sábado, diciembre 31, 2005

«En esta hora tardía de mi vida...»


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A los 78 años, una mudanza es una tortura, y más yendo a una casona de estructura antigua, sin reparaciones en serio desde hace un cuarto de siglo. Un equipo de electricistas, fontaneros, pintores e instaladores ha hecho maravillas en un trabajo muy intenso que el Papa les agradeció la víspera de Nochebuena.

«Os doy las gracias de corazón», les dijo, «porque habéis restaurado el apartamento del Papa en tres meses. Estoy convencido, porque construí una pequeña casa para mí en Alemania, de que en cualquier otro lugar las obras hubiesen durado más de un año. Me gusta, sobre todo, la biblioteca, con ese techo antiguo. También el estudio médico y todas las demás cosas», incluida la cocina ultramoderna regalada por un compatriota. «Habéis dado todo vuestro esfuerzo, y eso me anima a dar yo también, en esta hora tardía de mi vida, todo lo que puedo dar».

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