Aquí está con discurso completo | ||
Roma, 14 de septiembre. El Santo Padre Benedicto XVI ha bendecido esta mañana una escultura de san Josemaría, fundador del Opus Dei, que fue colocada en la parte exterior de la basílica vaticana el pasado 30 de agosto. La estatua se encuentra en una zona destinada por Juan Pablo II a esculturas de santos y fundadores de nuestro tiempo. Cuando Benedicto XVI ha llegado al lugar donde está situada la estatua, en el transepto izquierdo de la Basílica, también llamado brazo de San José, la estatua ha sido descubierta. A continuación, el Santo Padre ha bendecido la imagen y ha recitado la siguiente oración: “Oh Dios, que has elegido a san Josemaría, sacerdote, para anunciar la vocación universal a la santidad y al apostolado en la Iglesia, infunde tu bendición sobre esta imagen y haz que todos aquellos que la contemplen sean alentados a complir fielmente el trabajo cotidiano en el espíritu de Cristo y a servir con ardiente amor a la obra de la redención. Por Cristo nuestro Señor". Después el Papa se ha entretenido a saludar algunas personas, entre otras, mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, y el autor de la estatua, el artista Romano Cosci. En un ambiente de fiesta, alrededor de mil personas estaban presentes en el acto, muchas familias y personas con devoción a san Josemaría. Antes de la llegada del Santo Padre, a las 10:45, el prelado del Opus Dei, mons. Javier Echevarría, ha dirigido a los presentes un saludo. “Con gran alegría, y con el corazón lleno de gratitud a Dios”, afirmó, “nos hemos reunido para desvelar la estatua de mármol de San Josemaría. Nuestro recuerdo va a Juan Pablo II, que elevó a la gloria de los altares a este celoso sacerdote el 6 de octubre de 2002 y que aprobó la colocación de su imagen en este lugar”. Refiriéndose a la escultura, señaló: “En cierto modo, esta imagen sintetiza algunos rasgos fundamentales del espíritu del Opus Dei”. “Expresa, añadió más adelante, “la unión estrechísima con la Iglesia y el Papa, unión a la que la Prelatura del Opus Dei se siente específicamente llamada”. (Discurso completo) Después del prelado ha tomado la palabra el escultor. Romano Cosci ha realizado la estatua en Pietrasanta, localidad situada en la región de Liguria, al norte de la Toscana. Ha trabajado la escultura durante aproximadamente un año, a partir de un solo bloque de mármol. “Para mí ha supuesto una gran experiencia”, ha explicado Cosci con emoción. “Como hago siempre antes de empezar a esculpir, he intentado conocer bien a san Josemaría, su vida, sus enseñanzas, para interiorizar la imagen”. Y ha concluido: “Deseo que la estatua que he realizado consiga transmitir al menos una parte de aquello que él me ha dado y que en realidad ha dado a todos”. Finalmente, tuvo lugar un discurso del cardenal Francisco Marchisano, arzipreste de la Basílica Vaticana. El cardenal dijo que “la enseñanza fundamental de san Josemaría es que los santos no son superhombres, individuos fuera de lo normal, sino personas como nosotros, que luchan por identificarse con Cristo, el Maestro”. El Cardenal añadió: “Pasando por este lugar y mirando esta estatua, la gente podrá percibir una invitación a la oración y a la santidad”. Entre un discurso y otro, un coro de apróximadamente 80 voces situado en la terraza de la Sacristía vaticana, ha interpretado algunos cantos, bajo la dirección del maestro mons. Pablo Colino. La escultura La escultura en mármol de carrara, de poco más de cinco metros de altura, ha sido colocada en un nicho de la fachada exterior del transepto izquierdo de la Basílica. Esta zona fue destinada por Juan Pablo II a esculturas de santos y fundadores de nuestro tiempo. Cerca de la estatua de san Josemaría se encuentra otras de dimensiones similares, como por ejemplo la de San Gregorio, fundador de la Iglesia Armena, inaugurada el pasado 19 de enero; la de Santa Teresa de los Andes, carmelitana; y también la de San Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas, entre otras. En el Vaticano existen más de 150 esculturas de santos, incluyendo también las que están situadas en el Colonnato. Esta obra de Cosci representa a San Josemaría revestido de los ornamentos sacerdotales para celebrar la Santa Misa, con los brazos ligeramente abiertos. En la parte inferior están tallados los escudos papales de Juan Pablo II y Benedicto XVI, en cuyos pontificados se comenzó y acabó respectivamente el trabajo. A los pies del santo, dos ángeles (el Opus Dei fue fundado en la festividad de los Santos Ángeles Custodios): uno de ellos presenta a San Josemaría un libro abierto, con unas palabras de Jesucristo, recogidas en los Evangelios, frecuentemente meditadas por el fundador del Opus Dei: si exaltatus fuero a terra, omnes traham ad meipsum, "Cuando sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Juan 12, 32) |
Palabras de saludo en la inauguración de la imagen de San Josemaría Escrivá en San Pedro
Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei. Roma, 14-IX-2005
Con gran alegría, y con el corazón lleno de gratitud a Dios, nos hemos reunido para desvelar la estatua de mármol de San Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei, que de ahora en adelante podrá ser venerada por los fieles en este nicho exterior de la Basílica de San Pedro.
Nuestro recuerdo va a Juan Pablo II, de feliz memoria, que elevó a la gloria de los altares a este celoso sacerdote el 6 de octubre de 2002 y que aprobó la colocación de su imagen en este lugar. Como es lógico, también estamos profundamente agradecidos al amadísimo Benedicto XVI, que dentro de unos momentos procederá a la bendición de la estatua.
Mi pensamiento se dirige igualmente al Cardenal Francesco Marchisano, Arcipreste de la Basílica de San Pedro, a los demás dignatarios eclesiásticos aquí presentes, a las autoridades y a las innumerables personas de todo el mundo que, movidas por una filial devoción a San Josemaría, habrían querido participar en esta ceremonia. Pienso que en buena medida debemos a sus oraciones el hecho de que hoy podamos transcurrir de modo festivo estos momentos.
Viene a mi memoria la primera noche de San Josemaría en Roma, en el lejano 1946. Desde la pequeña terraza de una casa que se asomaba a Piazza di Città Leonina, muy cercana a este lugar, el Fundador del Opus Dei pasó la noche en vela de oración, rezando por la Iglesia y por el Romano Pontífice. Se cumplía entonces uno de los grandes sueños de su vida: venir a Roma videre Petrum, para visitar la tumba del Apóstol y estar cerca de su Sucesor, il dolce Cristo in terra, como le gustaba llamar al Papa tomando en préstamo una feliz expresión de Santa Catalina de Siena. A pesar de este deseo suyo, dejó pasar varios días antes de cruzar el umbral de la Basílica, para ofrecer al Señor un sacrificio pequeño pero costoso. La divina Providencia ha querido que, a partir de hoy, su estatua esté de modo perenne “fijada”, por así decir, a la gran Basílica que simboliza la catolicidad y romanidad de la Iglesia. ¡Agradezcámoslo a Dios!
En cierto modo, esta imagen sintetiza algunos rasgos fundamentales del espíritu del Opus Dei. Ya en los primeros años 30, en efecto, San Josemaría escribía que, en el seno de la Iglesia, la misión de la que hoy es Prelatura del Opus Dei se compendiaba en tres jaculatorias que él repitió muchas veces a lo largo de su vida. La primera reza así: Deo omnis gloria!, sea dada a Dios toda la gloria. Es como se comportaba él mismo mientras estuvo en esta tierra, y es como se comporta ahora en el cielo, con la perfección propia de las almas que gozan de la visión de Dios. La imagen que hoy contemplamos es un signo elocuente.
La segunda jaculatoria es: Regnare Christum volumus!, queremos que Jesús reine. Es el eco de un texto del Evangelio de Juan –recogido en el libro abierto que sostiene uno de los ángeles– que San Josemaría escuchó en su alma una vez, de modo particularmente claro, durante la celebración de la Misa: Et ego, si exaltatus fuero a terra, omnes traham ad meipsum. Entendió entonces con insólita claridad –según puso por escrito varias veces– el sentido preciso de la misión de las mujeres y los hombres del Opus Dei en el seno de la Iglesia: contribuir a poner a Cristo en el vértice de todas las actividades humanas mediante la santificación de su trabajo profesional y de las circunstancias ordinarias de la vida.
A la tercera jaculatoria, que de algún modo resume toda la misión del Opus Dei, ya me he referido indirectamente al recordar la primera noche romana de San Josemaría. Expresa la unión estrechísima con la Iglesia y el Papa, unión a la que la Prelatura del Opus Dei se siente específicamente llamada, y dice así: Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam! Esta aspiración encierra en sí, de modo indisoluble, los tres grandes amores del cristiano. Por gracia de Dios, sigue sonando diariamente en el corazón y en los labios de millones de personas.
Antes de terminar, quiero dar las gracias al escultor Cosci por haber plasmado tan bien una actitud típica de San Josemaría, un santo que buscó siempre la protección de la Virgen. Me refiero a sus manos abiertas en gesto de acogida, atentas a nuestras necesidades. Pienso que su gesto es una invitación a que nos dirijamos a él en todos los momentos de nuestro peregrinar terreno, con la más viva confianza en que seremos escuchados
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