domingo, julio 06, 2008

El Japón se convertirá: testimonio de Hirosi Tatsuchi, Japón

Testimonio de Hirosi Tatsuchi, Japón

Me llamo Hirosi Tatsuchi y a mi lado está mi esposa Aschiko.
En este momento estamos realizando nuestro viaje de bodas. El motivo por el que estamos aquí en el palco, sudando y con la fiebre de escenario, no lo se. ¡Yo mismo estoy asombrado!

Nos casamos hace una semana, el 31 de Mayo, el día de la Señora de todos los Pueblos. El pasado miércoles estuvimos en la audiencia del Santo Padre, en Roma, a continuación vinimos en peregrinación a Amsterdam, y ahora aquí estamos, en plena Jornada de oración. He de decir que soy muy felíz. Estoy convencido que ha sido la Señora de todos los Pueblos quien ha organizado todo.

Mi país, el Japón, cuenta con 130 millones de habitantes, de los que tan sólo 450.000 son católicos, es decir, uno por cada 300. También yo crecí en ese ambiente pagano. Como la mayor parte de los Japoneses he sabido algo del cristianismo, pero más bien como cultura general. Durante el tiempo en que estudiaba realicé un viaje por Europa durante un mes. Viajé solo, visitando varios países. Un día, en Munich, entré en una iglesia dedicada a María. Me arrodillé ante una estatua de la Stma. Virgen y empecé a orar, por primera vez en mi vida. ¿Por qué? ¡No lo se! No tenía ninguna relación con la Virgen. Pero en esos momentos deseaba simplemente hablar con Ella y estar con Ella. Pasé largo rato en aquella iglesia, solo con Ella, en silencio.

Así empezó mi camino de fe, y al cabo de dos años fui bautizado. Después de mi Bautismo he ido a menudo a Akita, el famoso santuario en Japón. Allí he conocido personalmente a Sor Agnes Sasagawa, la vidente estigmatizada. Por medio de Akita he sabido de las apariciones en Amsterdam y de la vocación de la Madre de Dios a ser la Corredentora.

En lo que se refiere a la Fe, la historia de los cristianos japoneses es dolorosa. Hubo una persecución que duró tres siglos, provocada por los príncipes paganos. El cristianesimo fue casi aniquilado. Los historiadores dicen que “en cada ciudad japonesa corrió la sangre de los mártires.” ¿Saben que en 1945 el 70% de los católicos vivían en Nagasaki? Era “la ciudad católica del Japón”. Ahora se preguntarán: “¿Entonces por qué la bomba atómica fue lanzada precisamente sobre la ciudad de Nagasaki?” También yo me lo he preguntado. Pero cuanto más comprendo el sentido del valor corredentor del sofrimiento de los inocentes, más comprendo cómo Dios lo ha permitido en la historia del Japón.

A pesar de la incredulidad de mi país, hoy puedo creer que toda la sangre derramada traerá la conversión de toda la nación. En Amsterdam la Stma. Virgen ha prometido: “El Japón se convertirá”. ¡Y yo lo creo!

Me alegra mucho contarles todavía algo hermoso, a propósito del Rosario. Pues no sólo sobre Nagasaki, sino también sobre Hiroshima cayó una bomba atómica. La finalidad era arrasar Hiroshima para destruir el poder militar japonés. Pero la Stma. Virgen, la Reina del Rosario, protegió milagrosamente una pequeña comunidad de cuatro Padres jesuítas, que vivían en la casa parroquial, distante solamente ocho cuadras o manzanas del centro de la explosión. El Padre Hubert Schiffer tenía 30 años y trabajaba en la parroquia de la Asunción de María, en Hiroshima. Ha dado su testimonio ante decenas de miles de personas:

“A mi alrededor había solamente una luz cegadora. De repente, en un instante todo se llenó de una explosión terribile. Fui lanzado por el aire. Después vino una gran oscuridad, silencio, nada. Me encontré boca abajo, sobre una viga de madera hecha pedazos. La sangre me corría por la cara. No ví nada, ni oí nada. Creí que estaba muerto. Luego oí mi propia voz. Eso fue lo más terribile, en todo lo que estaba pasando. ¡Me hizo comprender que aún estaba vivo e empecé a darme cuenta de que había ocurrido una terribile catástrofe! Durante todo un día, mis tres compañeros y yo estuvimos metidos en aquel infierno de fuego, de humo y de radiaciones, hasta que nos encontraron y nos socorrieron los que nos buscaban. Todos estábamos heridos, pero por gracia de Dios hemos sobrevivido.”

Nadie ha podido explicar con la lógica humana, por qué estos cuatro Padres jesuítas fueron los únicos que habían sobrevivido en el radio de 1.500 metros. Para todos los expertos sigue siendo un misterio, pues ninguno de los cuatro Padres ha quedado contaminado por la radiación atómica, y por qué su casa, la casa parroquial, seguía todavía en pie, mientras todas las demás casas alrededor habían sido barridas y quemadas. Igualmente, los 200 médicos americanos y japoneses que, según lo que ellos mismos han declarado, han examinado al Padre Schiffer, no han hallado ninguna explicación al por qué, después de 33 años de la explosión, el Padre no sufría de ninguna consecuencia de la explosión atómica y seguía viviendo, con buena salud. Perplejos, han obtenido sempre la misma respuesta a sus muchas preguntas: “Como misioneros hemos querido vivir en nuestro país el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, por lo que todos los días hemos dicho el Rosario.”

Este es el mensaje lleno de esperanza, de Hiroshima: ¡la oración del Rosario es más fuerte que la bomba atómica! Actualmente, en el centro de la ciudad reconstruida de Hiroshima, se halla una iglesia dedicada a la Stma. Virgen. Las 15 vidrieras muestran los 15 misterios del Rosario, que se dice en esta iglesia día y noche.

Esto es lo que he querido contarles de mi patria, para animarles. Y otra cosa más: desde que he conocido a la Señora de todos los Pueblos, también en mi vida privada, si tengo algún problema, me diirijo enseguida a Ella como a una madre. Nunca me ha abandonado. Por eso, es una gran alegría para nosotros dos colaborar con la Señora de todos los Pueblos.

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