Griffin, actor de cine canadiense, casado y padre de siete hijos, uno de ellos autista, habla del Opus Dei en una entrevista para un programa de televisión, emitido en numerosos países.
Cuando estaba en el colegio participé durante unos años en unas actividades para estudiantes en Montreal. Así conocí el Opus Dei. A los 31 años volví a interesarme por la dirección espiritual que ofrecía la Obra y eso me acercó de nuevo a la fe. En la actualidad estoy colaborando en la búsqueda de fondos para las actividades apostólicas.
Ser cooperador del Opus Dei me ayuda en mi lucha por vivir la presencia de Dios en mi trabajo.
La Santa Misa diaria, el retiro mensual y el círculo son el alimento de mi vida espiritual, y me impulsan a tener mayor intimidad con Cristo y a tratar de hacer lo que Él espera de mí en cada momento. En una palabra, le han dado "unidad" a mi vida. Y aunque no conocí a San Josemaría, siento cómo cada día me alienta y me anima diciéndome: "¡Vuelve a empezar!
Para algunos esto de ser actor y padre de familia numerosa resulta incompatible. La gente me mira como si tuviese una doble personalidad y se pregunta cómo puedo ser tan irresponsable (ríe)...Pero el hecho es que tengo una mujer muy dulce, que me ayuda de muchas maneras, comenzando por la oración.
Estamos afrontando juntos diversos desafíos: el primero es mi hijo Joey, que es autista. Gracias a él he vuelto a rezar de nuevo y de verdad.
Este nuevo encuentro con Dios me ha llevado, como dice san Josemaría, a hacerme niño desde el punto de vista espiritual, y ahora siento como Dios me ayuda a abandonarme, a ponerme en sus manos.
Es algo parecido a lo que les pasa a mis hijos pequeños: cuando los tomo en brazos y los lanzo al aire, jugando, no piensan en que se pueden caer. Sencillamente me miran y se ríen. Lo niños tienen esa confianza plena: creen en ti.
Lo mismo nos sucede cuando nos abandonamos totalmente en las manos de Dios. Él nunca me ha dejado solo, y he visto cómo va actuando en mi vida, por diversas vías, pero siempre de forma sencilla, natural, cotidiana.
Por eso me parece que el mensaje de San Josemaría es tan actual para este tiempo nuestro tan complicado; y tan rico también en santidad escondida: una santidad desconocida por muchos. La realidad es que la gente necesita a Dios y acaba descubriendo su Presencia en todo lo que hace.
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