Lo cuenta Juan ¿cuándo me vas a enviar todos tus cuentos?
Cuentan de un saco de trigo que esperaba a que lo subieran a un carro para llevar al molino y hacer así la harina con la que cocer el pan. Pasó un hombre que no le gustó el saco y le dió una patada, luego pasó otro que quería ser futbolista y le dió otra patada, más tarde lo hizo un sastre al que la tela le parecía pobre y ruín y le dió otra patada, al cabo de una hora pasó otro que vio el saco medio roto y volvio a golpear con fuerza... Fueron tantas las patadas que recibió el pobre saco que se desparramó el trigo por los campos aledaños. Más tarde llegaron unas palomas que vieron sólo unas semillas que podían servir para alimentar a sus poyuelos... se le cayeron los granos de trigo por campos lejanos... Nadie sabía los motivos por los que al año siguiente había una cosecha tan grande de trigo en el pueblo, y más en unos campos yermos que nadie cultivaba. La razón es sencilla, el odio de algunos por el saco de trigo, por la semilla, y por los frutos del trigo.
Y lo acaba hoy:
"Fué tal la cosecha, que se recogieron cientos de sacos de trigo. El que lo vio pensó que era un milagro, pero no, lo que pasó es que la generosidad del saco fue de una dimensión gigantesca, se dejo hacer por el mal para hacer el bien, y del saco del que sólo se sacarían veinte o treinta panes, se obtuvieron tantos panes que se alimentaron todos los peregrinos, enfermos y moribundos del valle. El que lo vio me dijo: Qué buena cosecha!"
¡Aupa!
Y lo acaba hoy:
"Fué tal la cosecha, que se recogieron cientos de sacos de trigo. El que lo vio pensó que era un milagro, pero no, lo que pasó es que la generosidad del saco fue de una dimensión gigantesca, se dejo hacer por el mal para hacer el bien, y del saco del que sólo se sacarían veinte o treinta panes, se obtuvieron tantos panes que se alimentaron todos los peregrinos, enfermos y moribundos del valle. El que lo vio me dijo: Qué buena cosecha!"
¡Aupa!
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