ADMIRACIÓN POR EL PAPA
En silencio en sus hogares o de rodillas en las iglesias, los estadounidenses lloran a Juan Pablo II, a quien recuerdan como un líder que combinó su carisma con su autoridad moral.
Desde que se anunció la muerte de Juan Pablo II, los estadounidenses, que habían seguido su agonía por las cadenas de televisión, lloran al Papa, a quien recuerdan como un gran líder que combinó su carisma con su autoridad moral, y lo mismo convocó a la ayuda para los pobres que enfatizó la importancia de la libertad.
Las campanas doblaron en las iglesias católicas de todo el país, como ocurrió en el Vaticano y en todo el mundo. Los líderes religiosos de todos los credos hablaron para rendir un homenaje al Papa. Lo mismo hicieron numerosos dirigentes políticos.
Las banderas fueron izadas a media asta, desde la de la Casa Blanca hasta las de cualquier edificio público en cualquier rincón del país, y los crespones negros reemplazaron a las coronas de Pascua en una catedral de Wisconsin.
"Siempre recordaremos al sacerdote humilde, sabio y valiente que se convirtió en uno de los grandes líderes morales de la Iglesia", dijo el presidente George W. Bush. "Todos los Papas pertenecen al mundo entero, pero los estadounidenses teníamos motivos especiales para amar a este hombre de Cracovia".
Muchos reflexionaron sobre el largo padecimiento del Papa y sobre su aceptación resignada y valerosa de la muerte. Otros rememoraron las condenas claras del Papa polaco hacia el comunismo. Algunos más recordaron, con o sin agrado, su doctrina eclesiástica conservadora.
El cardenal de Nueva York, Edward Egan, recordó al Papa como alguien que vivió siguiendo las enseñanzas de la Iglesia. Recordó que Juan Pablo perdonó al hombre que estuvo a punto de matarlo a tiros en 1981. "Ahora, él ha fallecido, como lo hizo Nuestro Señor, así que será acogido en los brazos de su Padre, en el Cielo, como el Señor fue recibido".
domingo, abril 03, 2005
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