Este año se cumplen 20 años del inicio de la labor apostólica del Opus Dei en Hong Kong. Por este motivo, ofrecemos los testimonios de Mario Au y Gary Chu: dos personas que han encontrado la fe gracias a la amistad con fieles del Opus Dei.
12 de enero de 2006
Mario Au: un carnicero chino que descubrió el Opus Dei en un mercado de Hong Kong.
Mario Au es un carnicero chino que trabaja en el mercado de Sai Wan Ho, un barrio de la periferia de Hong Kong. Una televisión italiana le pidió que contase su experiencia en el transcurso de un programa sobre el Opus Dei. Au estuvo hablando sobre su vida familiar en Tue Mun, sobre su trabajo en el mercado y su encuentro con Dios gracias a un amigo del Opus Dei que le fue mostrando la belleza de la fe, le enseñó el Catecismo y le acompañó en su itinerario de conversión hasta el Bautismo.
"Yo me paso el día cortando y vendiendo carne -contaba Au- y ahora, gracias a mis amigos del Opus Dei, he comprendido que le puedo ofrecer a Dios este trabajo mío de carnicero. Y aunque siga haciendo lo mismo de siempre -cortar, trozear, vender...-, procuro hacerlo cada vez mejor, con más entusiasmo.
Lo mismo me ha pasado en mi relación con los clientes, que son mujeres sobre todo. Antes me limitaba a decirles el precio y punto; ahora, aunque me encuentre cansado o nervioso, me esfuerzo por sonreír y hacer algún comentario animante.
A la mayoría de los chinos la vida en Hong-Kong nos resulta muy dura y fatigosa, y esto acaba influyendo en nuestras relaciones familiares. Yo antes, me enfadaba a la primera y mi mujer era también la primera que sufría las consecuencias...
En la actualidad estoy ganando en serenidad. Además, he conseguido dedicar más tiempo a mi familia. Mi momento favorito es el mediodía, porque he puesto los medios y almuerzo todos los días con mi mujer, y así podemos charlar un rato sobre nuestras cosas. Y dedico el domingo a la Misa y al descanso.
Estoy verdaderamente feliz por haber descubierto a Dios".
Gary Chu: la oración de un artista.
Muchos cooperadores del Opus Dei, sobre todo en el Extremo Oriente, son no católicos y no cristianos. Aprecian el clima de amistad y de alegría que se vive en los centros de la Obra.
Es el caso de Gary Chu, pintor. Su padre era barrendero. Su familia, pobre y numerosa. No pudo realizar estudios de arte, pero en la escuela, mientras sus compañeros estudiaban los caracteres chinos, Gary Chu dibujaba a escondidas. Ha hecho algunos retratos del Fundador de la Obra.
En el momento de la entrevista, Gary está dando los retoques finales a una escena de Nuestra Señora con el Niño y un ángel jugando con una cometa. Es del estilo del periodo Tang.
“Todavía no soy católico pero pienso que algún día seré bautizado. Amo a Jesús, a la Virgen María y a San José, y gozo pintándolos. Les he pintado más de cien veces, y los cuadros están en diferentes partes del mundo; y cuando les estoy pintando les hablo, les rezo”.
Gary nos muestra uno de los primeros retratos que hizo de San Josemaría. "Como me dijeron que está adorando a Dios Sacramentado, pensé que tenía que pintarle concentrado, feliz y lleno de amor". |
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