miércoles, mayo 17, 2006

Sin rezar, sin la comunión, sin confesarme no puedo ir a ningún lugar

La Princesa Alessandra Borghese, autora de ’Con ojos nuevos’ que presentará en Madrid, el 28 de junio

La fe tiene una dimensión privada, íntima, pero posee también una dimensión pública

Alessandra Borghese ha tenido la amabilidad de conceder una breve entrevista telefónica para Vigometropolitano. Le llamo a su casa de Roma, minutos antes de que haya de salir para Milán. Le saludo en italiano, y continuamos la conversación en español, una lengua que ella conoce perfectamente.

De noble familia romana, de un linaje que ha dado a la Iglesia un Papa como Paulo V, la Princesa Alessandra Borghese ha relatado su regreso a la fe en el libro “Con ojos nuevos”, recientemente publicado en español por la editorial Rialp. Un invitación de su amiga Gloria von Thurn und Taxis a pasar unos días en el castillo de Tuzing, en Alemania, en 1998, fue la ocasión propicia para encontrarse con Jesucristo y comenzar a ver el mundo de otra manera, “con ojos nuevos”, con la mirada de la fe. Alessandra Borghese ha tenido la amabilidad de conceder una breve entrevista telefónica para Vigometropolitano. Le llamo a su casa de Roma, minutos antes de que haya de salir para Milán. Le saludo en italiano, y continuamos la conversación en español, una lengua que ella conoce perfectamente.

Pregunta: Princesa, ¿tiene pensado presentar su libro, “Con ojos nuevos” en España?

Respuesta: Sí. La presentación la haré en Madrid, el 28 de junio, junto al Cardenal Cañizares y a Joaquín Navarro-Valls. Se hará también una presentación en Pamplona.

Pregunta: ¿Por qué este título, que alude a los ojos, a la mirada, para hablar de la fe? ¿Se podría pensar en San Agustín que afirma “habet namque fides oculos suos” (“la fe tiene sus propios ojos”)?

Respuesta: Bueno, se trata de un título, que incide en el hecho de que, con la conversión, todo se ve con ojos nuevos; de forma diferente. Por ejemplo, lo que hasta ese momento era solo naturaleza pasa a ser creación.

Pregunta: ¿Es consciente de que al hablar públicamente de la fe rompe, de algún modo, el tabú del secularismo, que relega lo religioso al ámbito privado?

Respuesta: Seguramente sí, se rompe ese tabú. La fe tiene una dimensión privada, íntima, pero posee también una dimensión pública. Para mí es muy importante testimoniar la fe hoy. Y esta necesidad del testimonio no brota, ante todo, de una decisión, sino del entusiasmo por haber hallado la fe; del entusiasmo por el encuentro con Jesucristo. A raíz de ese encuentro, todo cambia. Y hace falta contarlo, no guardarlo en la esfera de lo privado. Cada cual tiene su “talento” y lo hace fructificar de modos diversos: por ejemplo, una madre, educando a sus hijos; un profesor, transmitiendo sus conocimientos. Lo decisivo es que quien ha encontrado la fe se decida, según su propio talento, a comunicarla y a testimoniarla.

Pregunta: Habrá nuevos libros, que continúen lo relatado en “Con ojos nuevos”?

Respuesta: Sí, en italiano he publicado “Sete di Dio” (“Sed de Dios”), que será también traducido al español. En este libro amplío diversos aspectos tratados en “Con ojos nuevos”.

Pregunta: Usted, en su libro, explica que su reencuentro con la fe ha tenido lugar por la participación en la Misa, y no precisamente mediante largos debates. ¿Qué conclusión extrae de este hecho?

Respuesta: Efectivamente, ha sido central la experiencia de la Santa Misa. La fe la encontramos - o la reecontramos - a través de lo que la Iglesia nos da; a través de los sacramentos, de esos medios de gracia que están tan cerca de nosotros. Mediante ellos se produce el encuentro con Jesucristo. Sin rezar, sin la comunión, sin confesarme no puedo ir a ningún lugar.

Nos gustaría seguir hablando durante más tiempo con Alessandra Borghese. Agradezco enormemente la gentileza de haberme concedido estos minutos, aunque me hayan quedado muchas preguntas por hacer. De todos modos, la Princesa nos habla en sus libros. A quien esté interesado le recomendaría la lectura de “Con ojos nuevos. Un viaje a la fe”, Rialp, Madrid 2006. Merece la pena.

Guillermo Juan Morado.





Un viaje a la fe. Confesiones de una conversa

He descubierto que está enamorado de mí

Editores Rialp publica estos días el libro Con ojos nuevos. Un viaje a la fe, de Alessandra Borghese. Por gentileza de Rialp, que agradecemos sinceramente, publicamos como primicia estos flashes del libro anda el protocolo que, en el membrete de las invitaciones oficiales, en las ocasiones solemnes, se me designe con el nombre que me han conferido los siglos: Donna Alessandra Romana dei Principi [de los príncipes] Borguese. Y este mismo apellido que llevo campea con letras enormes, por voluntad de Camillo Borghese, Romano Pontífice con el nombre de Pablo, en la fachada de la basílica de San Pedro del Vaticano… Soy consciente del privilegio y de las responsabilidades de cargar sobre mis espaldas con tanta Historia. Y no soy tan superficial y tan demagoga como para considerarlo irrelevante… En estas páginas, sin embargo, únicamente es Alessandra quien habla: toda distinción de linaje y de clase resulta ridícula ante el Misterio en el que cada vida está inmersa. La de un ser anónimo y la de una princesa. No tenemos, todos, más que un solo Padre. Y todos, no somos más que hijos necesitados de perdón, de comprensión, de cariño, de esperanza.


Sí, éste es el punto clave. He decidido escribir este libro impulsada por un solo motivo: lo necesitaba, no podía menos que hacerlo. Desde hace algunos años, mi vida ha cambiado en las formas exteriores, pero mucho más en lo interior. He reencontrado con plenitud una fe cristiano-católica, nunca extinguida del todo, pero ciertamente comprimida y arrumbada en un remoto rincón del corazón. No podía callar por más tiempo, ni contentarme con comunicar lo acontecido solamente a unos cuantos amigos. Sentía la necesidad de dárselo a conocer a muchos, para que también ellos puedan abrirse a la Esperanza que ahora alberga mi corazón. Y hacerles comprender que se trata de un regalo que está igualmente a su entera disposición.

Pertenecer a una clase privilegiada, poseer medios, ser de estirpe aristocrática, tener cultura y alcanzar éxitos profesionales, puede parecer decisivo e importantísimo, hasta el punto de suscitar envidias, cuando no odio social. Sin embargo, y lo digo por experiencia, si no tienes ese sutil rayo de Luz que te indica el camino y te atrae hace sí, todo eso se convierte en una peligrosa jaula que amenaza con aprisionarte, porque puede crear en ti la ilusión de que te es suficiente para realizarte de veras. Pero no es así. En absoluto es así. Estoy en condiciones de asegurarlo porque yo misma lo he experimentado a mi propia costa.


También yo, como la samaritana, recalé en el momento preciso, agotada y sedienta, junto al pozo de Sicar. También yo, como ella, tuve un encuentro decisivo y descubrí un Agua Viva con la que aplacar mi sed. De esto y únicamente de esto quiero hablar: de lo que ha venido después. De estos ojos nuevos con los que se me ha concedido mirarme a mí misma y al mundo. Del estupor que acompañó y todavía acompaña el hallazgo del Misterio de amor que envuelve la vida, la penetra, la sostiene, y le da un significado que, desde esta tierra, llega hasta la eternidad.


«Experimenté un enorme consuelo, sentí que renacía. Descubrí, con un alegría que ni de lejos consigo describir, que Dios estaba allí para mí, para acogerme, y ofrecerme su ayuda». Estas palabras he escrito al hablar de mi larga confesión, la primera después de muchos años, al término de un laborioso proceso que duró varios meses.


Han pasado siete años y lo confirmo todo. Es más, el paso del tiempo ha transformado aquel instante excepcional en un permanente estado anímico de confianza y de abandono en Dios, del que nace, en última instancia, una gran paz.


Que sea lo que Dios quiera. Lo digo con firmeza, porque ahora sé que mi fe no es ciega ni sentimental. Es más bien un acto de libérrima obediencia a Aquel que, finalmente, he descubierto que está enamorado de mí.

Alessandra Borghese

En Alfa y Omega

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