jueves, diciembre 16, 2004

La Logse y el pecado original

Nuestro amigo Pedro Trevijano da en la diana una vez más:

En cierta ocasión hice un cursillo sobre el pecado original. Sus conclusiones finales fueron: a) el pecado original es un dogma de fe en el que los católicos hemos de creer; b) los teólogos no se ponen de acuerdo en qué consiste concretamente, pero sí que tiene relación con nuestra inclinación al mal; c) si aceptamos el pecado original, en este mundo hay una serie de problemas muy complicados, d) si no lo aceptamos, este mundo es sencillamente incomprensible.

Pienso que el fracaso de la Logse, ya indisimulable, como se ha visto en esa encuesta de la OCDE, que nos pone en los últimos lugares de Europa, se debe a esa no creencia en el pecado original. Me explico: la Logse parte del supuesto que el niño es de por sí bueno y tiene ganas de aprender y estudiar, y si no lo hace la culpa es del profesor que no lo motiva suficientemente, concepción falsa que no tiene en cuenta nuestra tendencia al mal y trata de educar a un niño que sencillamente no existe. Incluso en los mejores hay la tendencia a no pegar golpe, como todos sabemos por propia experiencia.

La Logse se olvida además de los alumnos que son o se hacen vagos porque por diversos motivos no pueden con los estudios y se aburren en clase por lo que acaban fastidiando a los demás y siendo carne de cañón de la marginación social. Pero como la ideología es más importante que la realidad, lo importante es que la realidad se adapte a la ideología y si para ello tienen que seguir saliendo de nuestras aulas nuevas generaciones de ignorantes no importa. Los laboristas ingleses, culpables del desaguisado, pero con sentido práctico, dicen actualmente: «Creo en la disciplina, en los deberes para casa, en la escritura sin faltas de ortografía, en las matemáticas». Aquí nuestros gobernantes, por el contrario, retrasan por lo menos dos años la reforma, pero, eso sí, producen eslóganes tan bonitos como «más gimnasia, menos religión», reflejo de su nivel intelectual.
Pedro Trevijano

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