Jóvenes aragonesas de la asociación Alcanadre (Huesca) han dedicado buena parte de su verano a conservar y restaurar el patrimonio artístico de la iglesia de Chimillas. Es una forma de preservar la historia y lograr que los habitantes de esta localidad puedan seguir disfrutando de su arte religioso.
05 de agosto de 2005
Doce estudiantes de Enseñanza Secundaria, Bachillerato, Formación Profesional y Universitaria de Huesca y Zaragoza han realizado este verano una intervención conservativa y preventiva de una parte del patrimonio artístico de la sacristía y del despacho parroquial de la iglesia de San Jorge, de Chimillas, en un campo de trabajo organizado por la asociación Alcanadre (Huesca), una labor apostólica del Opus Dei. Durante esos días, las voluntarias han convivido con chicas de Chimillas y han conocido parajes naturales del Reino de los Mallos.
En la realización de este campo de trabajo han colaborado el ayuntamiento de la localidad, cuyo alcalde ha facilitado el pabellón polideportivo como alojamiento, la asociación Alcubierre de Zaragoza y la ONG Solidaridad Universitaria de Huesca.
La intervención, dirigida por una diplomada de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Aragón, ha tenido como objetivo evitar posibles ataques de microorganismos en el interior de la iglesia, del siglo XVIII, y de insectos xilófagos que atacan especialmente a la madera. “Dado que los vecinos de Chimillas realizan periódicamente tareas de higiene y limpieza, es muy conveniente preservarla en lo posible de males mayores”, explica la directora del campo de trabajo, Asun Serrano.
A medida que avanzaban los días, seis chicas de Chimillas, de 13 a 18 años, que estudian en Huesca en centros de enseñanza públicos y privados, se iban uniendo al campo de trabajo que ha constado de dos partes: eliminación de polvo superficial e insectos muertos del mobiliario de los locales de la iglesia y de la sacristía –sillas, armarios, arcones, roperos y estanterías- y realización de un inventario de los vasos sagrados, objetos de culto, lienzos litúrgicos, ornamentos –casullas, capas pluviales, albas- y de los libros del despacho parroquial.
A la hora del balance, María Eugenia, de 13 años y residente en Zaragoza, no duda en repetir esta experiencia: “Lo que hemos hecho es sólo una mínima parte de lo que hace falta. Además, me lo he pasado genial. El próximo año vuelvo a Chimillas”.
Su amiga Esther, que ha realizado el inventario de libros, explica sorprendida la temática de algunos de ellos: “He limpiado libros de física, geometría y álgebra del año 1927; guías naturales y de medio ambiente. Nunca hubiera imaginado encontrar esto en una iglesia al margen de lo típico: vidas de santos, evangelios, catecismos, etc”.
Esther ha estado acompañada todos los días por Lluch, una chica de 13 años de Chimillas, que ha barnizado parte del mobiliario y ha sacado lustre a ventanas, cristales y la vitrina que contiene los vasos sagrados. Casualmente vive enfrente de la iglesia y su tatarabuela y bisabuela pertenecieron a los equipos de limpieza que se formaron en sus años de juventud.
La asociación Alcanadre, que es una labor apostólica del Opus Dei, confía en continuar lo iniciado este verano, contando con la colaboración no sólo de los vecinos de Chimillas sino de todas las personas interesadas en conservar el patrimonio artístico para el uso, disfrute y contemplación de las generaciones venideras. |
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