lunes, noviembre 24, 2008

Beatifican en Japón a 5 sacerdotes y 183 laicos, entre ellos una familia entera




El cardenal Saraiva destaca el testimonio de los 188 mártires asesinados entre los años 1603 y 1639

Unas 30.000 personas han asistido, este lunes 24 de noviembre en el estadio Big N de Nagasaki, a la primera ceremonia de beatificación celebrada en Japón, concretamente de 188 mártires japoneses –5 sacerdotes y 183 laicos-, entre ellos una familia entera de Kyoto.

El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal portugués José Saraiva Martins, ha presidido la Misa, en la que ha destacado el testimonio de estas 188 personas asesinadas a causa de su fe entre los años 1603 y 1639, víctimas de la represión llevada a cabo por el gobierno militar –‘shogunato’- de los Tokugawa, que prohibieron el cristianismo por considerarlo un elemento de influencia occidental y un peligro para el orden social y religioso nipón.


Cuatro jesuitas, un agustino, una monja y 183 laicos

Entre los nuevos beatos destacan una familia entera de Kyoto: el matrimonio formado por Juan Hashimoto Tahyoe y su mujer Thecla, martirizados junto a todos sus hijos el 6 de octubre de 1619.
Pietro Kassui Kibe, uno de los últimos sacerdotes jesuitas de la antigua misión de Japón y primer japonés que visitó Jerusalén, da nombre al grupo de nuevos beatos. Nació en 1587, cuando en Japón ya existían las persecuciones. En febrero de 1614 un edicto impuso la clausura de las iglesias católicas y la confinación de todos los sacerdotes en Nagasaki. Sucesivamente los sacerdotes y laicos que guiaban las comunidades fueron exiliados. Kibe fue ordenado sacerdote en Roma el 15 de noviembre de 1620 y pronunció votos como jesuita el 6 de junio de 1622. En Japón oficiaba en secreto, pero fue capturado en Sendai en 1939 junto a otros dos sacerdotes, fue torturado durante 10 días, se negó a abjurar y fue martirizado en Tokio.

Con él murió también Michele Kusurya, llamado “el buen samaritano de Nagasaki”, que subió la “colina de los mártires”, a las afueras de la ciudad, cantando salmos, y murió amarrado a un palo y quemado a fuego lento.

Otro mártir beatificado este lunes es Nicola Keian Fukunaga, que murió después de ser arrojado a un pozo de fango, donde hasta el último momento rezó a voz alta pidiendo perdón “por no haber llevado a Cristo a todos los japoneses, comenzando con el shogun”.

También ha sido beatificado
Julián Nakaura, uno de los principales evangelizadores durante los años en los que el cristianismo empezó a ser perseguido en Japón.

El catolicismo estuvo prohibido durante dos siglos y medio
Los católicos que sobre vivieron a la persecución tuvieron que esconderse hasta la llegada de los misioneros europeos del siglo XIX. Japón fue evangelizado por el santo español Francisco Javier entre 1549 y 1552, y a pocas décadas de su nacimiento la Iglesia pasaba por una dura persecución.
El catolicismo japonés sufrió dos siglos y medio de prohibición. Sus miembros transmitieron sus creencias en la clandestinidad y decenas de miles de ellos fueron perseguidos, torturados, encarcelados o exiliados.

Los católicos japoneses también fueron sometidos regularmente al ostracismo y la discriminación, así como a prácticas crueles como el llamado 'fumi-e', que les obligaba a pisotear las imágenes sagradas para abjurar.

Ante las persecuciones, sin sacerdotes que les administraran los sacramentos, los católicos japoneses se vieron obligados a la clandestinidad, que sólo abandonaron en 1865 con el regreso de los misioneros franceses.

Los cristianos representan un 1,5% de la población

Un siglo y medio más tarde, el cristianismo sigue siendo muy minoritario en Japón. El archipiélago es mayoritariamente sintoísta y budista y cuenta con menos de dos millones de cristianos que representan el 1,5% de la población. De esos cristianos, sólo 500.000 son católicos.
El cristianismo se arraigó en las clases populares, especialmente entre los campesinos y los pescadores. Sin embargo, los católicos no están exentos hoy de influencia, pues las buenas familias niponas siguen enviado a sus hijos a los colegios de los jesuitas. Como hecho excepcional, el actual primer ministro, Taro Aso, es católico.

Los nuevos beatos murieron por odio a la fe, según han destacado, tras más de 15 años de investigaciones, los obispos japoneses, que por primera vez han propuesto una causa de beatificación, inspirados por las palabras de Juan Pablo II que dijo que Japón era un país de mártires y que estos debían ser reconocidos durante una visita del Papa a Nagasaki hace 27 años.
Estos mártires se unen a los 42 santos y 205 beatos japoneses ya reconocidos por la Iglesia católica: los primeros mártires, guiados por San Pablo Miki y crucificados en Nagasaki en 1597, canonizados en 1862 por Pío IX, y otros 205 beatificados en 1867.

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