba a rezarlo con él.


¿Qué reacciones ha provocado su ordenación entre parientes y amigos?
Pienso que todos están muy contentos. El ambiente en el que he vivido, gracias a Dios, siempre se ha caracterizado por un gran respeto a la libertad. En mi casa jamás pusieron obstáculos a cuestiones relacionadas con la fe, ni cuando decidí dejar de asistir a las ceremonias anglicanas, ni tampoco después con mi vocación al Opus Dei. Sólo el valor de la educación no podía ser discutido por ninguno de los cuatro hijos, y el tiempo les ha dado la razón. “Lo que te sostendrá es tu formación”, decían, para animarnos a estudiar bien y con responsabilidad.


Vive en Europa desde 1998. ¿Cómo ve un africano el viejo continente?

Es una pregunta difícil, que siempre evito responder. No me gusta hacer juicios generales, porque es fácil equivocarse u ofender. Hecha esta premisa, pienso que lo que más sorprende a un africano cuando llega a Europa es la tristeza de algunos rostros. Se echa en falta un poco más de alegría.


¿Y cómo se ve África desde Europa?

África es un gran continente que ha vivido y vive momentos históricos difíciles, con guerras sangrientas y con zonas castigadas brutalmente por la pobreza. A pesar de ello, no todo en África es miseria; es más, estoy convencido de que es un continente con valores y con signos claros que invitan a la esperanza, también para la fe. Para mí es muy significativo que, en el siglo pasado, Dios haya mirado con amor a los africanos suscitando grandes misioneros. Miles de hombres y de mujeres han dado su vida en África, incluso muriendo mártires. Como ha dicho el Papa Benedicto XVI, es de esperar que la Iglesia recoja los frutos precisamente en esos lugares donde más se ha sufrido por Cristo. El Papa Juan Pablo II, vislumbrando esa “nueva época misionera”, exhortó a los africanos: “No solamente salvar a África con África, sino también evangelizar otros pueblos con misioneros africanos”.


Usted ha realizado en Roma la tesis doctoral sobre el magisterio de Pablo VI, concretamente sobre la participación de los fieles laicos en la vida política. En el actual debate cultural y político, ¿cuál es el punto más crítico ante el que debe enfrentarse el fiel laico?
Entiendo que su pregunta se refiere a Europa u Occidente en general. El punto crítico del debate es el relativismo cultural, como ha señalado recientemente el Papa, consecuencia de un pluralismo ético. Por desgracia, son muchos los que reivindican la más completa autonomía para sus propias preferencias morales, mientras que, por otra parte, los legisladores creen que respetan esa libertad cuando formulan leyes que prescinden de los principios de la ética natural, como si todas las posibles concepciones de la vida tuvieran igual valor. Estudiando la doctrina social de la Iglesia y el magisterio de Pablo VI, he podido constatar que la fe nunca ha pretendido encerrar los contenidos socio-políticos en un esquema rígido. A la vez, la Iglesia enseña que la auténtica libertad no existe sin la verdad. Pienso que este es otro punto importante que un fiel laico debe tener presente. La vida política implica considerar la dimensión histórica en la que el hombre vive, habitualmente en situaciones imperfectas, que debe intentar modificar a través de los medios lícitos que el orden jurídico democrático pone a disposición de todos los miembros de la comunidad política.


¿Piensa volver pronto a Nigeria?

Ciertamente lo deseo, aunque bien podría yo ser una de esas personas en las que pensaba Juan Pablo II cuando hablaba de que los africanos debían evangelizar otros pueblos. Como es habitual, será mi prelado a juzgar cuál es el lugar donde la Iglesia y mis hermanos los hombres me necesitan. Como sacerdote sólo deseo servir a las almas, sin distinción alguna. Este verano tengo previsto realizar unas tareas pastorales en España y es posible que más tarde vuelva a mi país.

¿Qué recuerdo se llevará de Roma?
Muchos, muchísimos. Quizá el recuerdo más fuerte en estos momentos sea el día del traslado del féretro de Juan Pablo II desde la Sala Clementina hasta la Basílica de San Pedro. Como diácono pude participar en la ceremonia del traslado y ver al Papa muy cerca, acompañarlo, rezar de un modo muy singular en medio de la muchedumbre que llenaba la Plaza. De todas formas, me llevaré el recuerdo de Roma como Roma, una ciudad única en el mundo. Ahora entiendo a los que dicen que es imposible dejar Roma: sería renunciar a algo que te pertenece íntimamente, tan profundo que es difícil explicar, sobre todo para una mente de ingenierio como la mía. Los poetas sabrían explicarse mejor.
© 2005, Oficina de información del Opus Dei en Internet

lunes, mayo 23, 2005

Auschwitz no está de moda pero como la mini falda volverá tarde o temprano

ZP prosigue con su utopía. Escuchando un “clamor social” (habrá que ver en qué ambientes se mueve el gobierno actual para escuchar tantas y tantas voces que pocos países en el mundo han oído) ha elevado a los gays a la categoría de “marido y mujer” (matrimonio) y les va a dar la facultad de adoptar tiernos y trémulos infantes.

Hasta ahora nuestro derecho (y el de casi todo el planeta) no contemplaba la posibilidad de que los gays se casaran. La respuesta es clara: “No hay problema, la ley se cambia y punto”. Pero surgen voces en contra, gente que, en conciencia, considera la ley injusta y manifiesta que sus más íntimos principios le impiden cumplirla. De nuevo, nuestro derecho no contemplaba esta posibilidad, pero en este caso la respuesta no es la misma que en el caso anterior: “hay que cumplir la ley establecida”, “ese caso no se contempla en nuestro código civil…” y en esas se quedan los defensores de las minorías y las libertades. ¿Se cambia la ley para reconocer las demandas de una minoría con la que se simpatiza y no se cambia para favorecer las peticiones de otra, a la que se tiene cierta ojeriza? ¿No somos todos iguales? ¿Son más “persona” los gays que los que están en contra de su matrimonio y su posibilidad de adoptar?

Esta claro que el gobierno, como todos, discrimina a unos y favorece a otros, lo que ocurre que ahora son los católicos (como colectivo significativo en contra de esta ley) los que pasan a ocupar el sitio que los gays dejan en la clandestinidad. Ahora los creyentes son los discriminados (“hay que cumplir la ley”) mientras que los homosexuales se redimen y aparecen como ejemplo a seguir por todos. Quién sabe si, en breve, los “cuartos oscuros” de los locales del ambiente se llenarán de velas y católicos rezando, mientras los homosexuales practicarán su sexualidad sin límites en nuestros parques y jardines.

Pero “casar” a una pareja homosexual, para muchos habitantes de este país, es devaluar su concepto de familia e incurrir en una clara injusticia social con todos los matrimonios que existen y han existido. Además, equivale a ser cómplice de los más que probables trastornos psicológicos que sufran los hijos que adopte esa pareja. Por si fuera poco, es también una forma de contribuir a la defunción definitiva de nuestra maltrecha Seguridad Social, que otorgará pensiones y beneficios fiscales a quienes no deberían tenerlos. Y lo más importante: casar a dos gays supone violentar las más íntimas creencias de un católico acerca de lo que es el amor, la familia y, en definitiva, la sociedad.

Los generales alemanes que exterminaron a 5 millones de judíos cumplieron la ley a rajatabla. No se les permitió acogerse a su conciencia, porque la Alemania de Hitler era más poderosa que cualquier creencia y no sentía ningún respeto por valores que no fueran los suyos. Sólo con esa violencia de Estado y con ese totalitarismo se consiguió llegar a uno de los mayores horrores de la historia de la humanidad. Si ZP no regula la objeción de conciencia estará incurriendo en los mismos errores que la Alemania nazi y quién sabe si acabará, como ella, eliminando sistemáticamente a las minorías que le estorban.

Quizá Auschwitz sólo pasó de moda, pero los presupuestos que lo hicieron posible están aún en nuestro ambiente y en nuestros dirigentes. Quizá sea sólo cuestión de tiempo que el desprecio por la dignidad humana y sus derechos fundamentales vuelva a levantar muros para albergar de nuevo a otra forma horror.

Jorge Juan Pérez Jiménez.

El Rey Balduino quiso abdicar, y de forma definitiva

Sr. Director:

Con asombro y enfado he escuchado estos días en alguno de los medios de comunicación que nos son más afines a los católicos tachar de "hipócrita" la decisión del rey Balduino de Bélgica al negarse a rubricar con su firma la ley del aborto que en su momento le presentó el parlamento belga. Soy sobrina política de la reina Fabiola y por aquella época era frecuente que pasáramos parte de nuestras vacaciones con ellos. Le digo esto porque fui testigo de primera fila de las horas de oración y silencioso discernimiento que le costó al rey tomar esta decisión.

Era perfectamente consciente de que su decisión tenía como consecuencia el que pudiera ser depuesto. Por otro lado sabía cuan necesaria era su presencia como elemento de concordia y de unidad para el pueblo belga. Era, sobre todo, esto último lo que le hacía dificilísima la decisión.

Tras consultar con la reina Fabiola, ambos decidieron acogerse al derecho de objeción de conciencia pasara lo que pasara. Tan es así, que tenían literalmente las maletas hechas para marcharse. No es verdad, como se quiere hacer creer en algunos medios, que tuviera la solución preparada para abdicar tres días y después volver a ser el rey de los belgas como si nada hubiera pasado. Ni tenía la solución a su dilema ni sabía que pudiera haberla. Fue su primer ministro quien, comprendiendo sus razones, (existe una preciosa carta del rey explicándole las razones de su decisión.) pero preocupadísimo por lo que pudiera pasar en Bélgica si el rey se marchaba, buscó la salida legal a la situación, que el Rey y el Parlamento al final aceptaron. Así que de hipocresía, nada. Lo que sí hubo es una coherencia con su fe hasta las últimas consecuencias. Y, por cierto, en este momento se está en la fase de recoger todos los testimonios y documentación necesaria para abrir su proceso de beatificación.

Mercedes Soto Falcóhttp://www.aldeaeducativa.com/images/balduino.jpg">

Galería fotográfica de las ordenaciones sacerdotales (21 de mayo de 2005)

Galería fotográfica de las ordenaciones sacerdotales (21 de mayo de 2005)
Durante una ceremonia que ha tenido lugar en la basílica de San Eugenio, en Roma, 42 fieles del Opus Dei han recibido la ordenación sacerdotal de manos de Mons. Javier Echevarría. Los nuevos presbíteros provienen de Argentina, Bélgica, Colombia, Chile, España, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Italia, México, Nigeria y Uruguay.



27 de abril de 2005



































Peregrinación a Zaragoza: texto íntegro del mensaje escrito por el Pontífice Benedicto XVI

Amados hermanos en el Episcopado, queridos sacerdotes y diáconos, religiosos, religiosas y fieles católicos de España.
Me es grato dirigiros mi cordial saludo y unirme espiritualmente a vosotros en la peregrinación nacional al Santuario de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, para conmemorar el 150 aniversario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción y renovar la consagración de España al Inmaculado Corazón de María, que tuvo lugar hace cincuenta años.

Con esta peregrinación queréis profundizar en el admirable misterio de María y reflexionar sobre su inagotable riqueza para la vocación de todo cristiano a la santidad.

Escuela de María.

Al coincidir el Año de la Inmaculada con el Año de la Eucaristía, en la escuela de María podremos aprender mejor a Cristo. Contemplándola como la «mujer eucarística», ella nos acompaña al encuentro con su Hijo, que permanece con nosotros «todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20), especialmente en el Santísimo Sacramento. La Inmaculada refleja la misericordia del Padre. Concebida sin pecado, fue capaz de perdonar también a quienes abandonaban y herían a su Hijo al pie de la cruz. Como Abogada nos ayuda en nuestras necesidades e intercede por nosotros ante su Hijo diciéndole, como en Caná de Galilea, «no tienen vino» (Jn 2,3), confiando en que su bondadoso corazón no defraudará en un momento de dificultad. Al indicar claramente «haced todo lo que él os diga» (Jn 2,5), nos invita a acercarnos a Cristo y, en esa cercanía, experimentar, gustar y ver «que bueno es el Señor». De esta experiencia nace en el corazón humano una mayor clarividencia para apreciar lo bueno, lo bello, lo verdadero. Acompañada de la solicitud paterna de José, María acogió a su Hijo. En el hogar de Nazaret Jesús alcanzó su madurez, dentro de una familia, humanamente espléndida y transida del misterio divino, y que sigue siendo modelo para todas las familias.

A este respecto, en la convivencia doméstica la familia realiza su vocación de vida humana y cristiana, compartiendo los gozos y expectativas en un clima de comprensión y ayuda recíproca. Por eso, el ser humano, que nace, crece y se forma en la familia, es capaz de emprender sin incertidumbre el camino de bien, sin dejarse desorientar por modas o ideologías alienantes de la persona humana. En esta hora de discernimiento para muchos corazones, los Obispos españoles volvéis la mirada hacia Aquella que, con su total disponibilidad, acogió la vida de Dios que irrumpía en la historia. Por eso María Inmaculada está íntimamente unida a la acción redentora de Cristo, que no vino «para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él» (Jn 3, 17)

Comprensión a la Iglesia.

Sé que la Iglesia Católica en España está dispuesta a dar pasos firmes en sus proyectos evangelizadores. Por eso es de esperar que sea comprendida y aceptada en su verdadera naturaleza y misión, porque ella trata de promover el bien común para todos, tanto respecto a las personas como a la sociedad. En efecto, la transmisión de la fe y la práctica religiosa de los creyentes no puede quedar confinada en el ámbito puramente privado.

A los pies de la Virgen pongo todas vuestras inquietudes y esperanzas, confiando en que el Espíritu Santo moverá a muchos para que amen con generosidad la vida, para que acojan a los pobres, amándolos con el mismo amor de Dios. A María Santísima, que engendró al Autor de la vida, encomiendo toda vida humana desde el primer instante de su existencia hasta su término natural, y le pido que preserve a cada hogar de toda injusticia social, de todo lo que degrada su dignidad y atenta a su libertad; y también que se respete la libertad religiosa y la libertad de conciencia de cada persona. Imploro a la Virgen Inmaculada con total confianza que proteja a los pueblos de España, a sus hombres y mujeres para que contribuyan todos a la consecución del bien común y, principalmente, a instaurar la civilización del amor. Aliento también a todos y a cada uno a vivir en la propia Iglesia particular en espíritu de comunión y servicio y os animo a dar testimonio de devoción a la Virgen María y de un incansable amor a los hermanos. A cuantos participáis en esta gran peregrinación al Santuario de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, os invito a intensificar la devoción mariana en vuestros pueblos y ciudades donde Ella os espera en los innumerables templos y santuarios que llenan la tierra española; y también en las parroquias, en las comunidades y en los hogares. Volved gozosos con la Bendición Apostólica que os imparto con gran afecto, Benedicto XVI.

Iguales y diferentes

Papel de las mujeres en la Iglesia

Pía de Solenni (*)

Antes de ir a Roma para estudiar mi doctorado en teología a mediados de los años 90, me inclinaba a pensar, como muchas mujeres estadounidenses, que las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre la mujer estaban equivocadas o por lo menos algo desviadas; me parecía a veces que en la Iglesia no había un lugar adecuado para las mujeres, que estaban subordinadas a los hombre en casi todo los aspectos, sin contar que no pueden ejercer el sacerdocio.

Sin embargo, durante un lapso de seis años de estudios en universidades pontificias y cierto tiempo de trabajar en el Vaticano, me di cuenta de que en ningún otro lugar se me había respetado tanto como mujer. Mis opiniones se tomaban en serio y se me desafiaba a debatir sobre mi pensamiento de una manera como tampoco había visto en otro lugar. Dados los prejuicios que tenemos la mayoría de los estadounidenses, sé lo sorprendente que puede parecer esto que digo, pero me gustaría que más gente lo entendiera de la misma manera como yo mientras veía, escuchaba y discutía las reacciones a la elección del Papa Benedicto XVI.

Casi de manera universal, la prensa lo describe como un “conservador”, un representante de “la línea dura”, un “guardián de las leyes” y un dogmático estricto. Los llamados círculos “progresistas” o “reformadores” advierten que será un pontífice malo para las mujeres en el Iglesia. Sin embargo, tal y como nos enseñó su antecesor, Juan Pablo II, para los católicos la vida no consiste en ser conservador o liberal, sino en ser católico.

Desde luego, siempre habrá desacuerdos. Hijos e hijas de la Iglesia pueden debatir y discutir los dogmas de la Iglesia. Muchos tendremos problemas para entender las enseñanzas, pero la doctrina de la Iglesia seguirá siendo la misma aun cuando haya Papas malos, como el Benedicto IX del siglo XI, que llevó una vida disoluta y llegó a tener una o dos amantes. Aunque acabó por renunciar al papado, lo cierto es que ni él ni ningún otro pontífice ha cambiado la doctrina de la Iglesia. Tal como el Cardenal José Ratzinger, hoy Benedicto XVI, explicó hace algunos años, nosotros no creamos nuestra religión. Nos la dieron y tratamos de entender sus misterios.

La cuestión es saber qué es lo verdaderamente católico. En el caso de las mujeres, la Iglesia Católica establece claramente que las mujeres tienen un papel en cada aspecto de la sociedad, incluyendo a la Iglesia. Fue el Cardenal Ratzinger quien lo señaló enfáticamente el año pasado, cuando el Vaticano dio a conocer el documento “Sobre la colaboración de mujeres y hombres en la Iglesia y el mundo”. Redactado para hacer frente a las constantes preguntas sobre el papal de hombres y mujeres y responderlas de manera que las diferencias entre sexos sean vistas bajo una luz positiva, el documento fue breve, pero se necesitaron muchos años para que los teólogos y otros expertos que lo consultan se pusieran de acuerdo sobre su significado.

Como en muchos asuntos católicos, se desató un frenesí de comentarios en la prensa cuando se publicó el documento. Hubo titulares que decían “El Papa ataca el feminismo” e interpretaciones que calificaban al documento como una medida del Vaticano para subordinar a las mujeres. Sin embargo, yo escribí en esos momentos, para el “National Catholic Reporter”, considerado el periódico católico liberal más importante de Estados Unidos, un artículo titulado “Ahora puede comenzar la conversación”. Desde mi punto de vista, el Vaticano había preparado el terreno para una discusión honrada sobre las maneras en que difieren los sexos, pero también de las maneras en que se complementan.

Ratzinger sostiene en el documento la misma línea de pensamiento que identifica a varios de sus pronunciamientos como director de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Por ejemplo, las diferencias entre los sexos son una parte esencial de la naturaleza humana. Hombres y mujeres pueden ser padres de familia, mas son diferentes. Uno es el papá y la otra es la mamá, pero ninguno es menos que el otro a la hora de ser padres.

Con delicadeza y discreción, el documento evita que la discusión se concentre en el tema de las mujeres, que es lo que la mayoría de los “progresistas” perseguían, y la amplía al de hombre y la mujer, porque a final de cuentas, a pesar de nuestras diferencias, o quizás a causa de ellas, a final de cuentas compartimos el mismo mundo y nos necesitamos mutuamente.

La doctrina católica sostiene que las diferencias entre hombres y mujeres son constructivas y contribuyen a dar forma a lo que hacemos y a lo que somos. Esencialmente hacemos muchas de las mismas cosas, ya sea levantar rascacielos o cambiar pañales, pero el hecho de que una persona sea hombre o mujer debe aportar algo positivo a lo que hace. En otras palabras, debemos ver positivamente a un hombre o a una mujer, no a un autómata sin género, en todo lo que una persona hace.

La idea de que los sexos se complementan se basa en la igualdad que la Iglesia propone: hombres y mujeres fueron creados iguales, a imagen y semejanza de Dios. Algunos se apoyan en esta igualdad cuando abordan los temas de las mujeres sacerdotes y control de la natalidad.

“¿Por qué”, se preguntan, “no se pueden ordenar las mujeres, sobre todo cuando hay escasez de sacerdotes?”.

Si bien se puede considerar que la cuestión de la ordenación es un asunto doctrinal que ya está definido, puede llevar más tiempo entender que las diferencias en el papel o la función de los hombre y las mujeres no significa ninguna diferencia en cuanto a dignidad. No fue sino hasta que me di cuenta de que el sacerdocio, aunque manchado por algunos, no es esencialmente un medio para tener poder, cuando pude aceptar que el sacerdocio no es para las mujeres. En un mundo como el nuestro donde hombres y mujeres hacemos tantas cosas iguales, es difícil entender por qué no podemos ser la misma cosa. La respuesta es que el sacerdocio no tiene mucho que ver con lo que el sacerdote hace sino con quién es el sacerdote.

El Catecismo de la Iglesia Católica señala explícitamente que el sacerdote es alguien que sirve a la gente. Este servicio es considerado dentro del contexto de una relación nupcial en la cual el esposo ama tanto a la esposa que está dispuesto a dar la vida por ella, de la misma manera que Cristo murió por la Iglesia. El sacerdote representa a Cristo, quien era un ser humano varón. Como tal, el sacerdote representa a Cristo esposo y servidor de la Iglesia, su esposa.

Entonces, como mujer, ¿en dónde encajo yo? Desafortunadamente, la discusión se ha centrado desde hace mucho tiempo en el sacerdocio en sí y sólo desde hace poco empezamos a explorar lo que es esencial en las mujeres. Para los católicos, el ser humano más perfecto es una mujer, María, la madre de Dios. Las escrituras dejan muy claro que ella entendió todo más que cualquiera y que tuvo un papel fundamental en la redención del ser humano. Todo se desprende de su “Sí” de su disposición y capacidad para convertirse en la madre de Jesús. Papel que no terminó con el nacimiento de Cristo.

Benedicto XVI no cambiará la posición de la Iglesia respecto a las mujeres y el sacerdocio, el control de la natalidad o el aborto. No puede cambiar lo que viene de las enseñanzas básicas de la doctrina católica. Sin embargo, bajo su liderazgo podemos esperar una continuación extensa de las conversaciones necesarias para entender esas enseñanzas.

Creo que podemos confiar en que, al igual que su antecesor, Benedicto XVI nos recordará que los católicos no deben ser divididos tajantemente en categorías de liberales y conservadores. Recuerden que este es el hombre al que se consideraba liberal como profesor, pero conservador como líder de la Iglesia. Su manera de pensar no ha cambiado sustancialmente, pero sí ha cambiado nuestra manera de verlo y juzgarlo. Podemos depender de la imagen creada por otros o salir a su encuentro para formarnos nuestra propia opinión sobre quién es él en realidad.

Juan Pablo II dio a las mujeres importantes papeles en el Vaticano, como la designación de Mary Ann Glendon, profesora de leyes de Harvard, como directora de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. También vimos que las mujeres asumieran más responsabilidades en las diócesis locales y obtuvieran más títulos en teología. Al centrarse la discusión en el tema de hombre y mujer, no sólo en la mujer, nos va quedando más claro que la igualdad fundamental de las mujeres con respecto a los hombres no se ve comprometida por el hecho de no tener acceso al sacerdocio. Confío en que Benedicto XVI continúe esta conversión a fin de explorar más a fondo la gran aportación que sólo las mujeres pueden dar a la Iglesia Católica.—
(Servicio de “The Washington Post”)
*) Teóloga católica y directora de asuntos sobre la vida y la mujer en el “Family Research Council” (Consejo de Investigación Familiar) de los Estados Unidos. Su libro “Different and equal” (Diferentes e iguales), será publicado en junio próximo por la editorial “Crossroad Publishing”

domingo, mayo 22, 2005

Homilía pronunciada por el Prelado en la ceremonia de ordenación sacerdotal celebrada en Roma.

21 de mayo de 2005

Queridísimos hijos míos que dentro de poco os convertiréis en sacerdotes.

Queridos hermanos y hermanas.

Me dirijo a vosotros con el saludo de San Pablo a los Corintios que acabamos de escuchar: la gracia del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros (2 Cor 13, 13).

Hoy, solemnidad de la Santísima Trinidad, es un gran día en la Iglesia. Celebramos y adoramos el misterio más alto de nuestra fe, el misterio central de la vida cristiana; más aún, de la vida de cada mujer y de cada hombre, todos llamados a participar en la Vida de Dios. Esta verdad que Cristo nos ha revelado supera infinitamente la capacidad intelectual de cualquier criatura y constituye «el fruto y el fin de toda nuestra vida» (Santo Tomás de Aquino, Comentario a los libros de las Sentencias, IV, 1, dist. 2, 1, 1 exordio.). Como afirma San Agustín,«éste es nuestro gozo cumplido, y no hay otro mayor: gozar del Dios Trinidad, a cuya imagen hemos sido hechos (...). Se nos promete esta contemplación como fin de todas nuestras acciones y perfección eterna de nuestro gozo» (San Agustín, La Trinidad, I, 8, 18 y 17).

A la alegría de una fiesta tan grande se añade la de la ordenación de cuarenta y dos nuevos sacerdotes. Felicito cordialmente a sus familias asegurándoos que estáis presentes de modo especial en nuestras oraciones. Pero también vosotros debéis rezar mucho por los nuevos sacerdotes: ahora necesitan más que nunca vuestra oración. Al mismo tiempo, demos gracias a Dios, que no deja de suscitar ministros de Cristo, y supliquémosle que sean más abundantes aún en el mundo entero.

El sacerdote, hombre de la Eucaristía

La riqueza espiritual del sacerdocio es enorme. Cada sacerdote, en virtud del sacramento del Orden, es configurado de modo especial con el Sumo y Eterno Sacerdote, y capacitado para representarle visiblemente delante de los hombres, para hacer sus veces y actuar in persona Christi Capitis, es decir, como instrumento vivo de Cristo Cabeza de la Iglesia.

Querría invitaros a reflexionar brevemente sobre algunos aspectos que se derivan de esta específica configuración sacramental con Cristo. Me refiero a las dimensiones eucarística, eclesiológica y mariana del sacerdocio ministerial.

En primer lugar, la dimensión eucarística. Como tantas veces recordó el amadísimo Papa Juan Pablo II, la Eucaristía y el sacerdocio han nacido juntos en el Cenáculo de Jerusalén, la tarde del Jueves Santo. Por esta razón, «la existencia sacerdotal —así escribió en la última carta a los sacerdotes, pocas semanas antes de su muerte— ha de tener, por un título especial, "forma eucarística"» (Juan Pablo II, Carta a los sacerdotes en ocasión del Jueves Santo, 13-III-2005, n. 1.).

Entre sacerdocio y Eucaristía existe, por tanto, un lazo indisoluble: el sacerdote es para la Eucaristía, y la Eucaristía —que es el Pan de Vida para todos los cristianos— sólo puede ser realizada por los obispos y sus colaboradores, los presbíteros. Así el misterio pascual de la muerte y resurrección del Señor se hace presente de modo sacramental en el Sacrificio de la Misa. Benedicto XVI ha querido subrayar esta verdad de fe desde los primeros momentos de su Pontificado. Hablando de la «providencial coincidencia» del comienzo de su ministerio petrino con el Año de la Eucaristía, ha afirmado: «La Eucaristía hace presente constantemente a Cristo resucitado, que se sigue entregando a nosotros, llamándonos a participar en la mesa de su cuerpo y de su sangre» (Benedicto XVI, Mensaje al terminar la celebración eucarística con los Cardenales electores en la Capilla Sixtina, 20-IV-2005, n. 4.).

Queridos ordenandos presbíteros: tened siempre presente que el don y la tarea de consagrar la Eucaristía, que hoy os concede el Señor, comporta una responsabilidad muy grande. Alguna vez os vendrá a la mente el pensamiento de que sois unos pobres hombres, y es verdad: todos lo somos. Pero no tengáis miedo. Dios, que os ha llamado, también os ofrece toda su ayuda para ser sacerdotes santos; es decir, sacerdotes enamorados de Cristo, dedicados a la salvación de las almas, plenamente disponibles ante las necesidades del apostolado. Seguid el ejemplo de San Josemaría, a quien gustaba definirse a sí mismo como "un sacerdote de Jesucristo", y también como "un pecador que ama a Jesucristo con locura". Las dos cosas se concilian perfectamente, porque la dignidad incomparable del sacerdote —así enseñaba nuestro Fundador— es una grandeza prestada, compatible con la poquedad mía. Yo pido a Dios Nuestro Señor —añadía— que nos dé a todos los sacerdotes la gracia de realizar santamente las cosas santas, de reflejar, también en nuestra vida, las maravillas de las grandezas del Señor (San Josemaría, Homilía Sacerdote para la eternidad, 13-IV-1973.).

El sacerdote, forjador de comunión

Si la Iglesia "hace" la Eucaristía por medio de sus sacerdotes, también es cierto que la Iglesia misma "nace" de la Eucaristía, como subrayó Juan Pablo II en su última encíclica. De la dimensión eucarística del sacerdocio deriva necesariamente su dimensión eclesiológica. El sacerdote es para la Eucaristía en la Iglesia y al servicio de la Iglesia. Sin una plena comunión con el Romano Pontífice y con el Ordinario propio, el sacerdote no puede hacer un verdadero servicio eclesial. Desde la más remota antigüedad, un importante testimonio de este hecho se encuentra en la misma liturgia de la Misa, donde siempre se hace mención de la Iglesia universal y de su Cabeza visible, el Romano Pontífice, así como del propio Obispo y de todos los demás Obispos en comunión con la Santa Sede.

A este propósito, con agradecimiento a Dios Nuestro Señor, me gusta recordar la imponente manifestación de comunión que se verificó en Roma y en todo el mundo durante las pasadas semanas. La Iglesia, en todas sus componentes, se estrechó primero en torno a Juan Pablo II, en un adiós lleno de conmoción que acompañó su salida de la tierra, y luego en torno a Benedicto XVI. En aquellos días, la Iglesia se mostró más viva que nunca, bajo el impulso del Espíritu Santo. Es tarea de todos, y en primer lugar de los sacerdotes, hacer que esta preciosa herencia no sólo no se disperse, sino que se refuerce en el futuro. De una comunión compacta —afectiva y efectiva— de los católicos en torno al Vicario de Cristo, se seguirán necesariamente grandes bienes para la Iglesia y para el mundo entero.

Vosotros, queridos ordenandos, además de ofrecer con alegría —como todos los fieles— muchas oraciones y muchas mortificaciones por el Romano Pontífice, tendréis de ahora en adelante en vuestra manos medios específicos para reforzar esta comunión. Vuestra conformación con Cristo Sacerdote os capacita para enseñar con autoridad la Palabra de Dios. Profundizad aún más en la doctrina de la Iglesia, que conocéis bien, antes que nada con el ejemplo de vuestra adhesión completa al Magisterio. En vuestro caso específico, este ser forjadores de comunión en la Iglesia, a que sois llamados, se ha de manifestar en lo que San Josemaría llamaba una pasión dominante en el Opus Dei: amar con todo el corazón la unidad de la Prelatura, como expresión de la unidad de la Iglesia, de la que la Obra es una pequeña parte. Habéis de ser, pues, instrumentos de unidad entre los demás y en el seno de todas las actividades apostólicas en las que participaréis. Un gran cometido os espera, hijos míos; ¡y qué eficaz será el servicio que prestaréis a la Iglesia!

Otro modo específico de ser forjadores de comunión, en cuanto presbíteros, es la entrega gozosa —aunque a veces comporte fatiga— al ministerio de la Reconciliación que hoy se os confía. Este sacramento realiza la comunión con Dios y con los demás, reconciliando con Dios y con la Iglesia a los fieles que se reconocen pecadores y aumentando la gracia en quienes lo reciben dignamente. Ésta debe ser otra pasión dominante vuestra: acercar muchas almas a Dios en el Santo Sacramento de la Penitencia.

Es una recomendación válida para todos nosotros. Haced una gran catequesis de la Confesión. Acercad a vuestros amigos, a vuestros parientes y conocidos al sacramento de la misericordia divina, Los haréis más felices y también ellos, entonces, se sentirán animados a llevar a otras personas a la Confesión.

Dimensión mariana del sacerdocio

Aunque sea brevemente, deseo aludir a una tercera dimensión del sacerdocio: su particular relación con la Virgen. Cristo Redentor, de quien los sacerdotes hacemos las veces, no es una abstracción, sino una Persona concreta: es el Hijo eterno de Dios, nacido en el tiempo de una mujer concreta, la Virgen María, cuya sangre lleva en las venas. Siendo sacerdote precisamente en cuanto hombre, Jesús ha querido asociar a su Madre a la obra redentora. Desde lo alto de la Cruz, en efecto, dirigió al discípulo aquellas maravillosas palabras: he aquí a tu Madre; y a la Virgen: he aquí a tu hijo (cfr. Jn 19, 26-27). Ciertamente cualquier cristiano es hijo de María, pero el sacerdote lo es además por un nuevo título. Efectivamente: cuando se dirigía a Juan, Jesús hablaba a un hombre que había sido revestido de la dignidad sacerdotal la tarde anterior, en el Cenáculo.

Meditemos todos las palabras de Juan Pablo II, cuando escribe que «en el "memorial" del Calvario [en la Santa Misa] está presente todo lo que Cristo ha llevado a cabo en su pasión y muerte. Por tanto, no falta lo que Cristo ha realizado también con su Madre para beneficio nuestro (...).

»Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo implica también recibir continuamente este don. Significa tomar con nosotros —a ejemplo de Juan— a quien una vez nos fue entregada como Madre. Significa asumir, al mismo tiempo, el compromiso de conformarnos a Cristo, aprendiendo de su Madre y dejándonos acompañar por Ella. María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas. Así como Iglesia y Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio María y Eucaristía» (Juan Pablo II, Litt. enc. Ecclesia de Eucharistia, 17-IV-2003, n. 57.). En consecuencia, la especial relación del sacerdote con la Eucaristía comporta también una relación especial del sacerdote con María.

Algunas reflexiones de San Josemaría tienen un valor universal para todos nosotros, pero en el mes mariano del presente año eucarístico adquieren además una actualidad muy grande. Escribía: para mí, la primera devoción mariana —me gusta verlo así— es la Santa Misa (...). Cada día, al bajar Cristo a las manos del sacerdote, se renueva su presencia real entre nosotros con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad: el mismo Cuerpo y la misma Sangre que tomó de las entrañas de María ( San Josemaría, artículo publicado en "Libro de Aragón", Zaragoza, 1976.). Os propongo a todos estas reflexiones, y me las hago a mí mismo: tratemos de tenerlas muy presentes en las próximas semanas, preparándonos para la solemnidad del Corpus Christi.

Para terminar, quisiera transmitiros un pensamiento de Benedicto XVI, tomado de la homilía que pronunció hace pocos días, en la toma de posesión de la Basílica de San Juan de Letrán, sede del Obispo de Roma. El Papa recuerda que del Sacrificio eucarístico nacen y crecen los anhelos apostólicos del pueblo de Dios, y añade: «En este misterio, el amor de Cristo se hace siempre tangible en medio de nosotros. Aquí, Él se entrega siempre de nuevo. Aquí, se hace traspasar el corazón siempre de nuevo. Aquí, mantiene su promesa, la promesa según la cual, desde la Cruz, atraería a todos a sí (...). Gracias a la Eucaristía, la Iglesia renace siempre de nuevo. La Iglesia es la red —la comunidad eucarística— en la que todos nosotros, al recibir al mismo Señor, nos transformamos en un solo cuerpo y abrazamos a todo el mundo» (Benedicto XVI, Homilía en la Misa de toma de posesión de la Cátedra del Obispo de Roma, 7-V-2005.).

Con la intercesión de la Madre de la Iglesia, de la Madre de los sacerdotes, de la Madre de todos los cristianos. Así sea.

© 2005, Oficina de información del Opus Dei en Internet

Nuevos sacerdotes en el Año de la Eucaristía


Durante una ceremonia que ha tenido lugar en la basílica de San Eugenio, en Roma, 42 fieles del Opus Dei han recibido la ordenación sacerdotal de manos de Mons. Javier Echevarría. Los nuevos presbíteros provienen de Argentina, Bélgica, Colombia, Chile, España, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Italia, México, Nigeria y Uruguay.


21 de mayo de 2005

Mons. Echevarría: “Sed sacerdotes enamorados de Cristo”

“Como tantas veces recordó el amadísimo Papa Juan Pablo II, la Eucaristía y el sacerdocio han nacido juntos en el Cenáculo de Jerusalén, la tarde del Jueves Santo”, afirmó el Prelado del Opus Dei al inicio de la homilía. Mons. Javier Echevarría observó que Benedicto XVI ha querido subrayar la “providencial coincidencia” del comienzo de su ministerio petrino con el Año de la Eucaristía.

“Querido ordenandos –dijo el prelado– tened siempre presente que el don y la tarea de consagrar la Eucaristía, que hoy os concede el Señor, comporta una responsabilidad muy grande. Alguna vez os vendrá a la mente el pensamiento de que sois unos pobres hombres, y es verdad: todos lo somos. Pero no tengáis miedo. Dios, que os ha llamado, también os ofrece toda su ayuda para ser sacerdotes santos; es decir, sacerdotes enamorados de Cristo, dedicados a la salvación de las almas, plenamente disponibles ante las necesidades del apostolado”.


El Prelado del Opus Dei animó a los nuevos sacerdotes a seguir el ejemplo de San Josemaría, a quien gustaba definirse a sí mismo como ‘un sacerdote de Jesucristo’, y también como ‘un pecador que ama a Jesucristo con locura’. “Las dos cosas se concilian perfectamente –subrayó– porque la dignidad incomparable del sacerdote es, como enseñaba nuestro fundador, una grandeza prestada, compatible con la poquedad mía”.

A continuación, Mons. Echevarría explicó que “el sacerdote es para la Eucaristía en la Iglesia y al servicio de la Iglesia”. Por esta razón, “sin una plena comunión con el Romano Pontífice y con el Ordinario propio, el sacerdote no puede hacer un verdadero servicio eclesial”.

A este propósito, el obispo rememoró la manifestación de comunión que se verificó en Roma y en todo el mundo durante las pasadas semanas: “La Iglesia, en todas sus componentes, se estrechó primero en torno a Juan Pablo II, en un adiós lleno de conmoción que acompañó su salida de la tierra, y luego en torno a Benedicto XVI. En aquellos días, la Iglesia se mostró más viva que nunca, bajo el impulso del Espíritu Santo”. Mons. Echevarría añadió: “Es tarea de todos, y en primer lugar de los sacerdotes, hacer que esta preciosa herencia no sólo no se disperse, sino que se refuerce en el futuro. De una comunión compacta —afectiva y efectiva— de los católicos en torno al Vicario de Cristo, se seguirán necesariamente grandes bienes para la Iglesia y para el mundo entero”.

Finalmente, el Prelado glosó la dimensión mariana del sacerdocio, fundada en la realidad de que “Cristo Redentor, de quien los sacerdotes hacemos las veces, no es una abstracción, sino una Persona concreta: es el Hijo eterno de Dios, nacido en el tiempo de una mujer concreta, la Virgen María, cuya sangre lleva en las venas”.

Por esta razón “debemos tomar con nosotros —a ejemplo de Juan— a quien una vez nos fue entregada como Madre”. Como recalcó Juan Pablo II, “María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas”. Y así como “Iglesia y Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio María y Eucaristía”. Para el Prelado, “la especial relación del sacerdote con la Eucaristía comporta también una relación especial del sacerdote con María”.

Unos 3.000 parientes y amigos acompañaron a los nuevos presbíteros durante la ceremonia y despidieron su procesión final con un largo aplauso. Entre los participantes en la ceremonia se encontraba el grupo de música pop “Second”, ya que el guitarrista de la banda es hermano del recién ordenado y también guitarrista José María Guirao.

El Prelado felicitó a las familias de los recién ordenados, y les pidió que rezaran mucho por ellos: “ahora necesitan más que nunca vuestra oración”. Al mismo tempo – añadió– “demos gracias a Dios, que no deja de suscitar ministros de Cristo, y supliquémosle que sean más abundantes aún en el mundo entero”.

Don Jorge y “father” Anthony, dos de los nuevos presbíteros

Uno de los nuevos sacerdotes es Jorge Llop, ingeniero vasco de 46 años, apasionado por la literatura rusa y por los deportes desde la juventud. Don Jorge llegó a la ordenación sacerdotal después de una grave enfermedad que comenzó a manifestarse en el verano de 1999 y que le obligó a pasar algunos meses en el hospital: “Fue inolvidable que el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, me escribiera una docena de cartas durante mi convalecencia en la clínica. Estuvo siempre al corriente de la evolución de mi enfermedad”.
Reflexionando sobre ese período, explica: “todo acontecimiento, también aquellos más dolorosos, debe ser contextualizado en el proyecto que Dios tiene para cada uno. Y, entonces, es más fácil encontrar un sentido, que no es otro que el que dio Jesús a la Pasión. El misterio de la Cruz del hombre se entiende en el misterio de la Cruz”.


Hijo de padre anglicano y madre católica, otro de los nuevos sacerdotes se llama Anthony Babafemi Ogunsanya, nacido en Lagos (Nigeria) hace 32 años. “San Josemaría Escrivá, que ha jugado un papel decisivo en mi vida, decía que el 90% de nuestra vocación la debemos a nuestros padres: el agradecimiento a los padres debe ser muy alto”, explica el ahora “father” Anthony.


Entre los nuevos sacerdotes, el webeditor de www.opusdei.org

Entre los nuevos sacerdotes también se encuentra el mexicano Juan Carlos Ibarra, licenciado en Periodismo que desde 1998 hasta hace unos meses ha compaginado sus estudios teológicos en Roma con el trabajo como editor de esta página web. Conocedor del medio, Juan Carlos apela directamente a los lectores de www.opusdei.org : “¡Los nuevos sacerdotes contamos con el apoyo de sus oraciones!” .


Al preguntarle por su trabajo como webeditor, cuenta: “Ha sido una experiencia muy enriquecedora. La versatilidad de Internet nos pedía creatividad para contar el mensaje del Opus Dei y muchas otras noticias sobre la Iglesia. Intentamos de todo y aprendimos con éxitos y fracasos. Los mensajes que recibíamos de los usuarios de la página web nos alentaban mucho. En el 2003 nos llegaron unos 15.000 mensajes desde más de 70 países y con contenidos muy diversos: preguntas sobre la Iglesia Católica y la Obra, testimonios de fe, gente que quería hacerse del Opus Dei, narraciones de favores de san Josemaría, peticiones de oraciones: recuerdo el mensaje de un joven de Pekín que pertenecía a la ‘Underground Catholic Church’ en China y nos pedía que rezáramos por él para que supiera ser fiel a su fe católica y al Papa”.


De Juan Pablo II a Benedicto XVI

El pasado 5 de abril, Anthony Babafemi pudo participar, como diácono, en la ceremonia del traslado del féretro de Juan Pablo II desde la Sala Clementina hasta la Basílica de San Pedro “y ver al Papa muy cerca, acompañarlo, rezar de un modo muy singular en medio de la muchedumbre que llenaba la Plaza”. Será –afirma- “uno de los recuerdos más impresionantes que me llevaré de Roma”


“Los últimos días de Juan Pablo II me han dado una gran lección sobre lo que significa ser sacerdote”, añade Juan Carlos. Y sigue: “Siento también un especial compromiso de rezar por Benedicto XVI. Recuerdo que el día de la ‘fumata bianca’ me encontré con un amigo que no veía desde hace años. Me dijo que en esas semanas había estado varias veces en la Plaza de San Pedro y ver a tanta gente rezando le había ayudado a darse cuenta que ‘la Iglesia estaba viva’; y el desencanto por la fe que tenía se había transformado en esperanza. Durante la homilía de Benedicto XVI en su Misa de inicio de pontificado se me quedaron grabadas intensamente esas palabras: ‘la vitalidad de la Iglesia’. Por eso me siento la responsabilidad de colaborar con nuestro nuevo Papa en la transmisión de esta vitalidad a todas las personas que encuentre en el camino”.


De los 42 nuevos sacerdotes, 28 son europeos, 11 provienen del continente americano, 2 de Asia y 1 de África. Con 27 años, el catalán Pau Agulles, el guatemalteco Antonio Porras y el colombiano Pablo Quintero son los más jóvenes, mientras que el español Fernando Aramburu, con 48 años, es el mayor de la promoción. Los restantes sacerdotes son: Enrique Arce, Juan Marcos Arroyo, Enric Bonet, José Gabriel Buzzo, Enrique Cadelo, Juan Casas, Enrique del Castillo, Javier del Castillo, Jesús Conceglieri, Massimo Del Pozzo, Eduardo Díez-Caballero, José Juan Eres, Emmanuel Tiambeng Esguerra, Alejandro Espinós, José A. Fernández, Sergio Fumagalli, José María Guirao, Joan Miquel Guixà, Ignacio Izco, Pierre Raimond Jourdan, Javier Marín, José Francisco Nolla, Juan Carlos Ossandon, José Manuel Padilla, Cristóbal Peña, Antonio Porras, Felipe Quintana, Marcelo Rojo, Giorgio Romani, Javier Sánchez, Teodorico Andan Santiago, Joaquín Sedano, Stéphane Seminckx, Javier Vega, Diego Zalbidea y Nicolás Zelaya.
© 2005, Oficina de información del Opus Dei en Internet

miércoles, mayo 18, 2005

La confusión entre igualdad y coeducación

En Francia sigue abierto el debate sobre los problemas de la enseñanza mixta, a raíz de comportamientos violentos o sexistas en las aulas. En un dossier sobre este tema en la revista “Scouts d'Europe” (mayo 2004), Marie-Noëlle Coevoet reflexiona sobre el malentendido que lleva a identificar la igualdad con la coeducación.

La autora se remonta a la imposición de la coeducación en la enseñanza pública francesa, en la segunda mitad del siglo XX: “Reconocer que las chicas podían acceder a los mismos programas escolares que los chicos engendró una confusión entre igualdad y coeducación. Acceder a la coeducación se identificó con la igualdad. El debate cambió de terreno o de concepto. Las mujeres habían sido apartadas durante tanto tiempo de un cierto número de problemas que la reivindicación común fue poder mezclarse con los hombres para beneficiarse de su saber, de lo que hasta entonces era un campo aparte”.

“La coeducación se abrió paso en la enseñanza a la vez por reivindicaciones legítimas, por necesidades prácticas (centros escolares poco numerosos y efectivos masculinos o femeninos insuficientes) y por miedo ideológico a volver a la situación anterior”.

La autora se refiere a la experiencia del movimiento scout, que en esos años escogió la fórmula de secciones iguales pero separadas, para asegurar la educación de chicas y chicos según sus talentos, aptitudes y desarrollo. En la segunda mitad del siglo XX, “la demanda igualitaria se desplazó sobre el terreno de la enseñanza mixta: querer ser reconocido es ser igual, colocado en las mismas condiciones, compartir las mismas actividades y mezclarse. La confusión consistió en creer que para promover a la mujer había que colocarla, a cualquier coste, en las mismas condiciones que los chicos, organizar los mismos juegos, vestirlos igual. Quizá también, a modo de arrepentimiento por no haber podido reconocer las aptitudes y cualidades femeninas, se quería imponerlas a cualquier precio en un mundo masculino”.

La autora advierte que, en un ambiente de adolescentes, la mezcla puede agravar las diferencias, pues los chicos adoptan más fácilmente actitudes machistas, van a querer tomar el poder, decidir y organizar, lo que provoca una retirada de las chicas.

“Por otra parte, los adolescentes sienten más que sus mayores el mundo sexuado en que viven. Todo allí tiene una connotación sexual: fotos, revistas en las que las modelos adoptan poses lascivas, programas de televisión y películas que no dejan jamás tranquilos los espíritus y los cuerpos adolescentes dispuestos a encenderse, por no hablar de las actitudes de los compañeros al salir de la escuela o en el recreo”.

Coevoet hace notar que en los debates actuales “son los excesos los que hacen reflexionar sobre la coeducación: comportamientos violentos y sexistas de los chicos y apartamiento de las chicas para evitar lo peor. (...) Pero rara vez se aborda la cuestión del desarrollo del individuo, de su estructuración, de la educación de la afectividad, del afinamiento de sus gustos, de la confianza en sí mismo (lo que es verdaderamente importante para ambos sexos), de la serenidad, de la tranquilidad, de la alegría de no estar obligado a representar un papel, de no tener que defenderse”.

“A menudo se oye decir que el objetivo es aprender a vivir juntos lo mejor posible. Curiosamente, jamás en nuestra historia ha habido tantos divorcios y tantos niños que nacen fuera del matrimonio, lo que indica que los hombres y las mujeres tienen muchas dificultades para comprometerse. Esto quiere decir que los que se han educado juntos no llegan a saber vivir juntos, a estimarse, a aceptar que son diferentes, y que ninguno está dispuesto a hacer concesiones. El reto para cualquier pareja y para toda relación humana es entenderse como diferentes sin perder su identidad. Haber aprendido a discernir los talentos, las cualidades, la gestión de las emociones y sensibilidades propias de su género antes de llegar a la edad adulta permite quizá apreciar mejor la diferencia y descubrir la complementariedad en la duración”.
Aceprensa 20.10.04

La confusión entre igualdad y coeducación
20-10-2004
134/04

Los chicos necesitan profesores como modelos masculinos

Entrevista con Angela Crott, autora de “¿Es mi hijo un macho?”
Nací en el seno de una familia de tres hijas. Educada en los años sesenta y setenta del siglo pasado, estaba convencida de que las diferencias entre chicos y chicas eran resultado de la educación. Cuando empecé a dar clases y, más tarde, al tener hijos, me di cuenta de que no era así. Y nadie muestra de un modo más claro esta diferencia que un niño”. Así presenta Angela Crott –49 años, historiadora, maestra y madre de dos hijos– sus inquietudes que cristalizaron en el libro recién publicado “Is mijn zoon een macho? Over het opvoeden van jongens” (“¿Es mi hijo un macho? Educar a chicos”) (1). Angela Crott tiene la costumbre de confiar sus reflexiones al papel. Así lo hacía para contar a sus hijos Fabian (22) y Rutger (24) cómo habían sido de pequeños. Al escribir entremezcla su experiencia como madre y educadora. No pensaba publicar nada ni es mujer de barricadas. Pero las noticias sobre el fracaso escolar entre los chicos, la feminización de la enseñanza y los chicos incomprendidos, hicieron que sus preocupaciones fueran cristalizando en una obra que encontró fácilmente camino a un editor.
Carmen Montón
— “¿Hasta qué punto es la situación realmente preocupante?”

— En una investigación hecha por encargo del Ministerio de Educación, la Universidad de Nimega afirmaba que no hay que alarmarse por la feminización de la docencia y que esto no influye en que los resultados de los chicos en la enseñanza media sean cada vez peores. En este ciclo escolar, según la investigación, hay más profesores que profesoras. Pero el problema empieza en la enseñanza básica, donde hay más mujeres llevando una clase y donde predomina la visión femenina en los criterios de evaluación y de disciplina. Entre tanto, no es que los chicos hayan perdido fuerza física, ni valor, pero sí ha disminuido su espíritu de lucha y su firmeza, acoquinados por los niveles que alcanzan las niñas.

A ellos se les exige que se comporten como niñas en clase: tranquilitos, hacer juegos en grupo, recortar, pegar, coser y sobre todo no organizar follones en el recreo. Desde que son pequeños, en la guardería hay mujeres, la canguro es una estudiante, la profesora es mujer y la voluntaria que vigila en el comedor también. Además, con el aumento del divorcio cada vez hay más chicos que en casa sólo son educados por la madre. Creo que el problema merece atención.

Chicos incomprendidos

— ¿Pero no había que reajustar los papeles?

— En la lucha por la igualdad, nos hemos olvidado de que los chicos son diferentes y que hay que tenerlo en cuenta a la hora de educar. Además, las chicas llevan ya años de ventaja en lo que se refiere a la atención a sus problemas en parte por la emancipación, y sobre todo porque son más comprendidas por profesoras del mismo sexo. Si un niño se hace el hombre, se le acusa enseguida de macho. Pero no existe ni siquiera palabra para definir a la chica que se pasa exponiendo su feminidad, pues en realidad vienen a hacer lo mismo.

Otro ejemplo de desigualdad. Mi hijo menor, cuando llegaba el verano, no se podía concentrar con las niñas medio vestidas en la clase y además no se les podía decir nada. Un día que el calor apretaba y él fue a clase con shorts, las chicas le pusieron verde.

Respecto a la enseñanza, yo también era partidaria de la hora de manualidades para los chicos en la escuela primaria, así como de enseñarles tareas domésticas en la escuela para evitar la “aspiradoritis”, pero ya no pienso así. Ese tipo de tareas se aprende ayudando en casa, e incluso así con dificultad. También en países donde pensamos que la emancipación ha igualado los roles, la diferencia subsiste. En Suecia el padre puede tomar dos meses de permiso manteniendo el 80% del salario cuando nace un hijo y la mujer 11 meses pagados. Sólo un 14% de los hombres lo hace. Los hombres seguirán teniendo menos inclinación a estas tareas que las mujeres.

— ¿Es partidaria de la educación separada por sexos?

— Quizá sería ventajoso un poco de distancia entre ambos, pues la coeducación tampoco los acerca de verdad. Por ejemplo, habría que dar separada la clase de gimnasia, por la misma razón que los deportes son o para hombres o para mujeres. Pero en otras asignaturas también puede mejorar el aprendizaje.

En Inglaterra se hizo un experimento con alumnos de 4º año que tenían muy malos resultados en lengua. Se separaron los niños de las niñas. El profesor buscó textos más adecuados para cada grupo y se centró en sus diferentes intereses. Después de dos años, el 34% los chicos tuvieron notas entre 7 y 9, mientras que en las clases mixtas sólo lo lograban el 9%, y de las chicas el 75% sacó entre 7 y 9 frente al 47% de antes. No sólo mejoraron en las evaluaciones, sino que también cambió el comportamiento: se encontraban más a gusto entre sus iguales, sin temor a llamar la atención por quedarse relegados.

Reclutar más maestros

— ¿Y cómo reclutar más hombres para maestros?

— No es un problema sólo de Holanda. En Inglaterra llaman a la escuela primaria no man's land por el mismo motivo. Los chicos son más inquietos, tienen más energía y necesitan utilizarla; experimentan hasta dónde pueden llegar, les atrae el peligro. Los chicos necesitan un hombre como modelo entre los 9 y los 14 años y justo tienen profesoras a las que les irrita su conducta y quieren tener todo bajo control. La falta de alumnos varones en las escuelas de magisterio no sólo se debe a cambios en el sistema de nuestro país, también influye el contenido del currículo. Se les llama, y no sin razón, escuelas “de recortar y pegar”. Deberían tener en cuenta en sus currículos un tipo de tareas que atraigan más el interés de los jóvenes estudiantes. Que prepare a los futuros profesores a enseñar a los chicos con entusiasmo, a ser exigentes sin estar continuamente encima, a reaccionar con humor y dureza si es necesario, que no se pongan a la defensiva y que no midan fuerzas con los alumnos. Un tipo así sería el mentor ideal de los chavales. A ver quién se atreve.

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(1) Angela Crott. Is mijn zoon een macho? Over het opvoeden van jongens. Editorial MOM/Unieboek. Houten (2004). 144 págs. 14,99 €.

Pocos hombres en las tarimas

En todos los países de la OCDE, el profesorado de educación infantil y de enseñanza primaria es predominantemente femenino; como media, casi un 95% en educación infantil y más del 78% en la primaria.

Canadá y Francia son los únicos países donde más del 20% de los profesores de educación infantil son varones. En la enseñanza primaria, los países con más profesorado masculino son Canadá, Dinamarca, Japón y México, y aun en estos casos los varones sólo son uno de cada tres maestros.

En el primer ciclo de la enseñanza secundaria siguen predominando las profesoras (casi un 65% como media), mientras que en la secundaria superior el profesorado femenino y el masculino se equilibran.

El prelado del Opus Dei ordenará 42 sacerdotes el próximo sábado 21


Mons. Javier Echevarría ordenará 42 nuevos sacerdotes de 13 nacionalidades en el trascurso de una ceremonia que tendrá lugar en la basílica de San Eugenio, el próximo sábado 21. Dos de los nuevos sacerdotes son Javier del Castillo, mexicano, y Pablo Andrés Quintero, colombiano.

16 de mayo de 2005

Javier del Castillo, ingeniero electrónico de 29 años, emigró de Mexico a Estados Unidos cuando tenía siete años. “Por motivos de trabajo de su padre –dice-, mi familia se vio obligada a cambiar de casa muchas veces. Sacar a la familia adelante –somos cinco hermanos- supuso durante bastante tiempo un gran sacrificio para mis padres. Sin embargo, gracias a la generosidad de amigos y familiares conseguimos superar los apuros”.

Mientras se prepara para el gran momento de la ordenación, piensa en el valor del sacerdocio: “Lo más difícil –afirma Javier- es darse cuenta de que es Dios quien actúa a través del sacerdote. El sacerdote es un instrumento en las manos de Dios. Como decía Juan Pablo II, es necesario buscar el rostro de Cristo, y la gente busca precisamente a Cristo en el sacerdote, lo cual exige de su parte una relación muy estrecha, exclusiva con Dios”.

Pablo Andrés Quintero estudió una parte de la carrera de Informática en Medellín y el resto en Bogotá. Desde pequeño aspiraba a ser un gran atleta e incluso a ganar unos juegos olímpicos, pero se tuvo que conformar con vencer un campeonato internacional juvenil de Triatlón y varias competiciones nacionales. ”Los entrenamientos –recuerda- eran muy duros, teniendo en cuenta que en el triatlón se combinan tres disciplinas: natación, ciclismo y carrera a pie. Decidí dejarlo porque veía que no era compatible con estudiar una carrera universitaria, por todo lo que suponía de tiempo y preparación”.


Pablo Quintero.

Pablo está convencido de que el Espíritu Santo “soplará con especial fuerza” el día de la ordenación e “inundará con su gracia también a los familiares, para que se acerquen más a Dios". La noticia de su ordenación “impresionó bastante a algunos colegas de la universidad; varios compañeros, con los que compartí muchas horas de entrenamiento, me escribieron enseguida para darme la enhorabuena y asegurarme que rezarían por mí”.

Entre los familiares y amigos que vendrán a Roma para la ordenación, está un colega de trabajo de Javier del Castillo, un judío que escapó de Rusia, su país natal, en los años setenta. “Siendo Ingeniero Mecánico”, explica Javier, “trabajó conmigo en el diseño de palms para empresas, como las que usan en algunas compañías de transporte, en supermercados, etc. Me ha dado una enorme alegría saber que viene a Roma para estar conmigo en un día tan señalado”.

De los 42 nuevos sacerdotes, 28 son europeos, 11 provienen del continente americano, 2 de Asia y 1 de África. Con 27 años, el catalán Pau Agulles, el guatemalteco Antonio Porras y el colombiano Pablo Quintero son los más jóvenes, mientras que el español Fernando Aramburu, con 48 años, es el mayor de la promoción. Los restantes son: Enrique Arce, Juan Marcos Arroyo, Enriq Bonet, José Gabriel Buzzo, Enrique Cadelo, Juan Casas, Enrique del Castillo, Jesús Conceglieri, Massimo Del Pozzo, Eduardo Diez-Caballero, José Juan Eres, Emmanuel Tiambeng Esguerra, Alejandro Espinós, José A. Fernández, Sergio Fumagalli, José María Guirao, Joan Miquel Guixà, Juan Carlos Ibarra, Ignacio Izco, Pierre Raimond Jourdan, Jorge Llop, Javier Marín, José Francisco Nolla, Anthony Babafemi Ogunsanya, Juan Carlos Ossandon, José Manuel Padilla, Cristóbal Peña, Antonio Porras, Felipe Quintana, Marcelo Rojo, Giorgio Romani, Javier Sánchez, Teodorico Andan Santiago, Joaquín Sedano, Stéphane Seminckx, Javier Vega, Diego Zalbidea y Nicolás Zelaya.

La Iglesia Católica en España

La Iglesia Católica en España sostiene (datos de 2.003):

- 107 hospitales en los que ha atendido a 387.356 enfermos
- 128 ambulatorios por los que han pasado 849.728 personas
- 876 casas para ancianos y minusválidos, en las que viven 57.680 ancianos
- 937 centros para la tutela de la infancia.
- 321 guarderías
- 365 centros especializados en educación o reeducación social

Y ha atendido a :

- 11.300 drogodependientes
- más de 1.300 enfermos de sida
- 300.000 sin techo
- 114.000 inmigrantes y gitanos
- 305 consultorías familiares y los centros para defensa de la vida
- 1.298.105 niños y jóvenes educados en sus colegios y centros educativos

Además tiene a 30.000 misioneros en el tercer mundo.

lunes, mayo 16, 2005

El Papa pone en manos de la Virgen de Guadalupe su vida y la de todas las madres

Lleva flores a la imagen mariana venerada en los Jardines Vaticanos

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 13 mayo 2005 (ZENIT.org).- Ante la Virgen de Guadalupe, invocada como Madre por los hombres y mujeres de México y de América Latina, acudió a orar especialmente por las madres Benedicto XVI en la tarde del jueves en los Jardines Vaticanos.

El Santo Padre puso a los pies del monumento a la Virgen de Guadalupe una ofrenda floral y recitó la siguiente oración en español, junto al Ave María, publicada íntegramente este viernes en la portada del diario de la Santa Sede «L’Osservatore Romano»:

«Santa María, que bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe eres invocada como Madre por los hombres y mujeres del pueblo Mexicano y de América Latina, alentados por el amor que nos inspiras, ponemos nuevamente en tus manos maternales nuestras vidas».

«Tú que estás presente en estos jardines vaticanos, reina en el corazón de todas la madres del mundo y en nuestros corazones. Con gran esperanza, a ti acudimos y en ti confiamos».

«Dios te Salve, María,
llena eres de gracia, el Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Nuestra Señora de Guadalupe
Ruega por nosotros».

BENEDICTUS P.P. XVI


Junto al texto original en español, el diario del Vaticano ofrece su traducción italiana y una foto de Benedicto XVI ante la imagen.

Los Jardines Vaticanos ocupan alrededor de un tercio del territorio vaticano. Están formados por prados y bosquecillos recorridos por avenidas, y abundan en ellos las grutas artificiales, quioscos, estatuas y fuentes.

En lo más alto de los Jardines Vaticanos se halla el monumento en mármol blanco a la Virgen de Guadalupe. Representa el momento en que San Juan Diego despliega su tilma ante el obispo de México, Juan de Zumárraga.

El grupo escultórico es obra de A. Ponzelli. Fue un obsequio de los católicos mexicanos a Pío XII en 1939.

viernes, mayo 13, 2005

Actualizado:Benedicto XVI anuncia el inicio del proceso de beatificación de Juan Pablo II

El Papa dio la noticia durante un encuentro con el clero romano en San Juan de Letrán. .

CIUDAD DEL VATICANO, 13 MAY 2005 (VIS).-Benedicto XVI anunció hoy públicamente la apertura de la causa de beatificación de Juan Pablo II, dispensando de los cinco años de espera que deben transcurrir tras la muerte de un Siervo de Dios. El Papa dio la noticia durante un encuentro con el clero romano en San Juan de Letrán.

El rescripto está firmado por el prefecto y el secretario de la Congregación para las Causas de los Santos, respectivamente el cardenal José Saraiva Martins y el arzobispo Edward Nowak y lleva fecha del 9 de mayo de 2005.*

Después de trasladarse esta mañana en automóvil al Vicariato de Roma, el Papa saludó en el Aula della Conciliazione al personal de las oficinas de ese organismo y visitó el apartamento pontificio.

Posteriormente, Benedicto XVI se dirigió a la basílica de San Juan de Letrán, para encontrarse con el clero de su diócesis. Tras un breve saludo del cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el Papa pronunció un discurso.

El Santo Padre dijo que "la extraordinaria experiencia de fe, que hemos vivido con ocasión de la muerte de nuestro amadísimo Papa Juan Pablo II, nos ha mostrado una Iglesia de Roma profundamente unida, llena de vida y rica de fervor: todo esto es fruto de vuestra oración y de vuestro apostolado".

Tras hacer hincapié en la necesidad de "volver siempre a la raíz de nuestro sacerdocio", es decir, a "Jesucristo", Benedicto XVI dijo que los sacerdotes "estamos encargados de no decir muchas palabras, sino de anunciar y llevar una sola "Palabra", que es el Verbo de Dios hecho carne por nuestra salvación. (...) Tenemos que ser realmente amigos del Señor, tener los mismos sentimientos que El, querer lo que El quiere y no querer lo que El no quiere".

El Papa invitó a los presbíteros a hacer suyas las palabras de Juan Pablo II: "La Santa Misa es en modo absoluto el centro de mi vida y de cada jornada". Hablando de la obediencia a Cristo, recordó que "se concreta en la obediencia eclesial, que para el sacerdote es, en la práctica cotidiana, sobre todo la obediencia a su obispo".

Benedicto XVI recordó su homilía anterior al cónclave, cuando se refirió a la "santa inquietud" "que debe animarnos, la inquietud de llevar a todos el don de la fe". Tras poner de relieve que Cristo "nos llama a ser sus testigos", dijo que era necesario "estar con Dios", buscar la "íntima comunión con Cristo" para "no ceder a la fatiga y resistir, es más, crecer, como personas y como sacerdotes".

"El tiempo para estar en la presencia de Dios -continuó- es una verdadera prioridad pastoral, en último término, la más importante. Nos lo ha mostrado en el modo más concreto y luminoso Juan Pablo II, en todas las circunstancias de su vida y de su ministerio".

El Santo Padre afirmó que "la respuesta personal a la llamada a la santidad es fundamental y decisiva. Esta es la condición no solo para que nuestro apostolado personal sea fructífero, sino también para que el rostro de la Iglesia refleje la luz de Cristo".

"Mi ministerio como Obispo de Roma se sitúa en el surco del de mis predecesores, acogiendo en particular el patrimonio precioso que nos ha dejado Juan Pablo II: caminemos por esta vía, queridos sacerdotes y diáconos, con serenidad y confianza".

Terminado el discurso, Benedicto XVI escuchó las preguntas y reflexiones de varios sacerdotes y religiosos y las comentó brevemente. Después regresó en automóvil al Vaticano.


TESTO ORIGINALE IN LINGUA LATINA:

Instante Em.mo ac Rev.mo Domino D. Camillo S.R.E. Cardinali Ruini, Vicario Generali Suae Sanctitatis pro Dioecesi Romana, Summus Pontifex BENEDICTUS XVI, attentis peculiaribus expositis adiunctis, in audentia eidem Cardinali Vicario Generali die 28 mensis Aprilis huius anni 2005 concessa, dispensavit a tempore quinque annorum exspectationis post mortem Servi Dei Ioannis Pauli II (Caroli Wojtyla), Summi Pontificis, ita ut causa Beatificationis et Canonizationis eiusdem Servi Dei statim incipi posset. Contrariis non obstantibus quibuslibet.

Datum Romae, ex aedibus huius Congregationis de Causis Sanctorum, die 9 mensis Maii A.D. 2005.

Iosephus Card. Saraiva Martins
Praefectus
Eduardus Nowak
Archiepiscopus tit. Lunensis
a Secretis

Traducido:

A instancias del Eminentísimo y Reverendísimo Señor Cardenal Camilo Ruini, Vicario General de Su Santidad para la Diócesis de Roma, el Sumo Pontífice Benedicto XVI, considerando las peculiares circunstancias expuestas en la audiencia concedida al mismo Cardenal Vicario General el día 28 de abril del presente año 2005, ha dispensado del tiempo de cinco años de espera tras la muerte del Siervo de Dios Juan Pablo II (Karol Wojtyla), Sumo Pontífice, para que la causa de Beatificación y Canonización del mismo Siervo de Dios pueda comenzar inmediatamente. No obstante cualquier cosa en contra.

Dado en Roma, en la sede de esta Congregación para la Causa de los Santos, el día 9 de mayo A.D. 2005.

José Card. Saraiva Martins
Prefecto

Edward Nowak
Arzobispo titular de Luni
Secretario

Sale a la luz la autobiografía del Nobel ruso Solzhenitsyn

El gran disidente ruso cuenta sus memorias

Ofrecemos un texto inédito, aparecido en el diario francés Le Figaro littéraire, del ruso Alejandro Solzhenitsyn, Premio Nobel de Literatura en el año 1970 y autor, entre otras obras, de Archipiélago Gulag. Por primera vez ve la luz la tercera parte de su autobiografía que, bajo el título El grano, recoge sus últimos años en el exilio estadounidense. En este texto hace un profundo análisis de la política mundial en plena guerra fría.

En Rusia, también estaba yo en pensamiento, no me ausenté del país ni un solo día. Y estos dos últimos años, mi interés por el cariz que tomaban los acontecimientos se encontró tan obsesivamente exacerbado que, a veces, me oprimía la taquicardia.
Me llegaba de Rusia una cantidad considerable de cartas (otra cantidad todavía mayor se debía de perder por el camino): personas desconocidas opinaban sobre la cuestión de mi retorno o no-retorno. Las cartas que intentaban disuadirme representaban un fuerte contrapeso. «Esperemos que no tenga prisa por volver a Rusia»; «¡No precipite el traslado!»; «Rusia es actualmente un país que reúne los vicios de todos los tiempos y de todos los pueblos; la última generación no le conoce a usted»; «Nos será mucho más útil si se queda allí que si vuelve»; «Continuamos atenazados por el antiguo poder, ¡espere antes de volver!»; y un antiguo delincuente: «¡Igual te cortan el cuello los que dicen que te aprecian!»
Otros, al contrario, escribían: «¡Vuelva, no pierda la oportunidad»; «Todos los que sueñan con un futuro mejor para Rusia deben vivir aquí»; «Hace falta alguien que hable por los millones de personas que no tienen voz para suscitar entre los habitantes de Rusia la fuerza que traerá la salvación»; «Nos damos cuenta de que nuestro país necesita su presencia, necesita oír su voz; ¡vuelva!»

Retorno a Rusia

¡Claro que esa gente me necesita! Puede que haya entre ellos algún fanático armado con cuchillos o pistolas, pero también está el Señor, Él es mi refugio. Sí, tengo que volver mientras me queden fuerzas para viajar por esas tierras y transmitir todo lo que he acumulado. ¡Ah, si mi vuelta pudiera contribuir a enderezar nuestros asuntos! (De paso, será una lección de vida para mis hijos y para multitud de rusos que todavía no han huido del país o están condenados a quedarse en él).

Ya en 1987, los periodistas de opinión pertenecientes a la tercera ola de emigración, muy alarmados, advertían de que «había empezado a hacer las maletas», que «me preparaba secretamente para volver a la URSS». Ahora, sus compadres de la metrópolis cambian de música: «¿Por qué sigue en Vermont? ¿Por qué no vuelve? ¡De todas formas, es demasiado tarde, ha perdido el tren! Aquí nadie lo necesita, su verdadero sitio está entre la naftalina».

¿De dónde viene la exasperación tan fuerte de la tribu instruida contra mí? ¿No será porque mi comportamiento de cara al régimen soviético es un vivo reproche para ellos: no hay por qué inclinarse, yo me he atrevido a resistir, mientras que ellos, agachados en sus escondites, no se atreven ni a moverse? También influye, claro, mi orientación hacia lo nacional, el ser ruso, la identidad rusa; y eso, ya se sabe que hay que camuflarlo en lo más profundo de uno mismo, borrarlo como una señal ignominiosa, en cualquier caso, abstenerse de manifestar sentimientos rusos en el pleno sentido de la palabra.
Los periodistas rusos liberados y, por consiguiente, intrépidos, tras el reciente diluvio de alabanzas, se dedicaron a atacarme a cuál mejor, como si la prensa soviética aún no liberada no hubiera hecho ya de mí su presa. Es una ley de psicología universal. Los titulares de los periódicos rezaban en tono burlón: «¿Solzhenitsyn? ¿Quién es ése?»; «Tres barbas en un solo plato», y otras salidas por el estilo. Ríanse todo lo que quieran; no podrán negar que, durante estos años, poco a poco, imperceptiblemente, la tribu instruida ha tenido que reconocer la abominación de febrero y que Stolypine era un gran hombre de Estado, sobre ese punto esencial me han dado la razón.

En cuanto a los fanáticos del comunismo, se han quedado sin voz a fuerza de odiarme. Siempre interrumpían las conferencias sobre mis libros con gritos amenazantes. Los nacionalistas rusos no me perdonan que no haya manifestado la firme voluntad de defender a la gran Rusia en su hipóstasis imperial. Pero, ¿no será ese odio que me llega por varios lados un argumento de peso para afirmar que mi postura es la correcta? En cuanto a las grandes masas de gente, tienen ganas de, necesitan, creer en algo, en alguien. Después de los cambios sufridos, ¿cómo no va a esperar el país, con todas sus fuerzas y para ya mismo, un milagro? Entre los posibles milagros, mi intervención podría ser uno. «¡Que vuelva ese hombre! ¡Que mueva las cosas y lo cambie todo!»


Economía de truhanes

Pero, ¿de qué se ocupan los cerebros que actualmente llevan la voz cantante en Rusia? De la economía, siempre la economía, la reforma, los bancos comerciales, es decir, cosas en las cuales soy poco competente (lo que entiendo y lo que se ve a simple vista es el robo manifiesto y astuto que están llevando a cabo a expensas del pueblo). No imagino ni por un momento que, recién llegado, pueda apelar a la conciencia de los nuevos truhanes y administradores para que cesen de expoliar al pueblo.
También me ha llegado de otra forma la voz de Rusia, a través de decenas, o mejor, centenares de ruegos. Las más de las veces, para ayudar a una familia a marcharse a América. Bastantes veces, para ayudar a una persona enferma y su acompañante a irse a curar a Europa o América; no tenían ni idea de lo que cuesta, decenas o centenas de miles de dólares, ni de la cantidad de gestiones necesarias para conseguirlo, ni de a quién recurrir. ¿Contaba yo con gente para ello? Y esta petición procedente de las Repúblicas ya separadas: «Por lo que más quiera, ¡ayude a nuestra familia a trasladarse a Rusia!...» Algunos me partían el corazón: «¡Se lo suplico, en nombre de Cristo, ayúdenos!» Ayudarles habría sido para mí una tarea imposible. No obstante, ¡cuánto duele tener el corazón traspasado por tantos sufrimientos! Otro tipo de peticiones: buscar en Occidente a quien pudiera imprimir tal manuscrito o publicar tal libro, cuando aquí las ediciones rusas se encuentran en un marasmo total, pero eso tampoco pueden entenderlo. Y, finalmente, una avalancha de manuscritos y poemas para que los leyera y diera mi opinión, pero, ¿cómo examinarlos todos ellos? No creo equivocarme al decir que, de diez cartas recibidas de Rusia, nueve de ellas contenían peticiones, y sólo una, reflexiones sustanciales sobre Rusia y las desgracias actuales.
El correo de un escritor. (¿Y qué me llegará cuando esté en Rusia? Lo mismo multiplicado por cien).


La literatura actual

He echado un vistazo a la literatura más reciente –me refiero a la de la tercera ola de emigración y a la de la clandestinidad soviética pasada a Occidente–. Sí, evidentemente la literatura rusa ha experimentado una gran ruptura, una nítida frontera la atraviesa; sus procedimientos y valores son radicalmente distintos. Su lectura no supone ningún interés, es incluso cargante. ¿Se tratará de un irreversible cambio de época? ¿O simplemente de una literatura degradada? (en todo caso, es así como yo la bautizo para mí).
Mientras tanto, el desastre político aumenta en la nueva Rusia, siempre en el mismo sentido improductivo. En las antiguas Repúblicas soviéticas, 25 millones de rusos son abandonados con un desprecio total (nadie ha hecho el menor esfuerzo por recuperarlos, ni siquiera del Tayikistán en llamas o de Chechenia, donde sufren impunemente vejaciones, secuestros y muerte). Y nadie se preocupa por la situación del país, que se lanza a un precipicio, a causa de calamitosas reformas.

Traducción: Teresa Martín


Aventuras y desventuras de un texto
El Nobel ruso Alejandro Solzhenitsyn publicó, en 1998, Grano caído entre almiares , una pieza autobiográfica en la que daba cuenta sobre sus primeros años en el exilio en tierras americanas. Nacido el 11 de diciembre de 1918, sólo un año después de la revolución bolchevique, Solzhenitsyn abandonó su tierra natal para convertirse en el gran disidente ruso en Estados Unidos. Había relatado al mundo los primeros años de su vida, pero a este pensador de estilo rápido, original y entrecortado, le quedaban muchas cosas por contar. Por eso ahora ve la luz, primero en Francia y después, probablemente, en Alemania, el resto de su autobiogafía, condensada en Esbozo de exilio y El grano. El texto es «una relectura de la de la historia política contemporánea», en palabras de Annick Geille publicadas en el diario francés Le Figaro littéraire.
Explica la traductora al francés de la obra de Solzhenitsyn, Françoise Lesourd, que ha intentado «respetar el estilo voluntariamente entrecortado de las frases, la formidable energía que emana de ellas, sin que la lectura resultara difícil». Sin embargo, se lamenta de «no haber podido reflejar mejor el parentesco del lenguaje empleado por Solzhenitsyn con el habla popular rusa, proeza imposible de realizar en francés, so pena de convertir el texto en una rareza lingüística».
Fue el editor ruso ortodoxo Nikita Struve el que descubrió a Solzhenitsyn. Como director literario de la editorial Ymca-Presse, fue el primero en publicar los libros de Solzhenitsyn. Explicaba también en el diario Le Figaro que «Francia va muy adelantada con respecto a los demás países del mundo en lo que a la difusión de la inmensa obra de Solzhenitsyn se refiere. La publicación de los dos volúmenes de Esbozos de exilio es prueba de ello. En cuanto al volumen que sale ahora a la luz, Francia se adelanta incluso a Rusia, donde los Esbozos han sido publicados solamente por capítulos en el marco de la revista Novy Mir. Una vez recuperada su libertad, Alejandro Solzhenitsyn ha permanecido fiel a esa revista –la fidelidad es uno de los rasgos distintivos de su carácter–». Explica Struve que el motivo por el que Solzhenitsyn no ha publicado en forma de libro sus memorias en Rusia es porque quería antes publicar la versión definitiva de Archipiélago Gulag. Para este editor, en el último volumen de sus memorias el Nobel ruso «aparece como el hombre libre que siempre ha sido, analizando y denunciando los mecanismos de un pensamiento único –en el sentido de totalitario–, falseado por prejuicios y con los comportamientos que derivan de ello».