jueves, febrero 17, 2005

Diez ideas para una buena Cuaresma

Retirarnos a una iglesia para saborear el silencio y la presencia de Dios. Son necesarios espacios de tranquilidad y paz para valorar, reflexionar y hacer una autocrítica sobre la vida que llevamos.

El silencio es el único rumor que hace Dios cuando pasa por el mundo (Víctor Manuel Arbeloa).

  • Escuchar la Palabra del Señor. Estamos totalmente asediados y asaeteados por multitud de cuñas publicitarias y verdades a medias que son grandes mentiras. El Señor, con su Palabra, nos orienta para tomar la dirección adecuada sin alejarnos de El.
  • Sin embargo, hacen algo: oír... Así, algún día podrán hacer las dos cosas: oír y practicar. Pero tú, ¿cómo vas a llegar a practicar, si estás huyendo de escuchar? (san Agustín de Hipona).
  • Salir al encuentro de los demás. El tren de las prisas, con sus correspondientes vagones de estrés, nos hace individualistas. La Cuaresma nos invita a abrir los ojos y el corazón (y los bolsillos, si hace falta) para que no olvidemos que la fe exige compromiso. La caridad es una letra de cambio a largo plazo a favor del que la practica, aceptada por una firma de crédito ilimitado: Dios (Anónimo).
  • Amar y trabajar por la Iglesia. Hoy, tal vez, no está de moda el decir Yo soy Iglesia, y la quiero. Lo cierto es que, en los períodos de dificultades, es donde de verdad salen a relucir y se manifiestan los valientes y grandes en la fe.¡La Iglesia de hoy no necesita cristianos a tiempo parcial, sino cristianos de una pieza! (Juan Pablo II).
  • Retomar –o incluso iniciar– el gusto por la oración. El Papa Juan Pablo II, en su Mensaje con motivo de esta Cuaresma, nos invita a recorrer este camino hacia la Semana Santa intensificando nuestra relación con Dios. El silencio, entre otras cosas, es el ruido que Dios hace cuando pasa cerca de nosotros. Ora cuando te sientas solo, la oración te traera la compañía de Dios (B. Hall).
  • Guardar la vigilia y el ayuno. Cuando uno tiene un amante, es capaz de hacer cualquier cosa por él. Cada viernes de Cuaresma, siendo sobrios y distintos en nuestra alimentación, recordamos que Jesús sigue siendo importante en nuestras casas. Libremos al cuerpo de sus toxinas, alimentémoslo correctamente y estará hecho el milagro de la salud (doctor Arbuthnot Lan).
  • Eucaristía diaria. Zarandeados por una constante y pertinaz secularización, los cristianos necesitamos tomar fuerza y vitalidad de esa gran fuente de energía que emerge en el altar. Estamos en el Año eucarístico; ¿por qué no hacer extraordinario cada atardecer o cada amanecer con nuestra participación en la Eucaristía? La Eucaristía, el auténtico pesebre donde adorar a Jesús (padre Raniero Cantalamessa).
  • Promover dentro de nuestras familias el apetito por Dios. No hace falta ir lejos, ni mucho menos a otros continentes, para dar razón de nuestra fe. ¿Cuánto hace que no hemos recordado a nuestros familiares más directos su pertenencia a una Iglesia que les dio a Jesús y que, como madre, les necesita? La familia es el seno espiritual donde se fomentan las creencias y las costumbres (santo Tomás de Aquino).
  • Dar gracias a Dios por los valores que el Evangelio nos propone. En medio del relativismo moral que nos sacude, lejos de desertar, hemos de ser agradecidos para con Dios, porque nos hace diferentes a muchas personas que creen que en el todo vale reside la felicidad. Leer y hacer lo que dice el Evangelio ayuda a aspirar a una libertad más grande (J.Vallmajor).
  • Hablar bien y con delicadeza. No olvidemos que se consigue más con miel, que con hiel. La Cuaresma es un buen momento para corregir las blasfemias en nuestro lenguaje y las ofensas o el juicio duro hacia los que nos rodean. Suprimid y gritad contra Dios, y se habrá hecho la noche en el alma humana (Lamartine).

Javier Leoz

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