miércoles, septiembre 20, 2006

Durante mi estancia en Pamplona he descubierto que la ciencia adquiere su sentido más pleno con la fe”

- Guanghua Yang, investigador chino del CIMA de la Universidad de Navarra, recibió el bautismo el 12 de septiembre


De izquierda a derecha, Cheng Qian (padrino), Guanghua Yang y José Alviar (sacerdote). Foto: Manuel Castells

“Cuando llegué a Pamplona para comenzar el doctorado no profesaba ninguna religión, sólo pensaba en trabajar y ser el mejor en mi especialidad. Aquí he comprendido que esto no es suficiente y que la ciencia adquiere su sentido más pleno con la fe”, explica Guanghua Yang.

Este investigador chino de la provincia de Anhui llegó en 2002 al área de Terapia Génica y Hepatología del Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra para realizar el doctorado. Con 26 años, y tras finalizar su estancia en el CIMA, decidió celebrar su bautismo el 12 de septiembre, ocho días después de la defensa de su tesis. “Donde vivía en China los niños no reciben educación religiosa. Ha sido aquí, gracias a la ayuda de mis amigos católicos, con quienes he mantenido charlas muy interesantes, cuando he comprendido que nuestra existencia va mucho más allá de lo meramente material”, aclara el científico.

En este sentido, afirma que su personalidad ya no es la misma desde que tomó contacto con la fe cristiana: “Mi abuelo murió de cáncer. Este hecho traumático me llevó a dedicarme a la investigación sobre esta enfermedad, para lo que vine a Pamplona tras graduarme en la Shanghai Fisheries University, en China”. Recuerda que su objetivo entonces consistía sólo en ser el número uno, de modo que trabajaba horas y horas sin descanso “hasta que mis compañeros del CIMA me enseñaron que un ambiente laboral exigente y humano era posible”.

Terminar con el cáncer de hígado

Guanghua Yang investiga en el área de Terapia Génica y Hepatología. Foto: Manuel Castells

La base de su tesis doctoral, defendida el pasado 4 de septiembre, consiste en la síntesis de una molécula o vector viral que mejora los actuales tratamientos contra el cáncer de hígado al facilitar el transporte, al interior del cuerpo humano, de proteínas anticancerígenas. “En un curso que realicé en París en 2004 supe que sólo 15 personas en el mundo trabajamos con esta técnica, y yo soy el único chino”, apunta. “Precisamente en mi país, miles de personas mueren al año por esta causa y ahora mi postura católica me empuja a regresar allí para tratar de luchar contra ella”.

De este modo, dos días después de su bautismo se marchará a la ciudad de Shanghai, donde empezará el posdoctorado en la misma especialidad. También allí podrá cuidar a sus padres, que residen cerca. “Antes no le daba tanta importancia a la familia, ni a la relación con los demás”. La religión le ha hecho entender, según explica, la importancia de dar y recibir. Por eso le gustaría exportar a su país las pautas de trabajo de la Universidad de Navarra, “donde se dispone de medios, se contagia la alegría de hacer lo que nos gusta y se obtienen resultados”, concluye.



Centro de Investigación Médica Aplicada

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