viernes, marzo 25, 2005

Es Cristo quien vive en mí

“Es Cristo quien vive en mí”
(Ga 2,20)

Yo no quiero seguir a la zaga de tus pasos
ni engrosar el cortejo solemne y luctuoso
a mi ritmo gregario de otras lunas,
al vaivén de mi rutina;
pues me asfixia el rumboso capirote
que hace de mi carne pecadora
carne de procesión.
Ya no seré María Magdalena
ni el súbito recluta de Cirene
ni la fémina piadosa y descarada
que infiltró entre la escolta
el lienzo de la imagen prohibida.

Que me borren del grupo plañidero
que va sembrando perlas tras de Ti;
que me expropien mi nombre y apellidos:
ni siquiera yo mismo quiero ser.
Sólo quiero negarme a mí mismo
y todo aquello que no seas Tú en esta vía:
ver por tus ojos y escuchar contigo
la blasfemia y el lamento,
las plegaria y el martillo;
y sentir los dedos del flagelo intermitente
que pulsa, como arpa, mis costillas,
la garra inexorable del acero
en mis carnes...Y en mi alma,
la punzada abismal del estar solo
entre el cielo y la tierra,

Dame, Señor, la túnica sangrienta,
desgarrada y escupida,
regálame tu leño y tu camino y tu piel.
Disfrázame,
revísteme de Ti, mi Nazareno.

Y podré caminar con mi Padre y con mis cristos -mis hermanos-
en diálogo amoroso y permanente.


El ganador del XXIV Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, ha sido Monseñor Gilberto Gómez González, Obispo Auxiliar de Abancay, quien llegó al Perú desde Tuy Vigo (España) en 1986, para trabajar en esa diócesis, enclavada a 3000 metros sobre el nivel del mar, en pleno corazón de la imponente geografía andina.


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