
miércoles, octubre 19, 2005
lunes, octubre 17, 2005
Iniciativas de te del Opus Dei: el Salvador
Siramá (El Salvador)
Siramá nació en El Salvador hace 35 años por impulso de San Josemaría Escrivá. Desde entonces, el camino no ha sido fácil. La guerra civil –entre 1979 y 1992– deterioró el entramado social del país: la emigración del campo a la ciudad incrementó las zonas marginales y las condiciones de vida de miles de salvadoreños se hicieron más precarias.
Una historia que se repite muchas veces
Como muchas mujeres salvadoreñas, Silvia, con 25 años de edad, era una mujer que vivía en una gran estrechez económica y apenas tenía una educación. Su vida se presentaba con un futuro poco favorecedor y no sabía desde dónde le vendrá una oportunidad para conseguir sacar adelante a su familia con tres hijos.
“Silvia —le dijo el Alcalde de su comunidad— usted lo que tiene que hacer es tomar un bus que le cuesta unos centavos y buscar Siramá”. Un poco desconcertada, hizo sus preguntas y el Alcalde le dio las señas del lugar —no sin antes entusiasmarla—: “He sabido que en ese lugar les dan clases a mujeres y la mayoría consigue poner su propio negocio y echar a andar una pequeña empresa. Además, la gente aprende a cuidar mejor a sus hijos y viven más tranquilas y contentas. ¿Por qué no lo intenta?”.
Siramá nació hace 28 años por impulso de san Josemaría Escrivá de Balaguer. El Fundador del Opus Dei, movido por su amor a las almas fruto de su unión con Dios, promovió en todo el mundo la puesta en marcha de iniciativas como ésta que contribuyeran “con eficacia a que todos tengan los medios materiales convenientes, que haya trabajo para todos, que nadie se encuentre injustamente limitado en su vida familiar y social” (Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, n. 95).
Se comenzó con cursos sobre la administración del hogar: “Nos enseñaban, –cuenta una alumna de los inicios–, a hacerlo de manera profesional. Aprendi-mos a aprovechar el tiempo y hasta a tener un rato libre para estar con nuestros hijos, platicar con el esposo y dedicar algún rato a mejorar la formación cultural”.
Los comienzos
Sin embargo, el camino desde 1970 no ha sido fácil. La guerra civil que duró desde 1979 a 1992 deterioró fuertemente el entramado social del país. Sus efectos más serios se dieron en las familias que tenían menos recursos. Los habitantes de las zonas rurales emigraron a la capital, y las zonas marginales se incrementaron, haciendo las condiciones de vida aún más precarias, sin viviendas adecuadas, sin servicios sociales ni higiene.
En 1985, comenzó el Programa de Empresas Hogareñas para capacitar a las mujeres en tareas productivas que les ayuden rápidamente a desarrollar sus habilidades en las áreas de panadería, corte y confección, cocina comercial, cosmetología y artesanías. Varias de las alumnas consiguieron abrir sus propias microempresas y ver en ellas una salida a las necesidades familiares.
Apenas empezaba el Programa de Empresas Hogareñas cuando el terremoto de 1986 sorprendió a San Salvador. Nuevamente, el espíritu emprendedor del salvadoreño movió a las alumnas a recomenzar cuanto antes sus estudios. “A pesar de los paros de autobuses, los cortes de energía eléctrica y los enfrentamientos armados, las estudiantes asistían regularmente a sus clases”, recuerda Regina de Rodriguez, directora del programa. “Pienso que el buen humor salvadoreño nos ha ayudado a sobrellevar las guerras y terremotos con alegría. Las clases no se interrumpieron y se notaba en las alumnas el mismo entusiasmo y las mismas ansias de aprender y de mejorar, de ayudar a su familia e impulsar el desarrollo en sus comunidades; las alumnas vencían sus temores, aún poniendo en riesgo su propia seguridad”.
Más adelante, con el apoyo de muchos salvadoreños y con la ayuda de varios países como Bélgica, Canadá, Alemania, España, Estados Unidos, Japón e Italia, Siramá pudo ampliar la capacitación, incluyendo la enseñanza básica en contabilidad y planificación de empresas, para que las mujeres pudieran tener un mejor control de sus gastos y ganancias. En poco tiempo, Siramá estaba en la posición de poder capacitar a mil mujeres por año.
Las mujeres: cabeza de familia y líderes comunales
Siramá hace que las mujeres, en un breve período de tiempo, estén en condiciones de poner en marcha su propia microempresa.
Angélica y su esposo —auxiliar de albañilería— tienen nueve hijos. Su pequeño caserío llamado Valle de las Delicias, ubicado en San Martín, no posee electricidad ni agua potable y parecía que no había forma de que mejorara su situación. Angélica tomó un curso de panadería en Siramá y, como muchas, empezó a hacer pan en su pequeño “comal” donde elabora las tortillas. “Como vimos que nos iba bien —comenta Angélica— nos arriesgamos a usar el dinero ahorrado para comprar un horno industrial de gas. Gracias a Dios, nos fue bien; ya recuperamos los gastos. Y así hemos podido enviar a los hijos a la escuela y compramos los uniformes y los cuadernos de los niños para asegurarnos de que los tendrían para empezar el año en la escuela”.
Con tantas mujeres que son cabeza de familia, resulta muy común encontrar comunidades y asociaciones dirigidas por ellas. Siramá también promueve el liderazgo local a través de cursos impartidos dos veces a la semana durante un año, con el fin de ayudarlas a trabajar con el gobierno, empresas privadas y otros programas para el mejoramiento de las condiciones locales.
Más allá de lo económico
El espíritu cristiano que anima toda la actividad de Siramá ha repercutido también en la estabilidad de las familias, fomentando unas relaciones matrimoniales serenas donde antes eran frecuentes las peleas. Muchas alumnas, al descubrir la gracia de Dios que llega a través de los Sacramentos han comenzado a frecuentarlos, han contraído matrimonio canónico y se han movido a bautizar a sus hijos. A través de ellas, sus maridos han aprendido a tratar a Jesucristo y se han convertido familiares, vecinos y conocidos. Es imposible contabilizar el efecto de una sonrisa, de una casita pobre pero limpia y simpática; de un hogar alegre, de una familia unida.
Siramá a través de su actividad ordinaria, quiere hacer realidad la propuesta de san Josemaría: “La verdad nos libera, mientras que la ignorancia esclaviza. Hemos de sostener el derecho de todos los hombres a vivir, a poseer lo necesario para llevar una existencia digna, a trabajar y a descansar, a elegir estado, a formar un hogar, a traer hijos al mundo dentro del matrimonio y poder educarlos, a pasar serenamente el tiempo de la enfermedad o de la vejez, a acceder a la cultura, a asociarse con los demás ciudadanos para alcanzar fines lícitos, y, en primer término, a conocer y amar a Dios con plena libertad, porque la conciencia —si es recta— descubrirá las huellas del Creador en todas las cosas” (Amigos de Dios, n. 171).
Aprender para enseñar
El correr de un río de aguas negras por el medio, hacía de la Comunidad Tinetti un sitio poco atractivo para vivir. Aminta, líder de 70 años, vecina del lugar y alumna de Siramá solicitó al Estado una ayuda económica que le permitió comenzar su propio negocio en Tinetti. “Pensé que podía —de alguna manera— ayudar a los vecinos y a mí misma a vivir mejor: soñaba con un lugar agradable, seguro y alegre y, sobre todo, que no oliera tan mal. Después de ver que el gobierno había atendido mi solicitud de ayuda para poner mi negocio, me animé a ir con otros vecinos a hacer gestiones para arreglar lo del paso de las aguas negras. Conseguimos que vinieran los trabajadores de Obras Públicas y nos hicieron el favor de sellar la fuente de aguas negras”. Construyeron una bóveda de concreto, rellenaron el precipicio y convirtieron Tinetti en un vecindario limpio y seguro.
En 1987 cuando Romy de Hernández terminó su curso de corte y confección, no se imaginó la proyección que tendría. “En ese momento pensé en solicitar a una sociedad local de trabajadores que me ayudaran prestándome tres máquinas de coser, pues quería comenzar con un pequeño taller de modas; gracias a Dios me fue bien y pensé que con lo que sabía, podía enseñarle a otras vecinas y, mi sorpresa fue que sí aprendían y que ponían su negocito”. En 1989 puso a disposición de las personas necesitadas su propia “Academia de costura”. Tiempo después, Romy se animó a estudiar cosmetología y de nuevo repitió la experiencia y, ahora, tiene su propia escuela para las personas de su zona.
domingo, octubre 16, 2005
Iniciativas de personas del Opus Dei: Jarales
Jarales (México)
Jarales nació en 1985, en Zapopan, un barrio periférico de Guadalajara. La zona registraba un alto índice de población juvenil y una infraestructura educativa insuficiente.
Para llegar puntualmente a Jarales, Carlos se levantaba todos los días a las cuatro de la mañana y caminaba durante más de dos horas un recorrido que el resto de sus compañeros cubría mediante el servicio público de transporte. Al término de las clases, volvía a hacer esa larga ruta. Los pocos pesos ahorrados con la caminata significaban mucho para las necesidades de su familia. Los directivos de Jarales no tardaron en enterarse de esta situación, y ahora Carlos va y vuelve en el automóvil de un profesor que vive cerca de su casa.
Un proyecto ambicioso
En septiembre de 1985, en una bodega de Zapopan, un municipio de la periferia noroccidental de Guadalajara, comenzó una aventura conjunta de empresarios, padres de familia, profesores y muchachos. El Centro Tecnológico y Deportivo Jarales se planteó, desde el primer momento, como una oferta de formación que proporcionara a los alumnos “la certeza —no sólo la esperanza— de vivir mejor”. Los miembros del patronato de Jarales se propusieron lograr que los mismos alumnos descubrieran los motivos por los que merece la pena esforzarse en llegar a ser un buen profesional.
Se deseaba proporcionar a los alumnos una enseñanza integral, que estuviera dirigida no sólo a la capacitación técnica indispensable para estar en condiciones de competir en el mercado laboral, sino también a formar a cada uno en las virtudes, con una visión cristiana de la vida. La Prelatura del Opus Dei —que tiene como misión específica dentro de la Iglesia la propagación de la llamada universal a la santidad mediante el trabajo cotidiano ofrecido a Dios— facilita esta tarea prestando su atención pastoral a los padres, profesores y alumnos que lo desean.
Justicia y caridad
Había sido precisamente el Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo, quien, dos años antes, había señalado explícitamente la necesidad de una iniciativa de esas características para fomentar el desarrollo social, a unos miembros y cooperadores del Opus Dei. Uno de ellos le pidió un consejo para vivir la generosidad en momentos de crisis económica. La respuesta del Prelado del Opus Dei fue un “encargo” a todos los que se encontraban en aquella reunión:
Veo que aquí algunos viven demasiado bien, y que otros tienen demasiados problemas (...). Por eso os quiero pedir que, aparte de todo lo que hacéis, os preocupéis de impulsar una obra social (...), una escuela en la que puedan aprender algún oficio, de modo que sean capataces o lo que sea, y vayan elevando su nivel de vida. Algo que sirva para formar a esta pobre gente, de manera que puedan mantener dignamente a su familia. Os brindo la idea.
En esa misma ocasión, muy poco después, habló del espíritu apostólico y cristiano con que debían ponerse en marcha:
Pensad, cuando veáis a cualquier persona, que por ella Jesucristo ha derramado su Sangre; por lo tanto, vale toda la Sangre de Cristo (...). La gran solución para los problemas sociales —evidentemente hay soluciones técnicas muy variadas—, el motor para que esas soluciones técnicas se pongan en movimiento y alcancen su objetivo, es que los cristianos seamos mejores cristianos, que amemos más a Dios. Entonces tendremos preocupación por el prójimo: no solamente por los problemas sociales, por la pobreza de tantos hombres, sino primero por sus almas.
Atender a la comunidad
Enseguida se hizo un estudio que permitió detectar las demandas educativas más urgentes, de acuerdo con las tendencias demográficas y la realidad social y económica de la zona. Los resultados del estudio determinaron la ubicación de la iniciativa en un lugar que registraba un alto índice de población infantil y juvenil y en el que la infraestructura educativa era claramente insuficiente.
Mientras se proyectaban y construían los futuros locales del centro educativo se dispuso una sede provisional en unas instalaciones temporalmente fuera de uso.
Hubo entonces que buscar alumnos para Jarales. Y el incipiente pero entusiasta patronato se preocupó de hacer encuestas en las escuelas primarias, visitar las casas de los vecinos, repartir folletos y carteles en los puntos de confluencia social de la zona... Incluso se acondicionó una oficina informativa en un lugar cercano al centro comercial de Zapopan. En aquel primer momento los esfuerzos se concentraban en la Secundaria Técnica, con la que arrancaba el proyecto Jarales. Pero ya en la primera definición de objetivos del centro educativo se había decidido que éste habría de contar con tres líneas fundamentales: la escuela secundaria técnica, una escuela profesional de oficios varios y una escuela deportiva. Después esos horizontes se quedarían estrechos.
Jarales empezó con cuarenta y siete alumnos: cuando, a los pocos días del comienzo de las clases, uno de los obispos auxiliares de la diócesis bendijo la sede provisional pudo saludar con calma a todas las familias. En 1988, Jarales ya ofrecía las carreras técnicas de Mantenimiento Industrial y Mantenimiento de Hoteles, a las que en el primer curso se inscribieron cincuenta y tres muchachos. Actualmente, Jarales cuenta con las instalaciones académicas, administrativas y deportivas y con los talleres y laboratorios necesarios para atender en forma básica cinco áreas: Secundaria Técnica, Capacitación de Técnicos (con especialidades en: Mantenimiento Industrial, Mantenimiento de Hoteles, Electrome-cánica y Mecánica automotriz), Escuela Deportiva, Programa Industria-Escuela y el Programa de Formación Social.
La construcción de las aulas y los talleres, la adquisición de equipo, herramientas y material didáctico y la contratación del personal administrativo y docente fue posible gracias a la colaboración de un animoso grupo de empresarios y profesionales mexicanos con el proyecto de financiación del Istituto per la Cooperazione Universitaria (Italia) y de la Comunidad Económica Europea.
La proyección de futuro es la de un centro con mil alumnos, procedentes en su mayoría, como hasta ahora, de las zonas de viviendas de interés social ubicadas en colonias populares como Lomas de Zapopan y Arcos de Zapopan.
En estos años, los egresados de Jarales se han ido incorporando satisfactoriamente a la planta productiva del país: el 85% en la empresa, y el resto en diversas formas de autoempleo.
Pero además, los alumnos, mientras cursan estudios en Jarales, también trabajan. Un grupo de ellos, por iniciativa propia, ha elaborado programas de desarrollo social en sus co-munidades para contribuir a elevar el nivel socio-profesional mediante la transmisión de los conocimientos adquiridos en los cursos técnicos. Todos quieren influir positivamente en sus comunidades.
Trabajo y vinculación con la industria
La buena relación inicial con el entorno propició el programa Industria-Escuela, que imparte capacitación técnica a los empleados de algunas empresas, en el horario que ellas mismas determinen y con los contenidos que mejor se correspondan a sus necesidades específicas. Estos cursos se pueden desarrollar en las instalaciones del instituto o en los locales de la propia empresa. Las áreas de capacitación son seis: ecología, seguridad industrial, electricidad industrial, mecánica y mantenimiento industrial, mecánica automotriz —gasolina y diesel— y, por último, instrumentación industrial y automatización.
Varios hoteles de cinco estrellas, la panificadora más grande de América Latina, industrias textiles, plásticas, metalúrgicas, etc., tanto de ámbito regional como nacional, se benefician de la capacitación técnica y humana de los egresados.
Los beneficios que obtiene el Centro Tecnológico con estos cursos se destinan a becas para nuevos alumnos. A su vez, las mismas empresas comprometidas en el programa Escuela-Industria, como conocen por propia experiencia la importancia que se da en Jarales a la conjunción entre teoría y práctica, suelen extender a los egresados ofertas de trabajo, lo que refuerza más aún los vínculos entre el Centro Tecnológico y el mundo profesional de la industria.
Echando cuentas, entre el programa Industria-Escuela, el programa de Formación Social —cuyo objeto es la atención de las familias de los maestros, empleados y alumnos, así como de las comunidades próximas— y las actividades de apoyo social, son más de seis mil las personas que en estos pocos años se han beneficiado ya del proyecto Jarales, aunque el número de alumnos que ha pasado por las aulas del centro todavía no llega al millar. Además, los cauces que está abriendo Jarales para la ocupación en sectores productivos, recreativos y de desarrollo humano incidirán directamente en la mejora de las condiciones de vida de una vasta zona de influencia.
El anhelo de ser parte del proyecto
En Jarales todos llevan “puesta la camiseta”.
Miguel, alumno de segundo año, empezó en cierto momento a presentarse a diario en los laboratorios para hacer trabajos de limpieza y mantenimiento. Ante la pregunta del director del área, le dijo: “Me siento obligado a hacer algo por la escuela. He recibido mucho. Estoy muy agradecido. Pensé que la mejor manera de corresponder sería ayudar en el mantenimiento de los talleres”.
... Y los deportes
La Escuela Deportiva Profesional de Jarales pretende contribuir a la formación de alumnos y familiares a través de la disciplina atlética, banco de pruebas para el ejercicio de las virtudes humanas. El deporte, fomenta el espíritu de superación, el trabajo en equipo y la sana competencia: es, en sí, un estilo específico tan aplicable al terreno competitivo como a otros campos. Aunque los recursos materiales disponibles son escasos y poco sofisticados, Jarales suele hacer muy buen papel en las competiciones deportivas estatales.
Los programas de la Escuela Deportiva comprenden cinco áreas, de acuerdo con las edades y los niveles de rendimiento de los alumnos: programas curriculares de Secundaria y Bachillerato, formación de selecciones deportivas, educación deportiva familiar, formación de atletas de alto rendimiento y formación de técnicos profesionales en educación física.
Los Best Sellers
Cuando alguien visita más de cien países sin otro interés que hacer el bien, se puede afirmar que es un hombre generoso. Si sostiene cientos de encuentros semanales con grupos de miles de personas, se puede decir que es un gran líder.
Cuando alguien se encuentra con más de 1.500 jefes de gobierno para hablarles claro de sus problemas y exigirles soluciones, se puede afirmar que es un valiente. Si además, arrastra a sus funerales a millones de personas, se puede decir que era un hombre muy amado.
Pero, cuando esta misma persona, después de más de seis meses de haber fallecido, sigue atrayendo diariamente a más de veinte mil personas, ¿qué adjetivo se le puede dar?
Efectivamente, la tumba de Juan Pablo II es visitada todos los días por al menos veinte mil personas. Y, si hablamos de un miércoles de audiencia o de un domingo de ángelus, la cifra puede subir hasta más de treinta y cinco mil. ¡Otro record roto por este hombre extraordinario que hoy, hace veintisiete años, fue elegido como sucesor de San Pedro!
Un espectáculo
En estos días, al llegar por primera vez al Vaticano, el peregrino se encuentra con un verdadero espectáculo: una fila tan larga que en ocasiones no sólo bordea el perímetro interior de la plaza, sino que serpentea dentro de ella.
Sorprendido, se pregunta: «¿Para qué es esa cola?». Y al saber que es para ver la tumba del Papa Juan Pablo II, no puede hacer menos que lanzar una expresión de asombro.
Mas cuando se acerca a ese enorme conglomerado de gente su admiración crece. En la fila se encuentra de todo: japoneses, alemanes, peruanos, africanos; bajos, gordos, altos, flacos; jóvenes, niños y ancianos. Por ello a algunos peregrinos se les antoja pensar que esta hilera humana no es otra cosa que los brazos con que Juan Pablo II, desde el cielo, abraza al mundo entero.
No importa si hace frío o si el sol quema hasta achicharrar, si llueve o si el viento está desatado. La multitud permanece avanzando hacia su objetivo.
Y a pesar de que las Grutas Vaticanas se encuentren desbordadas, ahí dentro se da una vez más la hazaña de un hombre que se entendía muy bien con las masas: no hay gritos, empujones o quejas; sólo reina el silencio y la oración.
Es, sin duda alguna, la última gran revolución del Papa Wojtyla.
Con datos de La Stampa.
Gracias, Pilar, por enviármelo.
sábado, octubre 15, 2005
Iniciativas de personas del Opus Dei.
Centro social Morro Velho (Brasil)
Centro social Morro Velho |
Jardim Taboão es un barrio de baja renta en las afueras de la metrópoli de São Paulo. Como tantos otros barrios periféricos, la mayor parte de sus habitantes proviene de las familias que a partir de los años cincuenta fueron llegando de las zonas rurales del país en busca de empleo en las grandes industrias nacionales y extranjeras que por aquellos años se instalaron en la ciudad. Muchas de aquellas personas provenían de la región Nordeste, donde hay largos períodos de sequía. Como carecían de formación profesional, técnica y escolar, aceptaban empleos mal remunerados para combatir el hambre.
También por aquellos años, Brasil recibió con los brazos abiertos a millares de extranjeros que llegaban de la Europa de posguerra. Así, se juntaron pueblos, costumbres y culturas que desde entonces viven armónicamente e intentan construir un futuro para el país.
Desde hace 31 años, los habitantes de Jardim Taboão cuentan con Morro Velho, un centro social destinado a colaborar en la promoción social, humana y espiritual de las familias del barrio. La iniciativa partió de un grupo de personas al conocer las enseñanzas del Fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá. “El verdadero desprendimiento lleva a ser muy generosos con Dios y con nuestros hermanos –se lee en una homilía de san Josemaría- a moverse, a buscar recursos, a gastarse para ayudar a quienes pasan necesidad. No puede un cristiano conformarse con un trabajo que le permita ganar lo suficiente para vivir él y los suyos: su grandeza de corazón le impulsará a arrimar el hombro para sostener a los demás, por un motivo de caridad, y por un motivo de justicia” (Amigos de Dios, n. 126). “Aquello fue una fuerte llamada en el alma y la conciencia de los promotores de Morro Velho –explica Caty Larmán Tellechea, de la directiva del Centro Social-, y se pusieron manos a la obra”.
El 8 de noviembre de 1969, en medio de calles de tierra y casas mal acomodadas de familias pobres, se inauguraba una pequeña escuela construida en un terreno que había cedido una de las promotoras. Comenzaron a dar clases de artesanía, corte y costura para las señoras del barrio, de forma que con la venta de los productos pudieran ayudar a levantar la renta familiar y a la vez mejorar el nivel del lugar. Para las adolescentes organizaron clases de dactilografía. Las madres jóvenes con hijos pequeños tuvieron un lugar seguro donde dejar a los niños mientras trabajaban, pues en una nueva ala del pequeño edificio original, se creó una guardería infantil en colaboración con el ayuntamiento.
En las primeras clases se enseñaba a confeccionar alfombras de lana y cuerda. La actividad interesaba a las señoras, pues un trabajo de este tipo podía hacerse en casa y las mujeres conseguían ayudar al presupuesto familiar sin descuidar sus niños pequeños. Alrededor de 240 alumnas venían cada año a especializarse en la confección de alfombras y tapicerías, y pronto Morro Velho se convirtió en un punto de referencia para los decoradores de São Paulo.
En los primeros diez años, pasaron por el Centro Social más de 2.500 madres de familia y aumentaba el grupo de gente joven que a la salida de la escuela pública venía a aprender alguna actividad técnica o profesional.
Centro de Formación Profesional Morro Velho
Con el pasar de los años, sin dejar el amplio trabajo con las madres del barrio, la escuela fue ampliando sus actividades y se centró en la formación profesional de las mujeres más jóvenes. Parte de ese impulso se hizo realidad con la ayuda económica de empresas en proyectos de enseñanza, quienes facilitaron, entre otras cosas, la mejora de las instalaciones físicas de la escuela. Actualmente, cerca de 300 alumnas terminan el curso cada año después de haber recibido una formación humana, cultural y técnico-profesional en computación, portugués, inglés, prácticas de secretariado y de hostelería. A través de una atención personalizada, cada estudiante se siente valorada y con ganas de hacer algo útil por el desarrollo de su familia y de la comunidad donde vive. Además de las clases técnico-profesionales, existe una asignatura llamada "Vida", que tiene como objetivo ayudar a profesoras y alumnas a reflexionar sobre la dignidad de la persona.
“En Morro Velho se respira un clima de alegría, comprensión y amistad -afirma Caty Larmán Tellechea -. Buscamos valorar los aspectos positivos del desarrollo humano. Como el cambio en el comportamiento de las alumnas y su mejora en el estudio es significativo, no es raro que las escuelas estatales vecinas recomienden a sus estudiantes que hagan los Cursos Técnicos que ofrecemos”.
Los programas más solicitados son los de Auxiliar Administrativo, que cuenta con cuatro especialidades: Recepcionista, Auxiliar de secretaría, Auxiliar administrativo y Operadora de telemarketing. Gracias al apoyo del Departamento de Salidas Profesionales, este curso posibilita a las alumnas conseguir empleos que les permiten trabajar y continuar sus estudios a nivel universitario, al mismo tiempo que ayudan económicamente a sus familias. Las habilidades que muestran en las entrevistas suele ser uno de los factores decisivos para que el mercado de trabajo se les abra más facilmente.
Desde hace una década el mundo de la hostelería y el turismo es un área de gran crecimiento en nuestro país. Es indispensable contar con buenos profesionales, comprometidos con la calidad, con auténtica preocupación por los servicios y una visión positiva del trabajo. El Curso de Hostelería ofrece una formación técnica y humana, centrada en el desarrollo de hábitos de trabajo y espíritu de equipo.
San Josemaría en Morro Velho
El Fundador del Opus Dei estuvo en Brasil en 1974 durante un viaje de catequesis. El 31 de mayo tuvo la alegría de ir personalmente a Morro Velho, que había seguido desde sus inicios. Durante la visita, san Josemaría pudo conocer directamente la vida y las circunstancias de las familias del barrio y la atención profesional y de formación cristiana que se proporcionaba en el Centro Social. Mientras algunas alumnas le enseñaban parte de los trabajos artesanales que hacían, repetía: “¡Tenéis manos de hada!”.
“Es hora de que los cristianos digamos muy alto que el trabajo es un don de Dios –se lee en una homilía de san Josemaría-, y que no tiene ningún sentido dividir a los hombres en diversas categorías según los tipos de trabajo, considerando unas tareas más nobles que otras. El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre, de su domino sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la propia personalidad. Es vínculo de unión con los demás seres, fuente de recursos para sostener a la propia familia; medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que se vive, y al progreso de toda la Humanidad. Para un cristiano, esas perspectivas se alargan y se amplían. Porque el trabajo aparece como participación en la obra creadora de Dios (…). Porque, además, al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora: no sólo es el ámbito en el que el hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad santificable y santificadora” (Es Cristo que pasa, n. 47).
Este es el espíritu que Morro Velho ha tratado de poner en práctica desde los comienzos y de transmitir a las mujeres y jóvenes que se acercan a sus actividades. Quienes participan en la vida de la escuela valoran los principios que inspiran sus actividades. Kelciane Campos, estudiante de 3º de bachillerato, por ejemplo, dice que poder participar en el curso de hostelería le ha ayudado a “crecer algunos centímetros como persona”.
El profesorado

Dora Porto, coordinadora pedagógica de la Escuela resalta que “el Centro Social cuenta con un gran número de profesoras voluntarias, de alto nivel académico, que ayudan a mantener el prestigio de los cursos que se organizan cada año. En mi caso, pienso que recibo más de lo que doy. El contacto con personas diferentes, la necesidad de estar siempre disponible, me ayuda a crecer en espíritu de servicio y de donación, y así sentirme feliz”. Esa es también la opinión de Regina Villar, psicóloga: “Trabajo desde hace cinco años cuidando de la formación humana de las estudiantes. El trabajo exige que esté actualizada e intercambie experiencias con mis colegas. Cuando doy clases, no sólo enseño sino que aprendo, y me doy cuenta de que la propia actitud de las profesoras tiene que ser una referencia de valores para las alumnas”.
El gran desafío para el Centro de Capacitación Profesional está en que la mayoría de las alumnas trabajan desde pequeñas y no han tenido tiempo para estudiar ni para graduarse. Esto exige del profesorado y de la administración una adaptación de los objetivos y de los métodos, y conocer bien la personalidad y el carácter de cada una. De ese modo pueden ofrecer a cada estudiante una capacitación profesional de calidad que les permita alcanzar prestigio en el mercado competitivo de la metrópoli.
“Despierta Familia”

El proyecto “Despierta Familia” nació para ayudar a fortalecer la estructura familiar de las 330 alumnas atendidas. Se creó un núcleo permanente de apoyo para las familias de baja renta de modo que los padres puedan solucionar con más habilidad los problemas familiares. Al atender una media de 300 padres, se llega a más de 1500 personas que aprenden a ser mejores ciudadanos. Este proyecto contribuye a disminuir algunos de los problemas que afrontan los barrios donde viven las alumnas. Se organizan reuniones mensuales de trabajo para evaluar el aprovechamiento de las actividades, el cambio de comportamiento de los participantes y el desarrollo del trabajo de las alumnas de los cursos. Un sistema de monitoría individual facilita que cada familia se conozca mejor y se convierta en un foco de convivencia y comprensión que luego se extiende a otras familias del barrio.
LAICISMO: ¿APARTHEID RELIGIOSO?
La separación de la Iglesia y del Estado es absolutamente plena; pero eso no quiere decir que nuestra sociedad española, en su mayor parte católica, tenga planteamientos que no siempre coinciden con los de los gobernantes. Por ejemplo, es curioso que la mayoría de los padres –exactamente un 78%– pida la clase de religión para sus hijos, y esa demanda no sea atendida por los gobernantes en aras de un concepto laicista de la sociedad. ¿Es que los padres católicos no son tan ciudadanos como los miembros de otros grupos sociales que reclaman otros cosas y a los que el Estado atiende con sumo gusto? ¿Es que laicismo tiene que significar necesariamente sectarismo, exclusión social, apartheid religioso?
El Concilio Vaticano II, en el número 36 de la Constitución pastoral Gaudium et Spes, dejó bien claro –hace ya cuarenta años– que tiene que haber una separación entre la Iglesia y el Estado: “Muchos de nuestros contemporáneos parecen temer que una más estrecha vinculación entre la actividad humana y la religión sea un obstáculo a la autonomía del hombre, de las sociedades o de la ciencia. Si por autonomía de lo terreno entendemos que las cosas y las sociedades tienen sus propias leyes y su propio valor, y que el hombre debe irlas conociendo, empleando y sistematizando paulatinamente, es absolutamente legítima esa exigencia de autonomía. Pero, si la expresión ‘autonomía de las cosas temporales’ se entiende en el sentido de que la realidad creada no depende de Dios y de que el hombre puede disponer de todo sin referirlo al Creador, todo aquel que admita la existencia de Dios se dará cuenta de cuán equivocado sea este modo de pensar. La criatura, en efecto, no tiene razón de ser sin su Creador”. La autonomía, pues, no significa en modo alguno que no pueda existir una sana colaboración entre la Iglesia, entendida como jerarquía y como pueblo de Dios formado por todos los bautizados, como la que hay y debe haber entre los distintos grupos sociales y asociaciones.
Los cristianos también quieren colaborar –queremos colaborar– en la construcción de un mundo mejor, de un mundo en libertad, en justicia y en paz. Esa ha sido su contribución a lo largo de la historia en favor de la humanidad, a pesar de todos los fallos habidos, como es frecuente en toda institución formada por hombres.
Con mi afecto y bendición,
+ Juan José Omella Omella
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño
jueves, octubre 13, 2005
En memoria de Álvaro Domecq
El pasado 6 de octubre falleció en Jerez el ganadero y rejoneador Álvaro Domecq a los 88 años de edad. Era supernumerario del Opus Dei y conoció personalmente a San Josemaría.
El mundo taurino sufrió una notable perdida el pasado 6 de octubre tras recibir la noticia del fallecimiento de Álvaro Domecq, dueño de una de las grandes ganaderías españolas. Los que le conocieron destacan de él su simpatía, generosidad y una profunda fe en Dios.
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viernes, septiembre 30, 2005
El Rabino que Alcanzó a Cristo
Israel Zoller, Gran Rabino de Roma, comienza a formar parte de la Iglesia Católica, tras su bautismo celebrado el día 13 de febrero de 1945, adoptando el nombre de Eugenio, en agradecimiento a Pío XII, (Zolli, es el resultado de la italianización de su apellido).
Este impactante acontecimiento tuvo grandísima relevancia en aquel momento, pero después cayó, por distintas causas, bajo el pesado manto del olvido más riguroso.
Otro tanto ocurrió con sus "Memorias", que no fueron publicadas jamás en Italia. Aunque una copia de las mismas sí se tradujera y publicara en inglés en los EE.UU., así como en castellano, en España, en los años cincuenta del recién pasado siglo.
Recientemente otra judía conversa al catolicismo, Judith Cabaud, ha esbozado una breve pero intensa biografía de Zolli, (prologada por Vittorio Messori), que ha roto el silencio, casi absoluto, que rodeaba su vida y su proceso existencial culminado en su encuentro gozoso y luminoso con Cristo.
A la par, recién descubierto el original en italiano de las memorias autobiográficas de Zolli, han sido traducidas con sumo cuidado, con exquisita delicadeza, al español y publicadas con el título de "Antes del Alba".
Ambas obras, "El rabino que se rindió a Cristo" de Judith Cabaud y "Antes del Alba", la autobiografía de Zolli las pueden obtener si lo desean, en nuestra página web, www.librohispania.com
Breve aproximación a la vida de Zolli.
Israel Zoller nace en la Galizia polaca en 1881. En el 1904 el joven marcha a Viena para seguir la carrera de rabino, fiel a la tradición familiar. Acabará los estudios en Florencia y conseguirá la plaza de vicerrabino de Trieste.
En 1918, es nombrado rabino jefe de la ciudad, cargo que ocupará hasta su traslado a Roma y que hará compatible con su tarea docente como profesor de lengua y literatura semíticas en la Universidad de Padua. En aquellos años, la idea de la conversión no se le pasaba ni tan siquiera por la cabeza. "Todas las tardes -narra Cabaud- se limitaba a abrir por donde cayera la Escritura, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, para meditar. Fue así como la persona de Jesús y sus enseñanzas se le hicieron familiares, sin que ningún prejuicio se interpusiera ni le diera el gusto de lo prohibido". El fruto fundamental de sus años de Trieste será la obra "El Nazareno" (1938), un estudio lingüístico y etimológico en el que realiza una exégesis metódica del Evangelio a la luz del Antiguo Testamento.
"Nadie ha tratado de convertirme -relataba algunos años después-. Mi conversión ha sido una lenta evolución interior. Desde hace años, y yo mismo lo ignoraba, mis escritos tenían ya un carácter tan cristiano que un arzobispo dijo de "El Nazareno": todos podemos equivocarnos, pero por cuanto puedo juzgar, pienso que podría firmar yo mismo ese libro".
Los rumores de guerra hicieron que el eco del libro fuera limitado. Durante esos años, Zolli había ayudado a los hebreos que dejaban la Europa central para trasladarse al futuro Israel. Sus contactos y el conocimiento de la lengua alemana favorecían que contara con informaciones de primera mano sobre el peligro que se acercaba. En 1935 envió una carta al rabino jefe de Roma, Angelo Sacerdoti, sobre los "actos inhumanos" cometidos contra los hebreos en Alemania, para que informara a Mussolini. El Duce dijo que protestaría ante el embajador alemán. Sea lo que fuere, lo cierto es que en 1938, cediendo a las presiones nazis, también en Italia se introdujeron leyes racistas. Zolli protestó públicamente y el gobierno como represalia le quitó la nacionalidad italiana.
Fue en ese contexto en el que le ofrecieron el puesto de rabino jefe de Roma. La comunidad hebrea de la capital (de la que el rabino era un empleado a sueldo) estaba dividida entre filofascistas y sionistas. Tal vez la fama de persona independiente y profundamente religiosa que se había ganado Zolli en esos años influyó en la elección.
Sus dos interlocutores fueron Dante Almansi, presidente de las comunidades israelitas de Italia, que había sido jefe de la policía fascista y tenía buenos contactos con el régimen, y Ugo Foà, presidente de la comunidad hebrea de Roma.
Los primeros meses de la estancia de Zolli en Roma se caracterizaron por la defensa de los hebreos ante las leyes antisemitas. La situación, sin embargo, precipitó en septiembre de 1943 con la llegada de las tropas alemanas a la capital italiana. Después de los años pasados en Trieste, Zolli tiene experiencia: advierte a Almansi de que es preciso proteger a la población judía, pero éste sostiene que el día anterior un ministro le había asegurado que no había de qué preocuparse y que no convenía alarmar a la gente.
La respuesta vino pocos días después. El 10 de septiembre, el ejército nazi controla Roma. Un comisario de policía, de sentimientos antifascistas, aconseja a Zolli que se esconda, ya que la primera víctima entre los hebreos solía ser el rabino.
El 26 de septiembre, el comandante Herbert Kappler impone a los judíos de Roma el pago de cincuenta kilos de oro, en un plazo de 24 horas, como rescate para no deportar a una lista de trescientas personas. La comunidad hebrea consigue reunir treinta y cinco kilos. Los presidentes Almansi y Foà piden a Zolli que acuda al Vaticano para pedir ayuda. Así lo hace -aunque sobre su cabeza pesaba una recompensa de 300.000 liras-, y recibe una respuesta positiva. Al final, los quince kilos del Vaticano no harán falta porque se habían conseguido por otras vías (incluidas, según se escribe, las de algunas casas religiosas y párrocos).
En esas semanas Zolli tuvo un encuentro con Foà en el que presentó un plan práctico para dispersar a los judíos de Roma. La acogida no pudo ser más fría: "Si hay que tomar decisiones, las tomaré yo con mi consejo -respondió Foà-. De momento no se ha decidido nada. Vaya a comprar un poco de valentía en la farmacia". Años después escribirá Zolli: "Se me había concedido el don de ver sin poder actuar; y a otros, el poder de actuar sin poder ver".
El oro, desde luego, no sirvió para nada, pues el 16 de octubre comenzaron las deportaciones, que sólo se frenaron por intervención de Pío XII. Zolli, que podía haberse exiliado fuera de Italia, vivió nueve meses en la clandestinidad, huésped de familias amigas, al igual que su mujer Emma y su hija Miriam (la otra hija, Dora, fruto de su primer matrimonio, no corría peligro por estar casada con un "ario").
En febrero de 1944, la comunidad hebrea lo destituye como rabino, pero en junio los aliados lo ponen de nuevo al frente de la sinagoga. Allí permanecerá solo unos meses, pues en otoño presenta la dimisión por motivos personales.
Y es que el día de Yom Kippur, durante la ceremonia en la sinagoga, había oído una voz interior que le dijo: "Estás aquí por última vez. Desde ahora, me seguirás". Ya en los meses anteriores había meditado dar el paso del bautismo, pero no quiso hacerlo durante la persecución nazi.
La noticia del bautismo de Zolli causó enorme estupor (su mujer se bautizó el mismo día y su hija Miriam, que superaba ya la veintena, lo hizo un año después). La sinagoga de Roma decretó varios días de ayuno como expiación, fue considerado como apóstata y desde entonces para dirigirse a él se habla del "Innombrable".
El paso había dejado a Zolli literalmente en la calle: a los 65 años y sin casa ni sueldo. El futuro cardenal Dezza le ofreció un puesto de docente en el Pontificio Instituto Bíblico, de la Universidad Gregoriana. Tal vez el mensaje principal de Zolli que se desprende de la lectura de su vida es precisamente la conexión que existe entre la Sinagoga y la Iglesia: "La Sinagoga era una promesa y el Cristianismo es el cumplimiento de esa promesa. La Sinagoga indicaba el Cristianismo; el Cristianismo presupone la Sinagoga".
Judith Cabaud y su obra "El rabino que se rindió a Cristo".
La conversión de Zolli fue un hecho sorprendente e inaudito que removió los ambientes judíos y cristianos. Después su figura cayó en el olvido, quizá porque su testimonio de vida resultaba "teológicamente incorrecto". El silencio se rompe ahora gracias a la obra de una judía de Nueva York, que ha revivido la experiencia del rabino jefe de Roma convirtiéndose al catolicismo. La autora, Judith Cabaud, nació en Brooklyn, en el seno de una familia judía de ascendencia polaca y rusa. Tras una primera licenciatura en Ciencias en la Universidad de Nueva York, continuó sus estudios en París, donde decidió pedir el bautismo en la Iglesia Católica. Casada con un intelectual francés, es profesora y feliz madre de familia numerosa (9 hijos, uno de ellos sacerdote). Ha publicado algunos libros, entre ellos el de su paso del judaísmo al catolicismo (que considera "obvio y obligado para un judío que profundice verdaderamente en su fe").
Panorama Catolico
lunes, septiembre 26, 2005
Vídeo y fotografías de la celebración del aniversario de la ordenación del Prelado del Opus Dei
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sábado, septiembre 24, 2005
domingo, septiembre 18, 2005
«Dejadme ir a la Casa del Padre»
TEXTO: JUAN VICENTE BOO, CORRESPONSAL

ROMA. «Dejadme ir a la Casa del Padre» fueron las ultimas palabras de Juan Pablo II, pronunciadas en polaco con apenas un hilo de voz seis horas antes de expirar, según revela un detallado informe de 220 páginas sobre su agonía y fallecimiento que el Vaticano publicará en los próximos días.
Minado por la fiebre, y con una cánula en la garganta desde la traqueotomía, el Papa volcó sus últimas fuerzas en esa despedida. Eran las tres y media de la tarde del sábado 2 de abril. A las siete entraba en coma, y a las 21.37 entregaba su alma a Dios.
Aunque el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, informó puntualmente aquellos días sobre el inexorable avance del choque séptico y de las palabras del Papa dedicadas a los jóvenes -«Os he buscado, ahora vosotros venís a mí, y lo agradezco»-, Benedicto XVI ha decidido que se hagan públicos todos los detalles de relieve a través de un informe exhaustivo en «Acta Apostolicae Sedis», el boletín oficial del Vaticano.
Domingo de Pascua
El mundo entero se había conmovido el Domingo de Pascua cuando Juan Pablo II se asomó a su ventana aunque, a pesar de un doloroso esfuerzo, no logró pronunciar la bendición «Urbi et Orbi». Eran sólo diez palabras, a las que pensaba añadir otras seis que llevaba escritas, pero sólo consiguió emitir un gemido y un jadeo sofocado, mientras la tensión deformaba su rostro y los fieles, en la Plaza de San Pedro, rompían a llorar al tiempo que le premiaban con un aplauso atronador.
Aunque había sido un trago amargo, Juan Pablo II volvió a asomarse a su ventana el miércoles 30 de marzo para otro intento, también fracasado, de dar la bendición. Según el texto del Vaticano, aquella comparecencia «fue la última estación pública de su doloroso Vía Crucis». El Santo Padre había perdido mucho peso y llevaba ya una sonda nasogástrica para su alimentación, pero los médicos no preveían un desenlace inmediato.
El desplome final se produjo, inesperadamente, el jueves 31. El informe relata que «poco después de las 11, el Papa, que se había desplazado a la capilla para celebrar la misa, comenzó a sufrir tremendos escalofríos, seguidos de una fuerte subida de temperatura hasta 39,6 grados. Se trataba de un gravísimo choque séptico con colapso cardiocirculatorio debido a una infección, ya detectada, de vías urinarias».
Los médicos que le acompañaban día y noche en el apartamento pontificio, aplicaron enseguida «todos los procedimientos terapéuticos y la asistencia cardiorrespiratoria», pero se respetó «la voluntad del Papa de permanecer en su domicilio» en lugar de un regreso ya inútil al hospital Gemelli. En cuanto fue posible, se inició junto a su lecho una misa en la que «el Papa concelebraba con los ojos semicerrados» y recibió la extremaunción de manos del cardenal Marian Jaworski, amigo íntimo desde que ambos eran jóvenes sacerdotes en Polonia.
El viernes 1 de abril, «la situación era de notoria gravedad, con alarmante caída de parámetros biológicos y vitales. Se consolidaba el agravamiento de un cuadro clínico caracterizado por insuficiencia cardiocirculatoria, respiratoria y renal. El paciente, con participación visible, se unía a la oración de quienes le cuidaban».
Último día
Aunque se temía el fallecimiento inminente, el Papa superó la noche, y no empezó a sufrir pérdidas de consciencia momentáneas hasta la mañana del 2 de abril, en la que todavía recibió al cardenal Angelo Sodano y otros colaboradores directos. A última hora de la mañana «comenzó de nuevo una brusca subida de temperatura» y hacia las tres y media de la tarde Juan Pablo II pedía, con voz apenas audible y serena, «dejadme ir a la Casa del Padre». Su corazón estaba ya en el cielo.